Dos estaciones de tren, Renfe y MSP

Colaboración incluida en la sección 'Del hoy al ayer' de Rafa Casas

Rafa Casas
22/12/2024
 Actualizado a 22/12/2024
De Red Nacional de Ferrocarriles Españoles a Administración De Infraestructuras Ferroviarias.
De Red Nacional de Ferrocarriles Españoles a Administración De Infraestructuras Ferroviarias.

Llegado al final de la avenida de España a la altura del siempre denominado puente del ferrocarril, dirigiendo la mirada en dirección a la avenida de Portugal, situamos a nuestra derecha el Museo del Ferrocarril (años atrás la estación de la MSP) y a la izquierda la estación de trenes Adif (evocando la estación de Renfe, no hace tanto tiempo). Una y otra han supuesto un antes y un después en la historia de la ciudad y la vida de muchos habitantes de Ponferrada. Con el recuerdo de décadas atrás llegado a este lugar parecía que la ciudad tenía aquí su punto y final. En el horizonte, una lejana barriada con el nombre de Flores del Sil; a su derecha, el poblado de la MSP. 

La fecha del 4 de febrero de 1882 es un día a recordar dado que supuso ver la llegada del tren a Ponferrada tras un largo y arduo trabajo de catorce años para que, gracias al túnel horadado en la montaña -en forma de lazo-, el ferrocarril pueda solventar el desnivel del Manzanal. Hasta aquellos momentos el viaje Madrid-Ponferrada resultaba arduo, lento y agotador; la tracción animal era el vehículo de transporte. Con el tren -caminos de hierro-, el trayecto mejoraría una barbaridad. Supuso toda una fiesta y esperanza de nuevos acontecimientos para la ciudad. La primera estación estaba situada enfrente a la actual, a espaldas de la avenida del Castillo. A mediados del siglo XX se trasladaría al otro lado de la vía. Dicho espacio sería utilizado para la construcción de muelles de mercancías, nave facturación a manera de paquete expreso, fábrica de aceites de Elosúa…  

Este período era en su mayoría de trenes de mercancías, destacando los vagones de carbón con sus correspondientes muelles de carga. La estación tenía una reserva de máquinas, taller de tracción y material móvil, todo ello conectado mediante cuatro vías, al margen de la vía principal. Gracias a este medio de transporte pudimos viajar a León capital para diferentes tramites como la realización del servicio militar; a Guitiriz para ir a tomar las aguas de su balneario con la familia; a La Coruña -’ciudad en la que nadie era forastero’- para conocer por primera vez el mar; a Madrid para descubrir la capital de nuestra patria; a Toral de los Vados para pasar una jornada dominical a orillas del Burbia en los meses de julio y agosto…

Actualmente, cada vez menos viajeros hacen uso de este medio de locomoción. Sin embargo, el tren me hace recordar acontecimientos del siglo pasado. Me evoca el poner una moneda de diez céntimos, la célebre ‘perra gorda’ (patacón por mis raíces gallegas) en una época de penuria, o bien una peseta a la que popularmente se la llamaba ‘rubia’ por su color dorado colocada en los rieles del tren. Al paso de la locomotora y vagones del convoy dejaban aplastadas las citadas monedas con un aspecto irreconocible que ante nuestros ojos resultaba ser una imagen mágica. Quiero contar la historia-leyenda de las madres que llevaban a sus hijos a respirar el humo que desprendían las locomotoras de carbón por sus laterales, una nube de vapor aprovechada para ser respirada con el fin de curar o prevenir la tosferina, enfermedad infecciosa que provocaba una convulsiva tos en niños y jóvenes. Era típica en la posguerra, y posteriormente se consiguió erradicar totalmente. El azufre del carbón que movía las locomotoras estaría el origen de este remedio tan peculiar. Recuerdo acercarme a la estación, a hora tardía, para buzonear una carta en el vagón correo.

De estación de la Minero a Museo del Ferrocarril.
De estación de la Minero a Museo del Ferrocarril.

Aunque, sin duda, el más grato recuerdo hace referencia a la tarde del 5 de enero del año 1958 donde, como estaba anunciado y programado, 18:30 hora ferroviaria, llegaría a la estación de Renfe el tren que conducía a sus majestades los Reyes de Oriente. Serían recibidos por una multitudinaria muchedumbre que acudía a rendirles honores -entre la que predominaba la gente menuda- para a continuación procederse a la formación de una comitiva que seguiría a los augustos visitantes a través de las principales calles de la ciudad. Resultaría ser la primera Cabalgata de Reyes a celebrar Ponferrada, y su organización correría a cargo del Frente de Juventudes y Radio Ponferrada. En años posteriores descubriríamos que el Oriente (Persia) no estaba tan lejos como nos lo imaginábamos, ¡estaba en los talleres de Renfe, barrio de La Placa! Días antes se proyectaba una película en el cine Morán, destinándose el importe total de la recaudación para la organización del evento anteriormente relatado. Por su parte, en el Cine Sil, la misma empresa de espectáculos Adriano Morán López, la proyección cinematográfica con su correspondiente recaudación se destinaba a beneficio de los pobres de la parroquia de Santiago Apóstol de Flores del Sil.

A escasa distancia de la que en un principio se llamó Estación del Norte, más tarde Renfe y ahora Adif, estaba la del tren de vía estrecha de la Minero, a diferencia de los ferrocarriles de vía ancha de Renfe, un edificio de viajeros de la estación que se ha transformado y convertido en Museo del Ferrocarril. Ayer y hoy un reloj y una campana la delatan. El 23 de julio de 1919, primera vez del trayecto que unía Villablino (capital de Laciana) y Ponferrada (capital del Bierzo) por ello la sigla P-V en las locomotoras, el Ponfeblino, con un marco matiz de tren mítico. En sus últimos años, un auténtico reclamo turístico de amantes de los trenes de tracción de vapor, venidos de países tan dispares como Reino Unido, Francia, Alemania… e incluso del lejano Japón.

Era el único ferrocarril de gestión privada y pasaría a la historia por ser el último tren regular de viajeros de Europa Occidental con tracción de vapor. Eran dos trenes de viajeros por sentido y día. Uno, el Mixto (también con el nombre de mercancías acelerado), con salida temprana de Villablino y llegada a Ponferrada sobre las 9 de la mañana. El inverso partía de Ponferrada, según la época del año -invierno o verano- entre las 17 horas y las 19:30. El otro, el Correo, en sus inicios partía de Ponferrada a primeras horas. Incluso antes de la llegada del Mixto se le llegó a conocer popularmente como el Especial. Con el transcurrir de los años se fue cambiando su hora de salida hacia el mediodía, 12 de la mañana, de la que yo puedo dar fe al haber ido -muchas veces- a ver su salida con los amigos del barrio. El inverso solía salir de la capital lacianiega entorno a las 15:30 (eran un trayecto con una duración media de dos horas y treinta minutos) con su llegada a la capital berciana hacia la tarde-noche.

De aquella añorada y querida estación, la imagen de un tren a vapor especial y único. Olor del humo de las locomotoras de carbón, el sonido de las bielas de las ruedas al moverse, comprensor, tapa de la caja de humos, techo de la cabina, vagones con tres clases de plazas de viajeros, asientos de madera, etc. Son imágenes imborrables de personajes como el jefe de estación con su traje, gorra, banderín rojo y su correspondiente silbato; el maquinista y el fogonero con sus monos de trabajo y una cara tiznada de negro debido a la materia primada utilizada por alimentar la caldera de la locomotora; subida y bajada de hombres, mujeres y niños del convoy portando un equipaje peculiar como eran sus maletas, cestas de mimbre con productos como huevos, hortalizas u otros enseres; jóvenes en edad estudiantil con su correspondiente cartera portadoras del material escolar para subir hasta el Instituto de Enseñanza Media Gil y Carrasco (único centro para realizar los estudios de Bachiller Elemental y Superior en toda esta zona geográfica de la provincia de León) con un rostro y vestimenta que les delataba pertenecer a una determinada clase social de aquellos años. Con los ojos actuales, ellos fueron testimonio de un patrimonio histórico y cultural tanto de Laciana como del Bierzo.

Recuerdo establecimientos próximos a esta estación de la Minero. Relacionados con el termino café-bar estaban el Túnel, el mesón Tres Portiñas -con su afamado pulpo a feira-, el Minero, el Suárez… de este último destaco sus patatas con pimientos (berciana) o salchichas (alemanas), patatas con oreja (parabólica) o panceta (pacinger). De acompañarnos algún nuevo foráneo que había venido a pasar unos días a Ponferrada, en Semana Santa o verano, era el momento adecuado para ofrecer al novato la oportunidad de demostrarnos sus dotes musicales tocando un instrumento musical semejante a una flauta. Las notas musicales se convertían en una pequeña nube de color blanco, harina. De ser una mujer, era el momento para que desde el techo del establecimiento empezase a bajar una araña -de plástico, con su correspondiente hilo de tanza- para posarse en el hombro de la zagala. Lo que ocurría a continuación no necesita explicación, queda al libre albedrío de cada uno. La reacción o respuesta dependía en gran manera del sentido del humor de la persona que había sido objeto de la broma. 

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