Ponferradina 1 - 0 Guijuelo: 'La vida sigue igual... pero podría ser peor'

La Deportiva tumbó al Guijuelo por la mínima y pidiendo la hora / El Toralín volvió a pitar a los blanquiazules

Alejandro Cardenal
09/10/2016
 Actualizado a 22/08/2019
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La vida sigue igual. La Ponferradina tumbó por la mínima a un combativo Guijuelo (1-0) y consiguió su tercer triunfo consecutivo en El Toralín. Lo volvió a hacer sufriendo hasta el último minuto y viendo como los salmantinos se marchaban a los vestuarios habiendo merecido, como mínimo, el empate.

Y es que el enfermo no da síntomas de mejora. Aunque los números del conjunto berciano en las últimas jornadas sí son dignos de un candidato al ‘playoff’ –cuatro victorias y dos empates–, las sensaciones no acompañan. La Deportiva alterna momentos demasiado breves de buen fútbol con lagunas eternas que esta vez no costaron los puntos, pero sí lo hicieron en Mieres, en Somozas o en el derbi.

Ni con el mejor de los escenarios, un gol nada más comenzar el choque, la Ponferradina consiguió rematar la faena. Al igual que ante la Arandina, tras una buena primera media hora el equipo se desconectó y a punto estuvo de llevarse un disgusto. Solo la falta de acierto de los salmantinos y el factor suerte, con un balón que se estrelló en el palo en el descuento, evitó que otros dos puntos volaran del casillero tras tenerlo todo de cara.

La evolución es nula. Bien entrado ya el mes de octubre, la Deportiva sigue sin encontrar un patrón de juego fiable y Manolo Herrero parece no dar con la tecla ni con el sistema, ni con unos jugadores que tampoco están al nivel que se les presuponía.

¿Lo positivo? Tres puntos más al zurrón. Los buenos resultados son el clavo ardiendo al que se está agarrando un equipo que parece destinado a vivir al borde del abismo.

¿Castigo a Olmedo?


La Deportiva volvía al Toralín con el regreso de Dinu a la portería como principal novedad. Olmedo, fundamental ante Coruxo y Boiro, pagaba con el banquillo su error en el primer tanto del Caudal y cedía su puesto al rumano, fuera de los terrenos de juego desde que se lesionase en el derbi.

El guardameta notó la inactividad. Aunque el Guijuelo llegaba a la capital berciana con lo puesto –Mateo García solo contaba con dieciséis jugadores disponibles– y tampoco hacía demasiado por inquietar la portería blanquiazul, una salida en falso y un despeje al límite que hubiera firmado el mismísimo Ter Stegen –solo en parte, por suerte– ponían en guardia a un Manolo Herrero desquiciado en el área técnica.

Y eso que el partido no pudo empezar mejor. En el minuto cuatro Menudo adelantaba a la Ponferradina con un disparo ajustado desde la frontal del área que Morales llegaba a tocar, pero no lo suficiente para evitar el tanto.

Y volvió, brevemente, la mejor Deportiva. Aún sin Caiado y con Chavero como acompañante, a las incorporaciones de Adán e incluso Jonathan Ruiz por la banda derecha solo les faltó un rematador. Rayco, titular de nuevo por el renqueante Figueroa, mandaba desviado un cabezazo a bocajarro tras un buen servicio del faberense, peligroso y voluntarioso en ataque, extremadamente blando en defensa.

Volvió a faltar contundencia, regularidad y oficio. Con el paso de los minutos, el Guijuelo se fue desperezando, la Deportiva empezó a regalar balones y volvieron las dudas. La que es la gran virtud del conjunto berciano es también su principal defecto. Tal es su dependencia de la posesión que sufre cuando no tiene el balón, pero también cuando no está fino con él.

Deriva tras el descanso


Afectó el calor y el cansancio. Cidoncha y Chavero se aplicaron hasta que al filo del descanso, ya sin mucha gasolina en el depósito, las piernas empezaron a flaquear y el Guijuelo encontró espacios.

Si antes del descanso la tendencia era peligrosa, en la segunda parte la Deportiva confirmó su deriva. Los salmantinos subieron una marcha, jugando al límite del reglamento para sacar del partido a los bercianos. Y lo consiguieron. Los blanquiazules entraron al trapo y durante el intercambio de golpes –en sentido literal–, se libraron del ‘KO’ por los pelos.

Tres ocasiones tuvo el Guijuelo para empatar. La primera la marró incomprensiblemente Pino, la segunda, la salvó Dinu. En la tercera, ya en el descuento, el poste y la diosa fortuna sonrió a un equipo que suma, pero no mejora.
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