Los fuegos tienen que ver con ese abandono rural del que el Bierzo, lamentablemente, puede presumir sin que las administraciones, reprocha Manso, tengan una planificación concreta para evitarlo «pensamos más en ayudas que en revitalizar la actividad que tiene que ver con el suelo. Eso es complicado», porque los pueblos, aunque abandonados, tienen una marcada tilde en la propiedad que no permite la repoblación con facilidad. Además, hay parte de la población que se lucra precisamente del abandono y no permite el nacimiento de nuevos proyectos.
Si el verano viene seco…
Las perspectivas de Manso sobre los incendios este año no son del todo malas. El año ha sido húmedo, analiza, y eso podría contribuir a rebajar la peligrosidad, pero «si el verano viene muy seco se dan las condiciones de padecer incluso grandes incendios». Desde el fuego en la Tebaida berciana no se ha producido una tragedia de esas dimensiones y reconoce que se han rebajado los fuegos intencionados. Los cinturones en las áreas conflictivas para ayudarse en la defensa de las llamas, la limpieza de las aldeas… contribuye a mejorar la situación, pero, el abandono del rural está por debajo de todo ello «el fuego es un síntoma, pero la enfermedad es esa» y puede dar lugar a desgracias en esas áreas llamadas de interface, entre el rural y la ciudad.
La recuperación berciana de los fuegos es relativamente buena en los pequeños incendios «porque la comarca está adaptada al fuego, aunque todo depende de las condiciones en las que arda». Sin embargo, la repercusión de grandes incendios como el de la Tebaida hace tres años, se quedan «hubo importantes pérdidas de suelo y de infraestructuras», reconoce.
Forestalia «no es el camino»
Tampoco ayuda en la lucha contra los incendios la puesta en marcha de industrias como la central de biomasa a punto de ponerse a funcionar desde Cubillos del Sil, Forestalia. Manso considera que «no va por ahí» esa lucha porque reconoce que «no hay biomasa suficiente para mantenerla a medio plazo en la comarca». Además, se crean residuos y se fomentan plantaciones de madera como las del eucalipto. Aunque considera que el bosque berciano tiene capacidad para acoger a esta especie, sí crea un conflicto social que, de nuevo, puede acabar en el incendio. Manso considera que ha faltado planificación en la puesta en marcha de esta industria, cuya finalidad es la de crear energía y no la de contribuir al desarrollo sostenible del medio «no va a tener una repercusión positiva en los incendios», augura «su plan de abastecimiento es muy pobre. Si la solución para los incendios fuera este tipo de industrias sería muy fácil resolverlo», asegura.
Manso reprocha a las administraciones que, aunque asume que la recuperación del rural es compleja, no se han implicado en ello en los últimos 20 años pese a hablar de la redacción de planes estratégicos «parece que siempre estamos en el mismo punto. No se está tratando la enfermedad, que es el abandono rural».
No se crean actividades resilientes y la dependencia del rural hace que no sea un destino de vida a recuperar. Eso hace que se puedan dar pasos para atajar los fuegos a corto y medio plazo, pero no solucionar el problema «que se puede expandir como un cáncer en cualquier momento». La autonomía, buscando la soberanía alimentaria, es parte de la solución en la que se han dado pequeños pasos como el Banco de Tierras, aunque reconoce que queda mucho por caminar.
Aprender de los incendios
La Universidad de León (ULE) organiza un curso que bajo el título ‘El futuro de los Incendios Forestales: Nuevas tecnologías y Territorios resilientes’ se impartirá en la modalidad ‘online’ los días 15, 16 y 17 de julio, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00 horas, hasta completar un total de 21 horas lectivas.El curso tiene dos objetivos principales: que los participantes conozcan la aplicación práctica de nuevas tecnologías en la gestión integral de los incendios forestales (prevención, evaluación de daños y restauración) y el análisis de distintos caminos para crear territorios resilientes examinando el Bierzo.