Nace una nueva idea para dinamizar el comercio en Ponferrada: unirse al arte

La tienda Low Cost cede su escaparate por un mes a la exposición del escultor Nacho Guarido, instando al paseo desde la calle por una pequeña galería de arte

02/04/2024
 Actualizado a 02/04/2024
Marga y Nacho al lado del escaparate reconvertido en una pequeña galería de arte a los ojos de la calle. | MAR IGLESIAS
Marga y Nacho al lado del escaparate reconvertido en una pequeña galería de arte a los ojos de la calle. | MAR IGLESIAS

Como las grandes decisiones, esta se forjó en una tertulia de café. Marga Carrera, propietaria de Low Cost, hablaba del comercio local, de los años de pandemia, de forjar nuevos frentes desde lo que poder atraer a un público aletargado después de aquel encierro. Siempre ha dibujado ideas pioneras desde que hace 33 años abriera su establecimiento de decoración y hogar en la avenida de España de Ponferrada.

Tres décadas de Low Cost en las que fue pionera al ser el último local comercial de Ponferrada en mantener la peseta viva como medio de pago. Eso le permitió destacar y llenar el bolsillo de anécdotas de aquellos clientes que se encontraban por casa los billetes olvidados del abuelo que querían gastar, cambiar o saber su valor, porque también Low Cost mimó el valor de las monedas antiguas. Pero, pasado ese tiempo, Marga quería recuperar el empuje comercial con nuevas ideas y dinamizar el centro de la ciudad, tan dada al paseo y a desvelar los misterios de los escaparates que parecían ofrecer una buena fórmula pensando en ellos.

Y, removiendo ese café, la amistad ató un nuevo proyecto que pretende ser el inicio de algo grande. El escultor Nacho Guarido le habló de su obra, que nunca había utilizado como hábitat un escaparate en una zona comercial como la de Low Cost. Y la oferta de llenar, durante un mes ese espacio, le pareció “una pasada total”.

“Es otra forma de ver el escaparate”, dice Marga “una idea original”. Y aquel proyecto tomó forma con la unión del comercio y el arte por primera vez.

Low Cost se convierte, estos días, hasta el 28 de abril, en un pequeño museo de Nacho Guarido, con el “Frenazo del gato” como obra estrella, de cerca de un metro de altura, en el medio del mismo y unos amplios tentáculos de sus piezas a raíz de él como Los tres Músicos, reflejados en sus instrumentos o La pincelada perfecta, dedicada al pintor de Las Médulas, Paco Yllán, o La jaula de los derechos perdidos... “Quise organizar la muestra con una pieza central que me atrae, porque está destinada a un amigo fallecido y alrededor, otras secundarias, siempre con historia”. Son cuentos que ahora se leen desde la calle, realizados con mimo hasta completar 21 piezas más dos. Y es que el 21 es el número fetiche de Nacho “dicen que son los gramos que pesa el alma” y por eso lo ha escogido en esta llamativa muestra que la final ha engordado ese alma un poco más para no  dejar  al viandante indiferente. Hay que leer cada trazo de sus esculturas, realizadas con materiales reciclados, y con “gamusinos” que hay que buscar en cada pieza.

Nacho, José Ignacio Fernández Guarido, es escultor desde que destripó su primer juguete, aunque no se declaró como tal hasta que estabilizó su vida y tuvo que sacar eso que le rondaba por la cabeza. Natural de Villaseca de Laciana, cumple 70 años desde Ponferrada, con un pasado en Alemania que recuerda en las fotografías de niño, y un futuro ligado cada vez más a su faceta artística. Pintor y escultor habla desde sus obras, sobre todo en clave reivindicativa y solidaria.

Todo un lujo de escaparate que Marga, experimentada gerente comercial, que ha vivido los mejores y peores años de la ciudad a este nivel, quiere regalarle, como una nueva experiencia, y espera que resulte atractiva “son sus piezas únicas”, que Nacho dice que nacen solas “solo soy el que mueve las manos para sacarlas”, relata con humildad, frente al escaparate “hay un gamusino que no quiso volar, por mucho que lo intenté y también está en la muestra”. Son “el sentimiento del momento” recogido con el fin de hacer una parada artística en medio de una zona comercial.

Un respiro que de sentido al paseo por la ciudad con el que Marga quiere iniciar una actividad que puede no acabar aquí. Abre sus puertas a la posibilidad de entablar posibles alianzas con otros artistas para seguir haciendo grande esa manera de enfocar la vida en la ciudad, lejos de la compra por internet y las grandes superficies. Ofreciendo la posibilidad de acercarse a la obra artística original y poderse hacer con ella incluso.

En la exposición “buscamos el equilibrio entre un escaparate comercial y uno artístico”, algo que no ha resultado fácil pero, después de remangarse y trabajar juntos, han conseguido que las piezas obliguen a pararse frente a ellas.

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