09/04/2021
 Actualizado a 09/04/2021
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Poco a poco la política se va encaminando a una cita electoral de máxima relevancia como son las elecciones autonómicas de Madrid. En las elecciones del 4 de mayo se elegirá entre políticas comunistas o liberales, entre moderación o radicalidad, entre insulto o gestión, entre ser más Europa o ser más Venezuela y el resultado tendrá relevancia en todo el territorio nacional. Desde la izquierda se critica constantemente que se compare el pasado reciente de Venezuela, que le ha conducido al desastre, con la hoja de ruta de partidos de extrema izquierda de nuestro país que intentan hacer que España, que llegó a ser la octava economía del mundo, siga los mismos pasos de ruina y decadencia que el pueblo venezolano.

Estos que critican que se saque a colación las semejanzas de Venezuela con España y que reniegan de sus propias palabras de alabanza a las políticas dictatoriales de Chávez y Maduro, son los mismos que hasta hace no mucho tiempo, cuando vivían en pisos de barrios obreros, gritaban aquello de «Chávez vive, la lucha sigue». Ahora, esa gente que se marcó como objetivo vital «asaltar los cielos» y acabar con la casta, ha conseguido convertirse en millonarios en tiempo récor, vivir en lujosas mansiones, tener personal de servicio y garantizarse un estilo de vida acomodado para lo que les resta de vida.

Esos nuevos ricos que han adelantado por la derecha a la casta a la que tanto criticaban, tienen su paradigma en el exvicepresidente y ahora candidato a la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, que ha dejado su estilo «pijiprogre» de político triunfador para volverse a enfundar camisetas cutres y volver a engañar a los votantes a los que ya ha engañado en varias ocasiones.

No obstante, como una cosa es parecer un humilde obrero y otra cosa es serlo, Pablo Iglesias no ha perdido el tiempo y ha solicitado su indemnización como ex vicepresidente del Gobierno consistente en 5316€ durante 15 meses (qué lejos queda aquello del tope de 3 salarios mínimos). Esta indemnización le impide incluso ser diputado en la Asamblea de Madrid, pero está claro que lo primero es trincar la panoja y luego ya veremos a qué se renuncia.

Esta gente y sus socios socialistas, por mucho que de cara a la galería renieguen de sus compromisos con el régimen dictatorial venezolano, siguen teniendo cuentas que saldar y mes sí mes no aparece alguna noticia sorprendente que deja en evidencia los contactos con Maduro que, en cualquier país serio del mundo, costaría el puesto a un político de forma fulminante.

El último favor pagado es el rescate con 53 millones de euros de nuestros impuestos a la ruinosa compañía aérea de origen venezolano Plus Ultra, vinculada a Maduro a través de varios testaferros y que cuenta con 4 aviones y con 4 destinos de dudosa relevancia, mientras miles de autónomos españoles esperan en qué quedan las ayudas de los 11000 millones de euros anunciados por el Gobierno y que cada vez tienen más pinta de tratarse de fuegos de artificio.
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