Una vecina de San Juan de la Mata que en la actualidad vive en Berlanga del Bierzo, Ángela Ramírez, enferma de fibromialgia presentó denuncia ante la Guardia Civil de Toreno por dos episodios en los que considera que el Hospital El Bierzo ha actuado con «mala praxis». Relata en su denuncia que acudió al servicio de Urgencias de este centro el 9 de agosto y «recibió un trato deplorable», quiere reseñar en su declaración. Asistía para solicitar que se le atendiera de unos fuertes dolores en las articulaciones superiores que padecía. Tras tres horas de espera en Urgencias, le diagnosticaron un posible brote de fibromialgia como causa de sus dolores «sin realizar prueba alguna. Más allá de tocar los puntos gatillo de fibromialgia». Sin administrarle calmantes, le proceden a dar de alta.
La paciente quiso relatar que había sufrido un accidente laboral hacía meses y que estaba pendiente de la realización de pruebas para dar parte de su situación a la Seguridad Social, pero el personal médico aseguró que su cuadro no tenía relación con ese accidente. Ramírez asegura que, como consecuencia de la «desatención» recibida, abandonó el centro «con un ataque de ansiedad». A lo largo de 15 días no salió de su domicilio precisamente por la ansiedad que le produjo este episodio y ataques de pánico. Incluso tuvo que asistir al Hospital de la Reina, ayudada económicamente por un amigo, al ver que su situación empeoraba. En este centro, en el que sí se le realizaron pruebas, se determinó que tenía una rotura parcial del tendón supraespinoso del hombro derecho, tendinitis calcificante supraespinosa izquierda con numerosas calcificaciones de hasta 2 milímetros. Además, en el tobillo izquierdo se le detectó tendosinovitis en los tendones peroneos corto y largo, algo que ni siquiera se miró en el Hospital El Bierzo, pese a que ella apuntó que tenía dolores en esa zona.
La enferma denuncia que la facultativa responsable, E. G. , que firma su parte de urgencias, no procedió a su examen en ningún momento, solamente fue la médica residente, L. M., la que la trató. La denuncia no se produjo inmediatamente después de los hechos «por el estado de ansiedad» que padecía, pero, una vez que consiguió normalizar su situación ha decidido poner denuncia que asegura que tendrá continuidad en los juzgados puesto que «me sentí vulnerada y maltratada» remarca, algo que asegura que ha hecho que su enfermedad empeore. Lamenta la «falta de empatía» que se ha tenido con ella, algo que asegura que se repite con muchas personas enfermas de fibromialgia.
Ramírez relata que comenzó a sentir los dolores asociados con su enfermedad en 2018, cuando tenía un bar en Cortiguera «y lo tuve que dejar». Recuerda que «mi marido y mi hijo me maltrataban psicológicamente» porque no entendían qué pasaba «me llamaban vaga, decían que no quería trabajar». Pero no fue su único problema. Se lesionó un brazo y tuvo que coger la baja,y, al año de tenerla, la Seguridad Social la recuperó laboralmente, aunque asegura que no estaba en condiciones de trabajar «fui a juicio y lo gané», relata. «Todas las pruebas que tenía eran para una incapacidad permanente y el juzgado me solicitó la cita con el Tribunal Médico para conseguirla». Pero una deuda con la Seguridad Social que ella desconocía que tenía, no le permitió el acceso a la misma, algo que critica «tenemos una lucha que no es con la enfermedad, es con el sistema», dice. No pudo liquidar esa deuda porque tenía que volver al trabajo y eso no sucedió hasta 2022, en Berlanga “trabajé casi arrastras tres meses”, solo para conseguir esa jubilación.
En verano pudo soportar el trabajo, en invierno, vino lo peor «me quedé agarrotada y no me dieron el parte como accidente laboral». La médica le informó que debía pedir el cambio de contingencia «pero fue considerada enfermedad común». Fue tratada sin pruebas, asegura, con una rotura del manguito rotador y de fibras «me tiré tres meses sin cobrar», recuerda, por esa enfermedad «no tengo ayudas». Más tarde descubrieron que tenía más lesiones en el otro brazo «pero consideraron que mejoraría y me dieron el alta». Eso hizo que el problema ya no fuera solo físico «caí en una depresión intensa».
Con el informe psiquiátrico reclamó para conseguir los beneficios de la baja «no tenía ingresos y no podía ir a rehabilitación porque no me ponían transporte», apunta. Ahora se plantea llevar a los juzgados ese parte de alta que considera que no era adecuado a su situación.
«Quería morirme»
«Es vivir con un dolor crónico y te agota. Te atiborran a pastillas y los antidepresivos no me sientan bien. Quería morirme». Reconoce que desde que tiene fibromialgia, lo que hacen cuando recurre a Urgencias como mucho es «cambiarme la medicación y para casa», sin ninguna prueba que costea de manera privada cuando puede «he llegado a tener pensamientos suicidas por esta situación», apunta. Y es que, a todo ello se suma que no hay especialistas en el hospital que puedan ayudarla «en reumatología me llegaron a decir que denunciara porque no tienen gente». Reconoce que su enfermedad le ha obligado a darse de baja varias veces, pero también a tener que coger el alta para poder tener ingresos y las visitas a Urgencias son un calvario personal «te hacen sentir que no te van a creer». Ha querido hacer alegaciones al INSS pero no consigue tan siquiera contactar con él, para que se revalúe su discapacidad, en la actualidad reconocida en un 40%.
«Hay muchas personas en mi misma situación», asegura, a quien nadie ayuda, ni siquiera las agrupaciones relacionadas con la enfermedad «sí que compartes con ellos la experiencia pero no hay más. Mi cabeza no era capaz de gestionar lo que me pasaba». Ahora tiene 51 años, depresión, fibromialgia y asegura que está metida «en dos cárceles, mi cuerpo y mi casa». La deuda de la Seguridad Social que no pudo abonar sigue creciendo con un 21% de intereses «tengo las pruebas médicas que demuestran que no puedo trabajar», asegura y con las que espera recurrir ante el INSS. «Creo que el aumento del número de suicidios tiene que ver con esto. Te llaman quejica, te meten a trabajar sin que puedas…el mismo sistema te hunde». Reconoce que no se les apoya porque les dan de baja por enfermedad común y eso hace que estos enfermos se mantengan en una situación de vulnerabilidad constante.