La tierra y las rocas comenzaron a moverse al llegar la tarde noche del domingo en el pequeño pueblo de Oencia, Lusío, sepultando seis viviendas, cuatro de ellas deshabitadas y dos residencias estivales.
La lluvia de los últimos días hizo que la tierra cediera y los dos vecinos que quedan el el pueblo vieran de cerca como la lengua del desprendimiento se llevaba las casas sin poder hacer nada y con temor de que fuera a más.
Los vecinos, que tuvieron que dormir fuera de sus casas, están preocupados por lo sucedido y aseguran que Lusío, con esta catástrofe, se ha perdido, porque son viviendas que no volverán a ponerse en pie.