Desde León no se ve la aurora boreal

La lucha contra la despoblación y los recursos comunes unen a la provincia y a Laponia

D.L.Mirantes
17/03/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Mika Riipi está acostumbrado al frío de la nevada planicie del norte de Europa y a los mosquitos que en los luminosos veranos invaden lagos y bosques. Está acostumbrado a una tierra que vive de los recursos naturales, a carreteras que conectan remotos parajes naturales o a la creciente llegada de visitantes, pero sobre todo está acostumbrado a la soledad que la mayor parte del tiempo envuelve las granjas que salpican el paisaje o las calles de Rovaniemi, Inari o Kemi. Una soledad que como siente Riipi también sienten en las granjas, en los caminos y en los pueblos los 52.811 leoneses empadronados en los 120 municipios de la provincia donde la densidad de población está por debajo de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Ese es el umbral establecido por la Comisión Europea en el Libro Verde de la Cohesión Territorial de la Unión Europea para establecer divisiones administrativas con diagnósticos específicos. En este caso los síntomas lo dejan claro: Despoblación.

Traspasando esa frontera demográfica se llega al territorio que administra Mika Riipi, la Laponia finlandesa, y a muchos puntos del que preside Juan Martínez Majo, La Cabrera, prácticamente toda la Montaña, Los Oteros, Tierra de Campos, los Montes de León, Ancares...

Con las estadísticas en la mano, alejarse 50 kilómetros de la capital leonesa es como cruzar el Círculo Polar Ártico. El avance del desierto poblacional se observa perfectamente si se proyectan las cifras en el mapa. Lejos de León y su alfoz y de Ponferrada, avanzan la nieve y los mosquitos. A golpe de ojo se distinguen incluso el efecto de las cabeceras de Comarca (Villablino, Pola de Gordón, Cistierna, Astorga, La Bañeza, Santa María del PáramoValencia de Don Juan o Sahagún). Son el refugio al que han llegado muchos vecinos de los pueblos de esos mismos partidos judiciales que han dejado sus pueblos en busca de mayor frecuencia en las consultas médicas, la escuela, algo de ocio sin tener que coger el coche o, simplemente, una tienda para lo más esencial. Es un movimiento migratorio de segundo nivel más silencioso.

El silencio

Este vaciamiento se ha mantenido fuera de la agenda durante años, hasta que se han visto las huellas del lobo en la nieve, hasta que se ha oído el vuelo de los mosquitos por encima de cualquier otro ruido. Se han visto desprotegidos los montes, amenazado el patrimonio, indefensos los domicilios. El equipo Roca (acrónimo de robos en el campo) de la Guardia Civil se creó hace seis años y ha detenido a más de 300 personas en León. La Junta de Castilla y León recurre a drones y a un sistema de cámaras de videovigilancia e infrarrojos para atrapar a los pirómanos. Es decir, la despoblación no sale barata.

Los primeros en darse cuenta, donde más palpable es el fenómeno, han sido los vecinos de Soria, Teruel y Cuenca. Al territorio que comprenden estos territorios ampliados a través de la Serranía Celtibérica dedicaron por primera vez los académicos el término de Laponia Española. Actuaron y fundaron la red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (en inglés Southern Sparsely Populated Areas, SSPA), en la que están CEOE Teruel, la Federación de Organizaciones Empresariales Sorianas y la Confederación de Empresarios de Cuenca (Ceoe-Cepyme Cuenca), además de otros colectivos y movimientos sociales. Ahora, cuando el Parlamento Europeo debate el reparto de ayudas para frenar la sangría poblacional, Soria, Teruel y Cuenca han sido las única provincia españolas situadas en el radar de la Unión Europea. Parece que de León, lo único que les había llegado era silencio.

Así lo puso de manifiesto el diputado de UPL en la Diputación, Matías Llorente, en el último pleno ordinario. «Ya desde Europa, desde el Gobierno de España y desde la comunidad se empieza a hablar de ayudas para este tema. Ahora mismo es imprescindible empezar a definir la Áreas Rurales Desfavorecidas. No tenemos hecho nada y lo único que tenemos hecho es que nos hemos hermanado con Laponia», advirtió el leonesista. Martínez Majo rebatió que el reparto lo «han asimilado a la provincia dentro de España y solo entran Cuenca, Soria y Teruel, no entra ninguno más ¿Por qué? por la ratio poblacional. Para considerarlo desfavorecido es la población y hay que tener una población inferior en la media, es decir, las ciudades, los núcleos importantes nos perjudican». Concretamente, en los 15.581 kilómetros cuadrados de la provincia residen 466.030 habitantes, con una densidad de 30,05 habitantes por kilómetro (Km) cuadrado. En la capital la densidad es de 3.182,96; en La Bañeza (con un pequeño territorio) es de 523,2; en San Andrés 475,6; en Villaquilambre 354,3; en Astorga 235,6 y 230,3 en Ponferrada. En la otra parte, la zona cera de la despoblación en León está en Castrillo de Cabrera: 114,7 kilómetros cuadrados para 122 vecinos, 1,06 habitantes por kilómetro cuadrado. Ante cifras –y realidades– como esta sería difícil justificar que Castrillo de Cabrera no pudiera optar a las ayudas por la distorsión que de las áreas urbanas. Conscientes de ello, en el Parlamento Europeo han ampliado las variables del debate.

La alta comisionada para el Reto Demográfico en España, Isaura Leal, explicó miércoles en León que además de la densidad se tendrán en cuenta factores como el envejecimiento o la pérdida neta de población. Ahí León entra de lleno. En la última década ha perdido más de 30.000 habitantes, se turna con Lugo, Zamora y Ourense en los puestos altos del ranking de provincias envejecidas, hay un cotizante por cada dos pensionistas y las muertes doblan a los nacimientos. Bajando al nivel municipal, las estadísticas anteriores pueden ser todavía más desesperanzadoras.

Las esperanzas

Sobre la mesa hay muchas propuestas. Una cuestión básica hoy en día es la disponibilidad de una conexión rápida a Internet. Sin ella no hay que nada hacer. A partir de ahí, en un contexto económico complejo surgen iniciativas para favorecer a los emprendedores o tratar crear yacimientos de empleo verde. Con el sector primario las cosas son más difíciles. Las Administraciones no pueden regular los precios y muchos sectores tienen problemas estructurales que se van resolviendo o agravando poco a poco. En este sentido, las grandes inversiones en modernización de regadíos son una de las más firmes apuestas. Pero tampoco garantiza el relevo generacional y es una forma más de concentrar en áreas que ahora ya están por encima de los umbrales aludidos. Agricultores y ganaderos apuntan que las ventajas fiscales son una de los puntos a tener en cuenta. Si no van poder tener los mismos servicios que en una ciudad habrá que recalcular los esfuerzos fiscales de cada uno, apuntan.

La apuesta por el sector agroalimentario, en un mundo con creciente demanda de alimentos es otra de las grandes apuestas, que esperan que llegue el dinero de Europa. Pero los riesgos son altos y no son muchos los que se deciden a dar el paso. Algunas de las cuestiones anteriores ya se han implementado en Laponia. Riipi y Majo firmaron el hermanamiento. El finlandés comenzó su discurso por el turismo, que supone el 10% ingresos anuales, 7 millones de pernoctaciones en una tierra con 108.000 habitantes y municipios de 5.000 habitantes que ofrecen 50.000 camas.

El sector «está creciendo muy rápido y hay mucho potencial». En la provincia de León hay siete reservas de la biosfera, un Parque Nacional y multitud de parajes únicos. El turismo puede ser un camino abierto por esta alianza en la nieve y a salvo de los mosquitos para los pueblos del desierto demográfico. El tiempo dirá si es un espejismo porque en Laponia cuentan con «hoteles transparentes en los que puedes ver las auroras boreales y las estrellas», pero desde León no se ve la aurora boreal.



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