El recuerdo de un fuego que pintó de negro La Cabrera y la Tebaida berciana

Las llamas se llevaron por delante 10.000 hectáreas de terreno especialmente interesante a nivel natural en Encinedo y Truchas y 1.300 más en el enclave de la comarca del Bierzo

Mar Iglesias
05/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
El incendio en La Cabrera dejó estampas trágicas y un espacio teñido de negro. | ICAL
El incendio en La Cabrera dejó estampas trágicas y un espacio teñido de negro. | ICAL
Si en 2016 Fabero había sufrido con rotundidad los rigores de los incendiarios, dejando tras de sí 2.620 hectáreas arrasadas desde el pueblo de Bárcena de la Abadía y el temblor de los vecinos, que tuvieron que abandonar varias pedanías para impedir que el fuego les tocara. Sí lo hizo a algunas cuadras y sobre todo a la masa arbolada.En total 815 hectáreas eran arboladas, casi las «tres cuartas partes» de la superficie arbolada quemada en León. Unas cifras que elevaban a categoría de desastre aquel panorama negro, que después dejó un reguero de problemas con el arrastre a las aguas de consumo y en las captaciones.

Aquel suceso, que tocó a Lillo del Bierzo, Sorbeda del Sil, Anllares del Sil y Argallo de Sil, incluyendo al municipio de Páramo hablaba de la intencionalidad que hay detrás de los fuegos.
Más de cuatro se encendieron a la vez y la mano del hombre estaba detrás. Una mano que no se amilanó en 2017, ni mucho menos.

El Bierzo volvió a verse envuelto en llamas, esta vez, no solo las de verano. En abril ya vivíamos los primeros focos, el más fuerte y doloroso, el que enlutó a la Tebaida berciana un paisaje que lucha por ser Patrimonio de la Humanidad y cuyo incendio aún está judicializado. El fuego fue dilatado por las fuertes rachas de viento registradas en la comarca desde Bouzas.

El 16 de octubre el cielo de Ponferrada no despertó, enmudecido por el olor y la atmósfera de los fuegosEl Valle del Oza ardía con lenguas de fuego incontrolables que ponían en jaque incluso a los vecinos de San Pedro de Montes y Peñalba de Santiago.Mientras la Tebaida ardía, lo hacía también Benuza , fuegos que escalaron niveles por la peligrosidad que contenían y que se convertían en imposibles. A nivel 2 llegó el fuego de la Tebaida, por el tiempo en el que estuvo ardiendo, varias jornadas y por su peligrosidad. Al final, recuento de hectáreas quemadas, unas 1.300 y origen intencionado. Cinco días de fuego, de rabia y de intentar acabar con un incendio que los ecologistas quisieron denunciar en las calles de Ponferrada. Pedían que la justicia se tomara en serio la intencionalidad de los fuegos y llevara a la cárcel a los incendiarios. Lo hacía al tiempo que señalaba sin tapujos al posible ejecutor de la Tebaida, el ganadero de la zona, cuyo caso está judicializado.

Bierzo Aire Limpio llegó a hacer una recogida de fondos con el fin de personarse en el caso y este no quedara impune. El fuego de la Tebaida llegó incluso a las aulas de la Universidad de León, donde los alumnos de la Escuela Agraria estudiaron su perímetro, su evolución y sus efectos.Pero llegó también al Salón de Plenos del Ayuntamiento de Ponferrada, donde una sesión monográfica se dedicó a estudiar esta catástrofe y a intentar establecer medidas para evitarla en un futuro. En ese encuentro se puso sobre la mesa la necesidad de desempolvar el Plan Integral de Ordenación de los Montes bercianos, redactado hacía una década sin que se llegara a desarrollar. Pero además se concretaron grupos de trabajo que ya se han reunido en más de una ocasión y en la actualidad, según el concejal de Medio Ambiente, Roberto Mendo, se siguen dando pasos adelante, intentando establecer obras para realizar perímetros de seguridad en los pueblos y más medidas.

En septiembre fue San Miguel de Langre el que lloraba. Un fuego que alcanzó nivel 2 y en el que actuaron 140 efectivos para extinguirlo se quedó a 50 metros de las casas. Se extendían las llamas, el miedo vecinal y también la indignación de un alcalde, el de Berlanga del Bierzo, César Álvarez que advertía de que los fuegos en esa zona continuarían, porque estaban tras ellos un incendiaria que quería arrasar hectáreas hasta Fabero.

Solicitaba la puesta en marcha de las cámaras de vigilancia para paliar un problema de fuegos repetidos que vivía también Médulas. El alcalde de Carucedo , Alfonso Fernández, aseguraba que la misma zona había sido prendida 12 veces en dos meses y había puesto en peligro incluso viviendas, además del paraje, que entra dentro del marchamo de Patrimonio de la Humanidad.

El fuego en Matalavilla puso en jaque el hábitat del oso y del urogallo, de especial protección en el Alto SilSilván, en el municipio de Benuza, asolado por los fuegos un año tras otro, perdía incluso alguna vivienda antigua bajo las llamas en el mes de octubre, unas jornadas nefastas en el Bierzo que incluso hicieron que una mañana, el cielo de Ponferrada no despertara.Fue el 16 de octubre cuando la atmósfera se volvió irrespirable en la ciudad y el cielo se tornó en una suerte de rojos plomizos temibles.La sequía mezclada con los fuegos que continuaban vivos en los montes y, sobre todo, con seis focos iniciados ese día en la ciudad, hicieron que Ponferrada tuviera un aspecto apocalíptico. Al final fue la mezcla de la sequía y de los seis focos urbanos que había iniciado un hombre de 40 años que los había diseminado en su camino matinal en bicicleta, desde su barrio de Flores del Sil hasta la Terminal de Mercancías.

También el Pajariel ardía de manos de otro incendiario, un monte que, pese al voluntariado que se dedica a cuidarlo de los incendiarios, este año también tuvo que soportar varios focos. Aunque en 2015 fue durante tocado por las llamas, en 2016 solo registró un conato de incendio.En 2017 han sido varios, sobre todo entre septiembre y octubre, los quese han producido, aunque todos han sido controlados con prontitud y el denominado ‘pulmón verde’ de Ponferrada ha conseguido seguir siéndolo.

La Cabrera pierde 10.000 hectáreas bajo las llamas y sale a la calle para oponerse al pirómano


En agosto un incendio forestal declarado en Encinedo obligaba a desalojar a medio centenar de vecinos de la pedanía de Santa Eulalia y diez en la de Villarino, en el municipio deTruchas. Todo de una manera caótica, con frentes de fuego kilométrico totalmente incontrolado que la Junta luchaba porque no pasara hacia Zamora.El fuego, en su segundo día, llegaba a nivel 2 y reunía a más de 200 efectivos en su extinción, incluso a la Unidad Militar de Emergencias y a una decena de helicópteros.

Pasaban los días y el fuego se mantenía vivo, el nivel 2 y los efectivos intentando acotar las llamas, que formaron un perímetro de 55 kilómetros. El resultado, mucho peor incluso que las primeras estimaciones, la pérdida de unas 10.000 hectáreas de un territorio natural especialmente importante. Los vecinos salieron a la calle para lanzarle sus críticas al pirómano que inició esa tragedia y reclamaron la declaración de zona catastrófica para la superficie ennegrecida y dolida por el fuego. Un «nunca más» sonaba con fuerza en La Cabrera en la voz de más de 300 personas.

En vistas al destrozo producido por el fuego y ya en la esfera política, el procurador en Cortes por el PSOE, Tino Rodríguez solicitó una inversión de un millón de euros para recuperar la zona, una cantidad que pretendía incluir en los presupuestos de 2018, pero que no consiguió que fuera aceptada por el PP. Sí solicitó que se informara de los daños, incluyendo también los producidos en la ganadería y, por consiguiente, en la economía de la zona.
El incendio de La Cabrera ha sido el más devastador de la provincia este año, uno de los peores en materia de incendios en la provincia. Tan solo el recuento en los meses de verano fue de 11.603,81 hectáreas de terreno arrasadas por las llamas.

Desde enero a junio ya se habían registrado, según datos de la Junta,471 incendios con un total de 6.233 quemadas. Solo el incendio de Castrocontrigo superó estas cifras en 2012, puesto que llegó a arrasar 24.000 hectáreas.

En juego el hábitat del oso

Y en Matalavilla, lo que parecía un fuego que podría controlarse con facilidad, se convirtió en una tragedia ecológica. Nivel 1 establecía la Junta en las primeras jornadas del fuego que avanzó hacia las antiguas vías del tren a Villablino y se metió en Valseco, en territorio de especial importancia para el hábitat del oso y del urogallo. Mientras se extinguía ese fuego, que duró más de tres jornadas, se encendían otros, sin dar descanso a las brigadas en Sosas de Laciana, Caldas de Lunay San Martín de Moreda (Vega de Espinareda).
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