Los aromas intensos y penetrantes de mimosas y almendros me recuerdan que la primavera se despereza, otra vez, con la ausencia de tu entrañable oratorio. Llevamos años trabajando para conseguir tu reconstrucción. Hemos puesto un letrero metálico. Disponemos del emplazamiento asignado por el Ayuntamiento: muy cerca del que tuviste anteriormente. El cuadro del milagro que presidía tu capilla, se conserva perfectamente restaurado y expuesto, en el templo de la parroquia de San Pedro. Tenemos el cuidadoso proyecto de obra, costeado por Luis del Olmo… ¿Cuándo veremos ondear el ramo sobre tu nueva estructura?...
Todavía quedan rastros de la vecina reguera: aquel maravilloso cauce de abundantes aguas cristalinas y alborotadas, que rebosaba por los esponjosos surcos, y desbordaba la presa del industrioso molino. De las fértiles huertas que te abrazaban, tan solo queda el nombre: Avenida de las Huertas del Sacramento... El tiro con ballesta, que se practicaba entonces en tu misma parcela (campo de «El Arenal»), encajaría muy bien entre las actividades de la «Noche Templaria».
Los enormes zarzales («subiado»), que fueron desbrozados para cimentar tus muros de piedra, apuesto a que daban las mejores moras del municipio. Además, en aquella época, se celebraba una singular ceremonia: «La Colación del Pez», que iba desde tu modesta fachada hasta la plaza de la Encina…
Cae la tarde, las nubes entrelazan una cálida corriente para que sigas navegando con tranquilidad, mientras custodias casi cinco siglos de plegarias, de confidencias, de agradecimientos... ¡Cuántos amoresanidas! ¡Cuántas procesiones en la «Octava del Corpus»! ¡Cuántos años albergando el paso de la «Borriquilla»!... Eras pequeña, cercana y muy querida. Situada a la sombra de la primorosa espadaña de tu hermana mayor, la antigua iglesia del apóstol con llaves, que también el viento se la llevó.
El último rayo de sol atraviesa tu espacio vacío. Llegan alegres chillidos desde los centros escolares circundantes. El «Camino de Santiago», sigue pasando por delante de tu impecable solar. Hay alguien que no se cansa de contar tu historia a quien quiera escucharla, y que continúa siendo tu amigo más fiel: el caudaloso río Sil…
Regresarás…, estoy seguro. Tu encantadora y apacible figura será, nuevamente, la parada de muchas palomas, como entonces, cuando sucedió el tremendo sacrilegio que representas: uno de los pocos en el mundo que está debidamente documentado. Algún día tu campana tañerá, y las almas volverán a cruzar el umbral de tus puertas abiertas.
Gregorio Esteban Lobato es docente y escritor.
La ermita del Sacramento y las mejores moras
29/03/2021
Actualizado a
29/03/2021

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