El ‘arquitecto’ del basket leonés emigra

Joaquín Rodríguez, santo y seña del Baloncesto León tras militar en él 25 años en los que fue delegado, director deportivo y presidente, abandona la provincia

Jesús Coca Aguilera
28/02/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Si hubo una figura que vivió y fue protagonista en el ascenso y la caída del baloncesto en León, ésa fue la de Joaquín Rodríguez. Entró como delegado, se convirtió en director deportivo y acabó siendo presidente. Una figura imprescindible en la historia del deporte en la ciudad que durante medio siglo, desde 1987 que entró en el Elosúa hasta 2012 en que el club desapareció, formó parte importante de su estructura.

Un icono de una época que llegó a su final y que ahora se cierra definitivamente con su marcha. Porque, después de colaborar durante dos años con el Fundación, compromisos familiares le llevan a abandonar su ciudad, León, y poner rumbo a Málaga.

El fin de una era que se asocia con un hombre al que nuncale gustó tener un papel protagonista, aunque las circunstancias le obligaron en los últimos tiempos a ostentarlo. Tampoco centrar los focos, si bien durante muchísimos años fue el ‘arquitecto’ que hacía milagros con los recursos de que disponía. Un trabajo incansable, muchas veces en la sombra, que le dio sobre todo buenos momentos, alguna decepción y solo un gran disgusto, la desaparición.

«Ramón Fernández fue muy importante en mi formación. Yo oía, veía e intentaba aprender con él día y noche» Un viaje que se inició hace ya 30 años, cuando Joaquín sólo tenía 20. «Estaba en el Colegio Leonés, en la cantera, pero como jugador era bastante malo», cuenta Joaquín, al que «Pepe Estrada, en febrero o marzo, me llamó para ver si no querría ser delegado. Pero pasaron los meses, no me decía nada y pensaba que habría sido un calentón. Pero casi el día antes me llamó y ése fue el principio, pasando de ser medio amateur a meterme y acabar estando tantos años».

Muchos años en ese puesto tras los que dio el paso a secretario deportivo, un camino poco habitual y para recorrer el cual hubo una figura que fue decisiva: «Hubo una persona muy importante en mi formación que fue Ramón Fernández. Era un delegado atípico, casi su adjunto a la gerencia. Yo estaba oyendo, viendo e intentando aprender con él día y noche, y cuando se fue entiendo que estuve en el sitio oportuno en el momento adecuado».
Esas fueron las temporadas en las que mejor lo pasó: «Se disfrutaba mucho. Eran años bonitos: de viajar, conocer sitios, celebrar éxitos... Vivía de lo que haría hasta como hobby».

Aunque, eso sí, su labor era mucho más complicado de lo que puede ser ahora: «Ahora en 10 minutos sabes si un jugador te atrae o no, te mandan un vídeo, ves todas las ligas... antes era distinto, igual si pedías uno te tardaba dos semanas en llegar. Funcionabas por contactos, necesitabas tener personas de tu confianza en otros países... Yo siempre fui de la idea de que hay que salir y moverse. A casa o a la oficina te pueden llega algún mirlo pero no es fácil, hay que intentar ver en directo».

«El fenómeno Elosúa, como se pudo crecer tan rápido y codearse con la élite, es para estudiar en la universidad» ¿En el tramo final? Le tocó asumir también la presidencia, algo que le hacía menos gracia: «Sería injusto decir que era un marrón, porque nadie me puso una pistola para acceder para ella, pero era lo que menos me gustaba. Al acceder pensé que sería para un año,mientras aparecía la persona idónea, pero no lo hizo y ahí seguí, intentando siempre estorbar lo menos posible».

Todo desembocó en un triste final, tras vivir un ascenso meteórico de la nada a ser uno de los mejores clubes de España y destacar en Europa. «Lo de los primeros años 90 y el fenómeno Elosúa es para estudiar en la universidad. Como pudo crecer tan rápido y codearse con Madrid, Barça y los grandes en Europa. Todo fue muy rápido, se fue haciendo un prestigio, la ciudad estaba volcada y las instituciones ayudaron mucho».

Épocas gloriosas que hoy por hoy parece difícil que se puedan vivir en León, aunque Joaquín sí espera que «quizá no volveremos a comer jamón de jabugo, pero sí uno de calidad. Quien sabe, todo son ciclos y aquí más tarde o temprano confío en que vuelva».

De momento, hasta que eso pase, toca seguir acordándose de ‘batallitas’ de las épocas gloriosas. Y de esas, Joaquín Rodríguez tiene muchas. ¿Sus mejores momentos tras tantos años? Se queda con los dos ascensos a ACB, la primera vez que se logró Europa y la Copa del Rey celebrada en León.

Del primero, aquel logrado en el exilio del Lugo, recuerda por encima del resto «que fue todo como en un guión de película. Los tiros libres de Xavi Fernández con el reloj a cero que no queríamos ni mirar, que caiga el Cajamadrid que era el gran favorito y nos la juguemos con Llíria, las miles de personas desplazadas y todo lo que significó». ¿Del segundo? Que en el Palacio «si cuentan las personas que había nos echan a todos, al acabar estaba la pista llena pero mirabas a las gradas e igual», pero también «el equipazo tremendo que formamos» y el papel «en el cuarto y quinto partido de Terrence Leather que fue decisivo».

«Mis mejores momentos fueron los dos ascensos, la primera vez que nos metimos en Europa y la Copa en León» Momentos decisivos en la historia del club, por el que han pasado tantos jugadores que hacen difícil elegir los que más le han marcado. Aunque, si tuviera que elegir, Joaquín se queda con «Xavi Fernández, Reggie Johnson y Corny Thompson», destacando entre sus fichajes «los que impactaron por encima de lo esperado, me viene a la cabeza Paolo Quinteros o Manny Quezada», y apuntando que cuando «más orgulloso» se sentía «era cuando leoneses como Riol, Calvo o Llorente, por nombrar algunos, llegaban al primer equipo».

Pero no todo fueron aciertos y también hubo fichajes que no salieron como esperaba. «Quizá destacaría a Marcaccini por el hecho de ser el primer comunitario que traíamos y que salió rana. Todo el mundo se acuerda de Hollis y Kazanowski, nuestros primeros americanos, y a él por ser un pionero se le miraba con lupa y había que haber hilado más fino».

Quien le salió bien, pero acabó provocando uno de los mayores disgustos de su carrera, fue Paolo Quinteros. «Costó mucho traerle, pero para mí era un valor seguro», señala Joaquín Rodríguez, que está seguro de que el hecho de que finalmente no siguiera en ACB «fue decisivo en el descenso. Igual hubiéramos bajado igual, pero habríamos salido más armados de inicio, ya que el equipo se estaba haciendo en torno a su figura. En muchos momentos estuvo hecho y nadie entendió la decisión que tomó, ya no fue cuestión de dar más o menos, sino que su agente por alguna razón se sentía vilipendiado y engañado».

«Si tuviera que quedarme sólo con 3 jugadores serían Xavi Fernández, Reggie Johson y Corny ThompsonCurioso final en la historia con un jugador que «ya me había quedado con ganas de traer antes, cuando era extracomunitario». Al final acabó llegando, como muchos de los que se había quedado con ganas en algún momento: «Recuerdo a Stacey, Antelo o Perry, que tras escaparse vinieron más tarde",

Eso sí, quien más quebraderos de cabeza le daba una vez aquí, eran los norteamericanos. «Sobre todo antes, ahora con internet ha cambiado todo. Luego siempre hay mitos, pero sí había cosas raras. Hay que entenderles: llegaban aquí sin hablar el idioma, sin poder comunicarse con su casa...».

Historias, unas contables y otras no, como para escribir un libro. Pero siempre con una buena cara. Y consiguiendo algo muy difícil, que ‘buena persona’ sea el calificativo que más se escucha al hablar de él. Por eso, las despedidas se le acumulan en estas últimas semanas en León. «Estoy sobrepasado, nunca tendré tiempo para agradecer esto». Es el efecto acción y reacción para lo que ha significado. Para lo que siempre supondrá. Hablar de baloncesto en León, siempre será sinónimo de hablar de Joaquín Rodríguez.
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