El Bierzo en emergencia climática

[Opinión] La Nueva Crónica inicia este lunes una serie dedicada a la Agenda 2030 de la ONU y a su aplicación concreta en el Bierzo, a través de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible

Valentín Carrera
16/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Un cartel que intenta que se tome conciencia sobre el uso y cuidados del agua.
Un cartel que intenta que se tome conciencia sobre el uso y cuidados del agua.
La Agenda 2030 es el mandato universal de la ONU para alcanzar, antes del año 2030, un horizonte de desarrollo sostenible definido por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta Agenda 2030 fue acordada por 193 países en septiembre de 2015 y desde entonces algunos Estados y administraciones han ido tomando conciencia del compromiso global, incorporando los ODS a sus políticas internas con más o menos diligencia y sensibilidad.

En España, el Gobierno de Rajoy fue más bien indolente, negacionista del cambio climático: cierta derecha política y económica actúa de espaldas a una realidad que luego nos golpea con sequías, riadas, ciclones, invasión de velutinas y toda clase de hongos y especies exóticas, comprometiendo nuestros ecosistemas. La salvación del planeta no es asunto de cuatro ecologistas: es un problema de todos, el problema más urgente que tenemos, y por ello se está hablando de Emergencia Climática. También en El Bierzo.

El presidente de Gobierno en funciones anunció el miércoles 11 en el Congreso que una de sus prioridades, si es investido, será declarar ese estado de emergencia climática. Mientras se despeja la ecuación de la investidura, el Gobierno ha creado el Alto Comisionado para la Agenda 2030, encargado de coordinar las actuaciones para el cumplimiento de la Agenda de la ONU.

A su vez, algunas comunidades autónomas y ayuntamientos han puesto en marcha sus propias oficinas para la Agenda 2030 o líneas de actuación coherentes con los ODS, como planes de movilidad, de calidad del aire, etc. Por desgracia, ni la Comunidad de Castilla y León ni El Bierzo están, por ahora, en la dinámica de apostar por una economía sostenible y un nuevo pacto social glo-cal (global y local).

Agenda 2030 en Castilla y León

En 2017 la Junta de Castilla y León elaboró las Directrices para la implementación de la Agenda 2030 en Castilla y León, presentadas en el Senado en enero de 2018. El documento está colgado en la web de la Junta junto con información somera de unas pocas acciones.

En materia de sensibilización y educación, la JCyL ha realizado: “Proyectos de Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global. Red de Centros Educativos por el Desarrollo en el aula, tanto en primaria como en secundaria. Difusión a la sociedad: Jornada anual con mujeres provenientes del ámbito rural; exposiciones y jornadas dirigidas a la ciudadanía; y alguna campaña en medios de comunicación». Básicamente, postureo.

En formación, la JCyL ha dado «impulso a la formación de los empleados públicos; profundizar en el conocimiento de los enfoques de género y medio ambiente para hacerlos transversales; ofrecer a los técnicos herramientas para incorporar los criterios de la Agenda 2030; y promover la formación de los docentes de los centros educativos». Más postureo. ¿Por qué afirmo que estas actuaciones son cosméticas, puro postureo? Por algo tan sencillo como la absoluta falta de credibilidad. La aplicación de los ODS no consiste en «decir», sino en «hacer». O se descarboniza la industria o no se descarboniza y seguimos con el patrón industrial del siglo XIX. O se apuesta por una política forestal integral sostenible, que garantice los ecosistemas de nuestros montes y bosques, o se siguen autorizando grandes plantaciones de eucalipto. Las macro granjas avícolas, bovinas o porcinas, o la caza basada en cotos de cría masiva, son formas de negocio incompatibles con una Naturaleza verde y una economía sostenible.

Da igual que se expliquen los ODS con colorines a los funcionarios de Burgos o a los niños de Palencia, si las políticas de las Consejerías van en dirección contraria, aprobando leyes de dudosa constitucionalidad, fomentando el negociete de los incendios forestales, o mirando para otro lado ante las graves denuncias de contaminación de la tierra, del agua y del aire que comemos, bebemos y respiramos. En conclusión, las actuaciones de la JCyL, en relación con la Agenda 2030 en el periodo 2016-2919, han sido de puro maquillaje, sin abordar los problemas reales derivados de una aplicación real de la Agenda 2030 en el territorio. Existe un documento de buenas intenciones, pero falta una acción decidida de gobierno para impulsar los 17 ODS en Castilla y León, dotada con las correspondientes partidas presupuestarias. La nueva Junta bipartita, encabezada por Igea y Mañueco, debería ponerse las pilas, revisar las graves decisiones contaminantes del ejecutivo anterior, y afrontar de una vez por todas con rigor la Emergencia Ecológica en Castilla y León.

La próxima semana Tal y Tal.
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