La presidenta dimitida ahora quiso explicar su postura en asamblea, pero solo asistieron una treintena de vecinos, cuando en la actualidad son 250 socios. Reconoce que hace dos años alcanzaron los 600 y que la agrupación ha vuelto a bajar «porque la gente ya no nos cree, piensan que hemos venido a cambiar las cosas y hemos hecho lo mismo que criticábamos», dice García. Pese a que reconoce que empezó con mucha ilusión«se ha ido diluyendo», dice, al paso de «la ruptura de la confianza en los que habíamos decidido hacer cosas» en el barrio mayor de la ciudad.
La segunda causa de su dimisión es el pasotismo con el que asegura que se les trata desde el Consistorio «la alcaldesa ni siquiera nos ha acompañado en nuestras fiestas, cuando siempre lo había hecho», critica García. No han conseguido que se les escuchara por parte de las instituciones ni tampoco la implicaciones de los vecinos por lo que entona el mea culpa «no he podido hacer lo que quería y con lo que me había comprometido, por eso he dado la cara para decirlo».Ahora Matagal queda descabezada y se abre un proceso para presentar candidaturas para crear una nueva directiva. García espera que haya gente que quiera hacerlo«y no permitan que Matagal muera».Emocionada, lamenta que, de no ser así, a mediados de enero pueda acabarse con un movimientoque abrió su abuelo, entre otros y que no ha conseguido ese espíritu de unidad del barrio que considera que es base para poder hacer proyectos «el barrio está dividido, pero espero que venga gente nueva que lo pueda solucionar», apostilla.
García se va con la espinita clavada de no haber podido llevar a cabo la integración social que pretendía en el barrio y recuperar sus tradiciones «yo sola no puedo hacerlo», dice.
Casi cuarenta años intentando dar voz al barrio de Cuatrovientos sin conseguirlo
Matagal nacía con la misma intención y espíritu que pretendió aportarle la nueva directiva, que llevaba al frente dos años. Lo hacía en 1978, como primera agrupación vecinal de la ciudad y con la participación de 14 socios en la dirección.
El grupo sumaba 450 socios en total y alcanzó picos importantes de participación (a la entrada de la nueva directiva hace dos años se consiguió recuperar a los asociados hasta alcanzar los 600).
Nacía con la intención de dar «voz a Cuatrovientos», y ese es el nombre que le dieron con posterioridad a su revista de barrio. Pero Matagal siempre ha convivido con altos y bajos, con un empuje reivindicativo fuerte, bajo la dirección de Alberto Zapico y del lado del gobierno local en otras ocasiones.
En la cuerda floja hace unos años, un grupo de jóvenes nacidos en el barrio quiso darle un empuje definitivo «y se han hecho muchas cosas. Teníamos muchas actividades en el barrio. Se nos estaba respaldando y la gente estaba muy contenta con nuestra labor», dice García.
Pero, de nuevo, el fantasma que ha golpeado a la agrupación en otras épocas la pone ahora en el filo de la desaparición, los problemas con las cuentas de las aportaciones para las fiestas patronales de San José. García lamenta haber dado su confianza a algunos integrantes del grupo directivo y mantiene la esperanza en que vengan otros que, como ellos, no quieran ver desaparecer la fuerza de Matagal. Incluso colocará carteles por el barrio para pedir ese mantenimiento por el que está dispuesta a luchar.
La presidenta en funciones dice que «quemaré todos los cartuchos para que la agrupación no muera», incluso replantearse la vuelta si no se consigue una nueva plantilla en la junta directiva.