El 8 de diciembre, a las 13 horas, Matachana volverá a vestirse de fervor, memoria y raíces. La procesión en honor a la Virgen de la Milagrosa recorrerá de nuevo las calles del pueblo, rescatando una tradición que durante décadas formó parte del latido íntimo de la comunidad y que ahora renace gracias a un hallazgo inesperado: una antigua carta que relataba, con emoción y detalle, la importancia de aquella celebración.
La tradición que viajaba en burra
Durante buena parte del siglo pasado, la procesión del Día de la Inmaculada, organizada por la Cofradía de las Hijas de María, era uno de los actos más queridos por los vecinos. Coincidía con el popular “Día de la Madre” y reunía a familias enteras en torno a la devoción de la Milagrosa, una figura que se convirtió en símbolo de protección y fe para Matachana.
La historia de la imagen es tan humilde como hermosa. Los mayores recuerdan cómo llegó desde la estación de tren, transportada por cuatro mujeres que la subieron a lomos de una burra hasta el pueblo. La escultura había sido donada por la señora María, una benefactora cuyo gesto dejó una huella imborrable. El estandarte que la acompañaba fue posible gracias al ingenio colectivo: las vecinas organizaron representaciones teatrales para recaudar fondos, guiadas por la maestra del pueblo, Doña Pura, una figura muy querida.
Un recorrido que une generaciones
Este año, la procesión recupera todo su simbolismo. El itinerario volverá a engalanarse con arcos de hiedra, como en las celebraciones de antaño. Mujeres ataviadas con trajes tradicionales portarán las medallas de la Cofradía de las Hijas de María, devolviendo a las calles ese aire solemne y sencillo que tanto caracterizaba a Matachana.
Tras la misa, la comunidad vivirá uno de los momentos más emotivos: la ofrenda del ramo a la Virgen. Después se entonarán coplas tradicionales y otras de nueva creación, inspiradas en relatos, leyendas y vivencias que han acompañado a la devoción por la Milagrosa durante generaciones. Será un homenaje cantado, nacido de la gratitud y de la necesidad de mantener viva la memoria compartida.
La carta que despertó al pueblo
El impulso definitivo para recuperar la tradición llegó casi por azar. Una carta antigua, conservada durante años, relataba con detalle la relevancia de aquellas procesiones y la implicación de dos vecinas que dedicaron su vida a mantener vivo el legado cultural de Matachana. Su lectura removió al pueblo, despertando el deseo de honrar "lo que fueron, lo que somos y lo que queremos seguir siendo", explica una de las vecinas, Belén Palencia.
Hoy, la procesión de la Milagrosa no es solo un acto religioso, es un gesto colectivo de respeto hacia las generaciones que construyeron la identidad del pueblo. Es también un compromiso hacia los jóvenes, para que los símbolos, las canciones y las historias no se pierdan en el ruido del tiempo. Una tradición que renace para seguir siendo hogar.