La novela de ‘El señor de Bembibre’ tiene movimiento y no es el de las hojas al pasar, gracias a la compañía de teatro berciana Conde Gatón, que desempolvó esa obra «cuando nadie sabía quién era Gil y Carrasco», recuerda José Luis Cavero, uno de los actores que, desde los años 70, con idas y venidas por su vida en Madrid, ha estado implicado en ese proyecto teatral que se conserva hasta hoy.
Conde Gatón nació en el año 1967 y, cuando cumplía una década se encontró con la primera versión completa de la novela. Cavero recuerda que fue bajo la dirección de Eduardo Camacho, un profesor de la Escuela de Teatro de Barcelona en aquel momento, que coincidió que estaba en Ponferrada realizando unos cursos, como comenzó aquel proyecto. En colaboración con Ovidio Lucio Blanco, director de la compañía teatral, ambos decidieron realizar algún trabajo con un autor local. «De aquella Gil y Carrasco, El Señor de Bembibre e incluso el Castillo estaban olvidadísimos», dice Cavero. Era difícil conseguir ejemplares de la novela «ahora todo el mundo está muy orgulloso de Gil y Carrasco, pero de aquella no tenía interés. Se llevaba el teatro revolucionario».
Ahí comenzó una historia que se estira en el tempo hasta hoy. El segundo paso, tras realizar la dramaturgia de la obra, fue meterla en el Castillo. Era su sitio y hubo que desbrozar su interior para poder hacerlo. Pasó el tiempo y la estructura de la obra se ha mantenido. Hoy tiene una estética estudiada, tatuada en el Castillo y que sigue llevando la bandera del éxito entre los espectadores, cuando se une a la noche y a la música de uno de sus actores, Javier Vecino. Eso es comenzar a desvelar lo que las visitas teatralizadas actuales aportan con esa interpretación de la novela.
Cavero reconoce que fue de la mano de Conde Gatón cuando se resucitó la figura de Gil y Carrasco primero y después la del Castillo como fortaleza templaria que hoy se denomina la joya del turismo de Ponferrada, cuando, en los años 70, estaba dejándose caer.
La dramaturgia de Ovidio Lucio Blanco es la que se utiliza hoy. En el 88 se hizo la última versión completa de la novela. En aquel momento, se habían disparado los costes porque se había contratado actores de Valladolid, caballos…y las condiciones de los lugares para realizar los espectáculos cambiaron. Por las medidas de seguridad obligatorias, se recortaron los aforos, se tuvieron que acondicionar salidas y entradas…
Se hizo una versión de teatro para el estreno del Teatro de Bembibre y se actuó en el castillo de Cornatel «cuanto también ese fortaleza era una ruina y arriesgábamos nuestras vidas», al hacerlo de noche.
Y rebobinando de nuevo, en 2004 la obra se consolida con coordinadores de grupo que en cada escena dirigen lo que hay que hacer. Antes, Encina, una de las líderes del grupo, se encarga del reparto de vestuarios a figurantes y protagonistas. Tiene 70 trajes, los de cabreireses, los de templarios, el de Gil y Carrasco… hay una docena de actores en sí, pero muchos más figurantes, hasta el medio centenar, a los que hay que unir un completo equipo de sonido e iluminación sin el que la obra nocturna sufriría una impertinente cojera. Y con todas esas mimbres, la obra comienza. Ese año se hizo una versión que permitía la seguridad y usar el Castillo tras las excavaciones arqueológicas «conservamos el núcleo de la historia, la dramaturgia y después lo representamos y lo vendemos como una visita teatralizada». Y en esa venta, se van acoplando a la actualidad para guiar al grupo. Que si dos actores interpretan el papel de obreros que están excavando en el Castillo y dan paso a la obra, que si se encerraba al público porque era la hora de cierre y quienes comenzaban a contar la historia eran los que tenían la llave. Este año la historia comienza con dos guía de una compañía turística, TempliTour, Saray y Borja, dos actores que guían al centenar de participantes en el viaje al interior al ‘El Señor de Bembibre’ desde el corazón del Castillo. «Ellos vienen a hacer una visita teatralizada al Castillo y suceden cosas». Y algo común de todas las funciones, que el lleno es total, como ha sucedido ya este año.
Pero todo comienza unas horas antes de que empiece el directo de una historia inolvidable. La compañía empieza a llegar a ataviarse y Encina les da los trajes que cada uno debe llevar. Gil y Carrasco se prepara como lo imaginamos, sombrero de copa, capa negra y lazo en el cuello. Y con una antorcha, se aparece como un fantasma para meterse en el grupo de turistas a los que uno de ellos ha ido desvelando los misterios de la fortaleza y renegando de toda la palabrería confundida que ofrecen los guías. Cavero es ese madrileño renegón y listillo que aporta los datos antes de que Gil y Carrasco salga del torreón arropado por una luz azulada e inicie el relato de la leyenda.
Un viaje que va moviéndose por toda la fortaleza, hasta el Castillo Viejo, donde Álvaro Yáñez, el Señor de Bembibre es nombrado Caballero Templario. Hasta el combate final y el juicio…y la puntilla de Gil y Carrasco. Escenas que no pueden desgranarse, aunque el texto del romántico ya les de vida teatral.
El Señor de Bembibre es para el Conde Gatón su «gran responsabilidad» para estar a la altura de la categoría de la novela. No es lo único que han hecho de este autor. Han dramatizado su vida con ‘Nocturnos con niebla’. Y descubierto muchas cosas que no se sabían de Gil. «Es un patrimonio muy importante del grupo que no queremos abandonar», dice Cavero. «Esto al final es una fiesta. Llega el verano y no sabemos de dónde salen tantas personas que quieren implicarse con la obra», dice Cavero. Llegan para participar de figurantes y otros se quedan en el grupo «cada vez hay más interés por participar», asegura, aplaudiendo que sea así. Entre bambalinas dejo al Conde Gatón «desfacer el entuerto» de una hora de espectáculo tallado a la medida de una gran producción. Este año ya se ha puesto fin a unas visitas con el lleno total colgado y proponen repensar en darles continuidad con más fechas. Sea como sea, el próximo año, la fortaleza volverá a abrirles las puertas.