Como en casa, en ningún otro sitio

La unidad de convivencia del centro de día de AFA Bierzo cumple un año creando un "ambiente casero" para favorecer la autonomía de los pacientes

D. Álvarez (ICAL)
24/03/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Unidad de convivencia 'En mi casa'. | C.S. (ICAL)
Unidad de convivencia 'En mi casa'. | C.S. (ICAL)
Una zona de comedor, una cocina, un salón, un área de taller y un cuarto de estudio integran la unidad de convivencia que estos días celebra el primer aniversario de su inauguración en las instalaciones del centro de día que gestiona la Asociación de Familiares de Alzheimer (AFA) Bierzo en el barrio ponferradino de Flores del Sil. «Nos falta la tele», reconoce entre risas la directora del centro, Ana Pilar Rodríguez, que recuerda que esta «forma de trabajo nueva» se desprende del modelo ‘En mi casa’, impulsado por la Junta. Se trata de «potenciar las actividades de la vida diaria y adaptar el lugar donde conviven los pacientes para que se parezca lo máximo posible a sus propias casas», explica.

Tras una inversión de 24.000 euros, de los cuales la Junta aportó el 75 por ciento y el Ayuntamiento de Ponferrada el otro 25 por ciento, los profesionales del centro aprovechan el nuevo espacio para programar actividades diarias, como labores de costura, de lectura o de cocina, que se proponen a los pacientes. Éstos «tienen la libertad de integrarse en la actividad que se está llevando a cabo en esta sala» o de acudir a cualquier otro de los puntos de referencia del centro ya que disponen de «trasiego libre», recalca Rodríguez, que señala que en otra sala, los usuarios practican una actividad en la que usan una guía adaptada para poder llamar por teléfono a comercios, restaurantes o peluquerías, con el objetivo de mantener su autonomía personal.

Mientras tanto, en la zona de cocina de la unidad de convivencia, Miguel, que trabajó de cocinero en un restaurante, organiza a sus compañeros para preparar un almuerzo con canapés elaborados con una pasta de atún, tomate y mayonesa. «Nos encanta estar aquí y disfrutar de las actividades que nos proponen», explica. Sus compañeros de mesa coinciden en destacar que el «ambiente casero» que se crea en la sala propicia que se produzcan reuniones espontáneas para charlar o jugar una timba de cartas. «Nos sentimos muy bien, porque trabajamos muy a gusto y estamos todos muy unidos», aseguran los pacientes.

Mantener sus capacidades


Los grupos que se crean son «heterogéneos» y formados por personas «con diversidad de capacidades», de manera que «cada paciente se beneficia del taller de una manera», matiza la directora del centro. «Al contrario que un niño, que cada día aprende cosas nuevas, vemos que nuestros usuarios van ‘desaprendiendo’. Lo que han ‘desaprendido’ no se toca, pero lo que todavía está preservado se intenta mantener», explica Rodríguez.

Por su parte, la terapeuta ocupacional del centro, Marta Fisteus, remarca que el «ambiente jovial y alegre» de las instalaciones colabora en el objetivo de mantener las habilidades sociales de los pacientes. «Están más tranquilos, más cómodos e integrados y se mueven con más normalidad y confianza», explica Fisteus, que recuerda que «al principio, a nivel conductual, se hacía difícil tener a 15 personas en la sala», aunque la «reeducación» también ha servido para que los terapeutas se adapten al nuevo espacio y a las nuevas exigencias del trabajo. «Aprendemos a la vez a integrarnos en el nuevo método», explica Fisteus.
Lo más leído