Fornela inmortaliza y nombra Hijo Predilecto a su alcalde fallecido, Vicente Díaz

Una estatua de su amigo Tomás Bañuelos hará que el querido regidor, que murió en 2022, regrese a su valle para mirarlo eternamente mientras invita a palpitar con él desde unos versos de Julio Llamazares

28/07/2024
 Actualizado a 28/07/2024

Con el nombramiento de Hijo Predilecto, el mismo que el fallecido alcalde Peranzanes, Vicente Díaz creara para aplaudir a los embajadores de ese espacio, en la esquina berciana que la une con Asturias, su pueblo quiere rendirle homenaje póstumo a él, al Vicente que añoran y que les enseñó a “luchar por los pueblos”, dice la actual alcaldesa que le relevó en el cargo, Henar García.“Tenía un partido en el corazón y ese era el Valle de Fornela”, sin más siglas que esas y eso le hizo ser el único alcalde berciano que llegó a no contar con oposición y a revelarse contra los suyos cuando era necesario hacerlo y a reconocer a los contrarios, cuando estos se implicaban con su valle. En su piel estaba el orgullo fornelo por lo que esa máxima distinción municipal es casi obligada. Será este domingo 28 de julio, sobre el mediodía cuando Vicente, de alguna manera, volverá a casa.

Los artistas con la familia de Vicente y la estatua con la que le rendirán homenaje.
Los artistas con la familia de Vicente y la estatua con la que le rendirán homenaje.

La forma escogida implica a su amigo, el escultor faberense Tomás Bañuelos, que quería rendirle homenaje, aunque estaba trabajando en algo a más largo plazo. Tras acortarse los tiempos, se puso a trabajar, al lado de la profesora de la Facultad de Arte de Madrid, Soraya Triana en un boceto que representara al alcalde con las piernas cruzadas, sentado en un banco y mirando al monte del Carral. Un Vicente a tamaño natural que pretende interactuar con sus vecinos para decirles que escuchen el palpitar de Fornela. “Reflexiona y piensa y deja un relato a la gente que lo ve: que admire el paisaje y el entorno del valle”, explica Bañuelos, como interpretación de la obra que se estrenará en el homenaje al alcalde y amigo.

Tomás y Soraya puliendo el rostro del alcalde.
Tomás y Soraya puliendo el rostro del alcalde.

Y, al lado de ese banco en acero corten sobre el que estará recostado para la eternidad la imagen de Vicente, aparecerá un verso del libro ‘La lentitud de los bueyes’ del escritor leonés Julio Llamazares, que ha acogido la idea con gratitud. Bañuelos escogió esos versos, los del poema noveno, porque eran los que leía a su padre, cuando este ya no podía procesar toda la información que le daba y le preguntaba si no creía que, en esas frases, se hablaba de Fornela. “Esta es la tierra donde creció el olvido…” comienzan “la conocemos surco a surco y su dolor nos duele en la raíz del alma. Esta es la tierra que sembramos en días de humildad. Escuchad su latido: es una tierra antigua como el silencio. Es más amarga que el esparto. En sus entrañas fermentan miradas verdecidas”. Para Bañuelos este es “un mensaje de esperanza” como la que representaba Vicente y ha dejado en su legado para los que quedan.

Bañuelos tiene raíces maternas sembradas en Guímara y reconoce que “me toca muy adentro” esta obra en la que ha querido retratar a ese Vicente que querría permanecer mirando sus montes para siempre e instando a “escuchar el grito de este valle”, con un homenaje a sus gentes, en los versos que acompañan la obra. “Es también mi tierra, la que he visitado con mis padres y con el puño en el corazón, sabiendo lo que sufrieron entonces. Mi abuela cruzaba Carral con un saco de patatas en la cabeza para atender a la prole”, recuerda. Y,  en su cabeza un Vicente que le había confesado que ya era tiempo de dejar la Alcaldía y que no quería estatuas, porque aún estaba vivo, le decía…Por eso para el autor esta escultura es también un “acto de reconciliación” con lo que no llega a entender, ese robo del amigo que deja muchas preguntas y que implica en el alma. “Él aportaba mucho. Creo que esto ha sido un viaje a través del tiempo”, para recuperar sus conversaciones con Vicente, tal vez en ese banco, tal vez ambos recostados mirando al monte y hablando de la abuela que cargaba con las patatas…

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