Julio Falagán, misionero berciano en Nicaragua: "La pobreza es la peor de las pandemias"

Pide ayuda desde Centroamérica a sus feligreses bercianos ante la destrucción que ha causado en sus parroquias el huracán Eta la pasada semana

D.M.
16/11/2020
 Actualizado a 16/11/2020
Una de las estampas de cómo el huracán Eta ha arrasado la zona en la que reside Julio Falagán. | L.N.C.
Una de las estampas de cómo el huracán Eta ha arrasado la zona en la que reside Julio Falagán. | L.N.C.
Aunque el mundo esté envuelto desde hace meses en el problema de la pandemia de coronavirus, el Planetasigue girando y los territorios y comunidades continúan enfrentándose a los golpes e inquietudes que existían ya antes del covid.Los desastres naturales siguen siendo uno de esos problemas y, aunque parecen quedar ciertamente lejos de lugares como el Bierzo, hay gente muy cercana a la comarca que las están viviendo allá en donde reside.

Uno de ellos es el misionerode la Diócesis de Astorga Julio Falagán, el que fuera durante los pasados años párroco en la zona de Vega de Espinareda, Sésamo, Fontoria y distintas localidades bercianas. Reside y trabaja en Nicaragua, en la región autónoma Costa Caribe Norte, donde dirige la parroquia de Natividad de María en Sahsa y vicaría de la Mosquitia.

Ha sido una zona duramente castigada por el huracán Eta, que en la pasada semana causó destrozos y muerte por los territorios de Centroamérica en los que tocó tierra, como Honduras, Guatemalao incluso Florida.
El huracán ha dejado a muchas familias de su comunidad con sus viviendas y campos arrasados y desde allí ha querido apelar a la sensibilidad de los que fueran sus feligreses, amigos y conocidos del Bierzo y al Diócesis de Astorga, donde el padre Julio Falagán fue Responsable de Misiones durante unos años. Para ello, difunde un número de cuenta en el que todo el que quiera colaborar pueda depositar un donativo que utilizarán para seguir avanzando en el proyecto de construir refugios comunitarios en sus parroquias.

«La experiencia de vivir un huracán es algo inolvidable y en muchos casos traumatizantes. Yo no pensé lo que era un huracán, no me di cuenta de lo que significaba hasta que el pasado lunes en la tarde empezó a llegar gente a la parroquia y a la casa cural pidiendo que les dejara refugiarse allí. Este año hemos estado construyendo un templo grande, alto y seguro, de 700 metros cuadrados, con pasillos amplios y eso nos permitió acoger allí a 425 personas. La casa cural no la había usado porque estaba en mi casa viejade madera y estaba contento.Pero la abrimos para acoger a la gente y fue una alegría saber que inaugurábamos una casa para la solidaridad», explica Julio Falagán.

«No pensé que fuera tan necesario tener algo así para estos momentos. Las personas salen de su casa con lo indispensable, y con la conciencia de que lo que ha quedado allí se da por perdido posiblemente». Afortunadamente, indica, el huracán pasó a 40 kilómetros al sur de su localidad, «pero el destrozo de las comunidades de la zona sur de la parroquia se pueden ver en las fotografías. La sensación que te da, el ruido que trae el viento, el agua, la sensación es que puede arrancar con todo, y cuando ves los árboles que tira, te preguntas cómo hemos quedado nadie aquí vivo» expresa el misionero.

Nicaraguano fue la zona más castigada, no hubo muertos como en Guatemala o en Honduras, porque «hubo muy buena prevención y es una zona muy deshabitada de selva y de zonas de cultivo sin uso. Cuando el huracán pega con muchos árboles a unos los destroza y a otros les quita la fuerza. Por eso la destrucción de la selva nadie puede saber lo que puede significar en el futuro», reflexiona.


Donativos para los refugios

Lo peor es «la sensación de que no puedes hacer nada, buscarte un refugio y esperar que pase, dejar casi todo fuera, es una impotencia total.La gente pasó la noche en un silencio absoluto y contemplaban por la mañan,a con miedo a salir a ver lo que pasó».

Lo que sí saben es que los huracanes son cíclicos, «doce, trece, quince años, huracán que viene y todo eso te hace replantearte muchas cosas. Hay zonas más propensas en el mundo, pero somos muy pocas personas las que pueden construir una casa fuerte ante los huracanes y hemos aprendido que cada comunidad tiene que construir su lugar de refugio, aunque todo el que pueda se construya una vivienda sólida, debe haber esos refugios comunitarios. Y esos lugares son las iglesias o escuelas, porque así serán servicios durante el año, no se podría mantener un lugar sólo para refugio. Por eso  queremos hacer un proyecto a nivel de Diócesis de Astorga, de amigos, para comprar zinc para unas 40 familias y construir siete refugios en comunidades». Así, difunde la cuenta creada en el banco BBVA, con numero ES02 0182 6570 97 0201536407 para que quien quiera pueda ayudar con un donativo. 

El golpe del covid

Además, el covid no es ajeno a estas comunidades, queen Nicaragua ha tenido unos 6.000 muertos vinculados. El propio padre Julio Falagán pasó la enfermedad. «Muchos lo hemos pasado, para mí fue suave, fueron unos días con fiebre y tos, prácticamente como una gripe normal. En un primer momento no se hizo tanta prevención, después sí, muy impulsado por el Estado, y ahora estamos en un tercer momento muy relajado, hay muy poca gente con mascarillas por las calles, sólo se las ponen para entrar en bancos, oficinas… en mi población no ha habido ningún muerto dictaminado por covid», pero así está la situación.

Después de todo esto, dice, "sólo saco una conclusión. Hay que estar donde más dolor hay. Cuando hay alguien enfermo, ahí hay que estar. Y donde hay pobreza y miseria, ahí hay que estar, porquela miseria es el peor de los huracanes y la peor de las pandemias».

Esto, ante la inquietud de que esta próxima semana , quizá este mismo lunes 16, pueda regresar al territorio otra tormenta-huracán llamada Iota, para la que ya se están tomando prevenciones.  Es increíble, dice, como puedes estar tanto tiempo trabajando para alimentación y comida y una cosa de estas te lo lleva todo. Somos muy vulnerables, muy débiles», argumenta el misionero, que espera contar con la solidaridad de muchos de los que fueran sus amigos y feligreses bercianosy de toda la diócesis de Astorga, entre los que tan buen recuerdo dejó.
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