Remontándonos a los principios del siglo XX, Villafranca del Bierzo, vivía una época de esplendor que transcendía a toda la Comarca del Bierzo y a una buena parte de la provincia de León, de tal manera, que esta población era uno de los Partidos Judiciales más renombrados, no solo en la provincia, sino también en la vecina comunidad de Galicia.
La historia que paso a contar tuvo lugar en esta villa que, desde tiempo inmemorial, fue pasada de padres a hijos, abuelos y demás. Razón quizás por la que los villafranquinos presumimos de que, desde hace más de cincuenta años, ninguno del lugar y pueblos aledaños, ha entrado en la cárcel.
Pasó entre dos laderas bastante pronunciadas en las que se encuentran situados los barrios de San Jerónimo y el denominado Campo de la Gallina, que hace que esta zona se le conozca por el nombre de este último barrio.
De tal suerte que también se le conocía como el Campo de los Ajusticiados, debido a que desde tiempos de la Inquisición, o quizás muchos años antes, de los que no se conservan testimonios ,escritos en la villa, pero que, como apuntaban los más ancianos de la comarca, en este Campo fueron ajusticiados muchos reos de la justicia, entre los que destacan por ser los últimos los llamados ‘Ladrones de Ruicereixo’, de quien nuestros antepasados dicen recordar que el mayor de ellos, pidió dirigir la palabra a los que contemplaban la ejecución y que desde entonces les atribuyen las siguientes frases: Padres que tenéis hijos, no dejéis qué ellos roben nada, porque yo comencé robando una aguja y ahora me veo ante la soga del verdugo.
Se dice que hubo más ajusticiados en este mismo Campo y por distintos motivos. Lo que da que pensar, que en este lugar, era donde muchos vieron la luz por última vez.
Remontándonos a otras fechas anteriores, algunos estudiosos afirman que también hubo ejecuciones de los llamados ‘Afrancesados’ una vez que en la Guerra Napoleónica, Villafranca fue liberada por los Españoles Ingleses y el Batallón Buenos Aires. De este último, nos podría informar el historiador Lobato, quien ha publicado un amplio estudio sobre el mismo.
Volviendo a retomar a lo que podríamos denominar historia o leyenda de ‘Los Ladrones de Ruicereixo’ se dice que eran dos hermanos que se dedicaban a robar en todos los pueblos de los alrededores. Desaparecían una pequeña temporada y reaparecían asaltando incluso las diligencias, que hacían la ruta a Galicia o bien a los denominados por algunos como correos, maragatos, que transportaban dinero y enseres valiosos a esta Comunidad gallega.
Recordando esto, ya muy documentado, se sabe que en Villafranca había una casa de postas, hoy desaparecida, en la calle de Santiago número uno, con la herrería para caballos, en un terreno, frente al castillo a la izquierda, de lo que hoy es la entrada al castillo.