El 10 de mayo de 1925 nace el periódico local El Eco Berciano. En la cabecera y bajo el nombre del periódico aparece la palabra «Semanario», pues aparecía, en efecto con periodicidad semanal cada domingo de mes. Como otros periódicos de la época, menciona también en la cabecera que es «Defensor de los intereses de la región»; se vendía al precio de 10 céntimos como «ejemplar suelto».
Su director era D. José Ovalle Fernández y la redacción del periódico estaba en la Plaza de Prim números 6 y 8. En un principio se imprimió en la imprenta de Nicesio Fidalgo, de Astorga, tal y como apunta Carro Celada en su Historia de la prensa leonesa. Pero una vez más debo corregir el texto de referencia de Carro Celada dado que no fue siempre la imprenta de Astorga la que imprimió El Eco Berciano, pues poco después de su aparición, concretamente el 16 de agosto de 1925, el periódico comenzó a imprimirse en la imprenta Alborada de Monforte hasta su último número.
En el número 2 de 17 de mayo de 1925 en la primera página, en la sección «LECTORES» el director explica las causas para publicar el nuevo semanario señalando que «El éxito obtenido por nuestro primer número de El Eco Berciano nos da alientos para seguir en la campaña emprendida de paz y regeneración».
El director aprovecha para declarar la amplitud de miras del periódico señalando que «Las columnas de El Eco Berciano están siempre dispuestas para aquellas personas que con buena y sana voluntad deseen laborar en bien de nuestra región que tanto lo necesita». El nuevo semanario va a ser, efectivamente, un cauce para las noticias locales, básicamente, de Villafranca del Bierzo. Pero también y a través de sus «corresponsales» (y no «gacetilleros» como los denomina Carro Celada) —tal como se les nombra en las páginas del periódico— en Monforte, Astorga, Villadepalos o Toral de los Vados.
Desde un principio el periódico combina la información de sociedad con las noticias reivindicativas sin olvidar el importante papel que cumple como difusor de la poesía, una labor esta, la de divulgación cultural, que es común en todos los periódicos de la época que se han reseñado en esta sección.
Así, en el número 2, podemos leer dos poemas, uno sin firma titulado «Semblanza femenina» y otro titulado «Contrastes», este bajo la firma de José Bálgoma. Pero el talante reivindicativo está presente desde sus primeros números, como en el artículo titulado «Despertemos», en el que se advierte del peligro para Villafranca de dormirse y de no estar abierta a los nuevos tiempos: «Sumida en su indolencia, no ve al mundo que avanza en brazos del progreso ni atiende al dilema que en el mismo impera de «reformarse o morir»». Como se ve, ya entonces existían gentes que advertían de la pérdida de pujanza de Villafranca y cómo caminaba a ser sustituida en importancia por otras localidades cercanas como Ponferrada e insiste: «Es necesario, que nuestro pueblo despierte. Es hora ya, que abandonando esa estúpida modorra en que está sumido, vuelva a la vida».
En este mismo sentido, el citado número 2 expone en la contraportada del semanario las diligencias llevadas a cabo para que se construya el trazado ferroviario de Villafranca del Bierzo a Lugo. Estas diligencias fueron sendas cartas dirigidas al «Presidente del Directorio Militar» y al «Presidente del Consejo Superior Ferroviario». España vive, en efecto, la época del Directorio Militar de Primo de Rivera que se había instaurado en España tras el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923. Se trataba de un directorio militar porque estaba íntegramente constituido por militares y se prolongó hasta diciembre de 1925 en el que pasó a ser sustituido por un Directorio civil integrado por civiles y militares.
El periódico se vendía, como se ha apuntado, al precio de 10 céntimos el ejemplar suelto. Pero también podía adquirirse por suscripción trimestral al precio de 2 pesetas y de 8 pesetas al año (España) o al precio de 10 pesetas por semestre y 17,50 pesetas al año (Extranjero). De los precios de suscripción se informa tanto en la propia cabecera del periódico como en el interior del semanario, añadiéndose también que los anuncios se cobrarán a «precios convencionales». Estos anuncios son curiosos para el lector actual. Así se anuncian, por ejemplo: «Aurelio Bello Laurel. Talleres mecánicos de carpintería. Instalados estos talleres con los mejores adelantos modernos»; «Carmen Cubero. Tejidos del Reino y extranjeros»; «Hojalatería y Calderería Joaquín González. Especialidad en construcción de tinos para aceites, alambiques y soldadura autógena» o «La Covadonga. Fábrica de chocolates, galletas finas y caramelos».
En el apartado de noticias, el periódico es más bien parco. Se trata de meros comentarios de unas pocas líneas sin que se profundice demasiado; son más bien sucesos, los más de ellos, intrascendentes. Así se puede leer que : «Procedente de La Habana llegó nuestro querido amigo D. Abelardo de Arriba. Que sea bienvenido»; o esta otra que señala que «Desde hace algunos días se encuentra en esta villa la excelentísima Sra. Marquesa de la Vega de Volcillo, hermana de nuestro buen amigo D. Mariano Caro del Arroyo. Feliz estancia en esta deseamos a tan ilustre dama».
Pero también hay lugar para dar cuenta de noticias luctuosas como la titulada «Atropello» que describe la muerte de una niña atropellada en la carretera Madrid- Coruña «junto a la iglesia de La Puebla» por D. Vicente Lago o la terrible noticia que da cuenta del envenenamiento sufrido por una familia en la noche del 26 de noviembre de 1925. La noticia se titula «Horrendo crimen» y describe la tragedia sufrida por Miguel Soto, un vecino de Ribón «pueblecito del Ayuntamiento de Paradaseca» que compartió una cena mortal con su familia. Tal y como describe la crónica negra: «En la cocina de la casa montañesa queda el pote con el resto del caldo que ha de servir de cena, pero también a plena confianza y por no tener la llave de la puerta de la choza aldeana no se ha cerrado. Entonces varias alimañas de las que Dios permite andar en dos patas llegan al lar, destapan el pote y sobre el caldo que contenía echan arsénico […]». Por estos hechos, al parecer, detuvieron a dos vecinos de Ribón como presuntos autores.
Mención aparte merece la atención que el semanario puso en el teatro de Villafranca, tanto para el teatro como para el cine. El número 20 de veinte de septiembre de 1925 coloca en su portada un fragmento de la obra «Son mis amores reales» del autor Joaquín Dicenta (hijo) coincidiendo con el anuncio del estreno en el teatro villafranquino de la programación que incluía una obra del propio Dicenta, «Mi tía Javiera»; «La señorita primavera» de Fernández Villar o «La tonta del bote» de Pilar Millán Astray. El semanario incluía siempre una esmerada publicidad de las obras que iban en la cartelera del teatro. Por ejemplo, de la obra cinematográfica «Las dos niñas de París» se señala que es una «Grandiosa producción en doce episodios, interpretada por los mejores artistas de Gaumont, y que entra en las selectas que la casa titula, Superproducciones».
Hay espacio en el periódico para la crítica teatral y cinematográfica dando cuenta de críticas sobre obras de Carlos Arniches o Pilar Millán Astray. Sobre la compañía teatral Dicenta-Vargas se apunta, por ejemplo, que «Quienes destacan en esta compañía tan completa es labor difícil porque todos están siempre ajustados a sus respectivos papeles». En otras ocasiones, se pone en portada el retrato de alguna artista que está actuando en ese momento en el teatro como en el caso de la fotografía de la actriz María Luisa, «Primer actriz de la compañía de Sketchs que está actuando con gran éxito en el Teatro Villafranquino».
El Eco Berciano experimentó una importante renovación en agosto de 1925 cuando cambia la cabecera del periódico y se empieza a imprimir el mismo en la imprenta Alborada de Monforte. Es en esas fechas cuando el semanario tiene ya un redactor jefe, Eduardo Fernández. La sede estaba en la Plaza de la Constitución, 2 . Desde esta fecha los cargos cambian de forma notoria. En octubre de 1925 ya aparece como nuevo director del semanario Eduardo Fernández y como redactor jefe Francisco de Ll. Junquera. Y en diciembre queda como director únicamente Francisco mudándose la sede de la redacción a la Calle San Salvador, 2. Estos cambios en los responsables y en las diversas sedes en tan breve lapso hacían presagiar la desaparición del periódico que no se prolongó más allá de 1925. Como refiere Carro Celada «Su primer director, José Ovalle va a dirigir en 1926 un nuevo periódico, Informaciones del Bierzo». El Eco Berciano pasaba así a convertirse en memoria impresa.