Valladolid B 1 - 3 Ponferradina: 'También hay plan 'b'

El conjunto berciano solventa con autoridad una salida complicada ante el Valladolid B gracias a un doblete de Kaxe y un tanto de Saúl / Los bercianos dormirán en el 2º puesto

A. Cardenal
20/04/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Yac trata de taponar un disparo. | REAL VALLADOLID
Yac trata de taponar un disparo. | REAL VALLADOLID
La Deportiva no va de farol. El conjunto berciano logró su primer triunfo a domicilio de la segunda vuelta ante el Valladolid B (1-3) y solventó con autoridad un partido trampa.

Y es que en un campo que hacía prácticamente imposible explotar las virtudes que habían relanzado a los blanquiazules tras el bache de enero y febrero, la Ponferradina tiró de plan ‘b’ y tras un comienzo dubitativo, desatascó el choque en la recta final con protagonismo de dos actores secundarios: Kaxe y Saúl.

El ariete, que acumulaba más de mil minutos sin ver portería, se estrenó con la camiseta berciana por todo lo alto, con un doblete que derribó el muro local, infranqueable durante más de una hora, y encarriló un triunfo que parecía alejarse por momentos.

Por su parte, el canterano, sin apenas protagonismo desde la llegada de Larrea en el mercado invernal, aprovechó la sanción del mediocentro para reivindicarse y finiquitar un triunfo que devuelve a la Deportiva, a la espera de lo que haga el Atlético B, a la segunda plaza.

Sin margen de error


Tras las victorias de Pontevedra y Castilla, la Deportiva saltaba a los Anexos del José Zorrilla sin margen de error y con la obligación de acabar con su ‘sequía’ a domicilio para no perder la estela del ‘playoff’.

Esta vez no valían excusas. Ni la hierba artificial, ni las incómodas rachas de viento de hasta 39 kilómetros por hora que ayer soplaron en Valladolid, ni la racanería de un rival que se resistió a abrir su estadio pese a la avalancha de seguidores bercianos que acompañaron a su equipo debían distraer a una Ponferradina que se encontraba ante la primera de las cinco finales de la temporada.

En territorio hostil, los de Jon Pérez Bolo no se amilanaron y trataron de mantener la propuesta que ha logrado devolver a los blanquiazules a la pelea por el ascenso, aunque con Isi vigilado muy de cerca y sin Larrea, la Deportiva comenzó el choque monopolizando el balón, pero sin la profundidad necesaria para inquietar a los blanquivioletas.

Las ocasiones tardaron en llegar. En un escenario poco propicio para brillar, el balón parado y el juego aéreo pasaron de ser un recurso a una obligación y mostraron a una Deportiva poco contundente en las áreas.

De hecho, fue el Valladolid B el primero en avisar. En una primera parte en la que a la Deportiva le costó generar peligro, los locales, con muy poco, pudieron finiquitar el choque en un abrir y cerrar de ojos con dos buenas acciones de Casi.

Manu García volvió a ser el ángel de la guarda de los bercianos a domicilio. Si ante el Castilla el guardameta le ganó la partida a Cristo desde los once metros, en los Anexos apareció con dos paradas decisivas que hubieran puesto el partido muy cuesta arriba.

Reacción tras el descanso


Conscientes de que hacía falta una marcha más para mantener el pulso con sus rivales directos, la Deportiva salió mucho más entonada tras el paso por vestuarios y empezó a tener la verticalidad que había echado de menos durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

Bravo, nada más empezar el segundo acto, fue el primero en probar a Guille con un disparo potente desde la frontal y poco después Kaxe, en una posición inmejorable, no acertó a rematar un balón franco colgado desde la esquina.

El ariete, lejos de hundirse, sacó las garras y encontró el tan ansiado gol por partida doble. En el primero tiró de potencia para zafarse de su par y batir a Guille con un disparo cruzado y en el segundo, apenas cinco minutos después, cazó un rebote tras una buena jugada entre Bravo –con un taconazo sublime– e Isi para dejar el partido visto para sentencia.

Pese a que el Valladolid se revolvió y recortó distancias por medio de Zalazar, Saúl, imperial en su regreso al once, puso la guinda a un gran partido con un tanto que espantó cualquier atisbo de remontada y convirtió los Anexos, con más de medio millar de aficionados bercianos, en un Toralín en miniatura.
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