Esta temporada llevo coincidiendo con el varias veces practicando nuestra afición preferida y es un perfecto compañero de pesca, da gusto verlo como se desenvuelve en el río, como lanza, como cobra las truchas y con que delicadeza las manipula para soltarlas. Su quehacer es como el de un veterano pescador, si las truchas ce ceban en superficie cambia el aparejo y las pesca a mosca seca, moscas que también quiere aprender a confeccionar. Los estudios los lleva bien, acaba de aprobar todo el curso con buenas notas, porque entiende que la pesca es una afición y los conocimientos una necesidad para el desarrollo personal y su futuro, hay tiempo para todo. Le gustaría estudiar algo relacionado con los ecosistemas fluviales y los montes, para defender la continuidad de las especies vegetales, de la flora y de la fauna silvestre, sobre todo la de los peces.
La pesca ayuda a desarrollar la autoestima, a concentrarse, a tener paciencia y a sobrellevar los fracasos. A todo veterano pescador le gustaría tener un hijo o un nieto al que transmitir sus conocimientos y mañas. Practicar el arte de la pesca, en este mundo consumista que vivimos, es un reto que cada vez tiene menos adeptos.León tiene los atractivos y el potencial suficiente para ser un referente en la pesca…y lo es, pero sin embargo cada vez son menos los practicantes y mucho menos si nos referimos a los pescadores infantiles y juveniles. Aquí es donde echamos de menos esa escuela de pesca tan necesaria para forma a nuestros jóvenes. León necesita una escuela de pesca para ofrecer formación a iniciados y noveles, sin límite de edad, a través de instructores expertos en pesca, sobre ecología fluvial y todas las modalidades de pesca. Aprender a montar correctamente la caña y el aparejo, elegir el señuelo adecuado, hacer los nudos principales e iniciarse en el montaje o perfeccionamiento de moscas y todo ello con la introducción al funcionamiento del ecosistema fluvial y conceptos de sostenibilidad medioambiental.
Lanzar una caña y esperar no parece atraer lo suficiente a los niños de ahora, criados entre móviles y pantallas. Pero ahí esta la clave de la enseñanza de esta afición, la paciencia tiene recompensa. La pesca puede ser un buen sistema pedagógico para formarse en la infancia, ya que juega un papel fundamental en el desarrollo de habilidades psicomotoras, cognitivas y emocionales. El río es el lugar perfecto para iniciar a los niños en los secretos de la pesca, la vida de los peces y en cómo funciona el ecosistema de agua dulce. Ayudar al niño a conocer el río, su fauna y su ribera debe de ser el principal objetivo, para que la pesca no signifique solo coger peces. En la pesca, van a variar no solo la complejidad y el lugar, sino también la forma de lanzar, de escoger el señuelo más adecuado, de protegerse de corrientes y pozos, donde los procesos de atención son muy importantes y tiene que poner en practica todas sus habilidades. "Debemos preparar al niño para el camino, no el camino para el niño" (Tim Elmore).
Para un niño ir de pesca puede ser una excursión, parecer un juego más, pero es mucho más que pasear una caña en compañía del padre o el abuelo, es disfrutar de la naturaleza pescando, es una filosofía de vida. La pesca enseña esas lecciones que a veces quedan en el olvido; respeto por el medio ambiente, amor por el río y colaboración. Mario, nuestro protagonista de hoy, ya es un buen pescador de truchas y aunque es un niño quiere saber y quiere participar.