
Quedan tres minutos para el final y todo está en el aire. 34-34 empata el Ademar en Logroño, en un partido donde cada acción defensiva de mérito es oro pues los ataques están consiguiendo ver puerta con facilidad.
Lo está haciendo prácticamente desde el inicio La Rioja, pues el 6-0 ademarista echa mucho de menos a un Milosavljevic que finalmente no pudo jugar, y además la portería está siendo un agujero constante donde casi cada tiro a puerta acaba en gol, pasando por ella con igual éxito Saeid, Álvaro y sorprendentemente por último Kilian en lugar de volver el iraní.
Pero un Ademar que ha tenido grandes problemas en ataque durante gran parte de la temporada le está sosteniendo el ritmo gracias al siempre regular Carlos Álvarez, que tras brillar en el extremo ha tenido que pasar una vez más al lateral ante la falta de soluciones en la primera línea y ha metido siete goles, y sobre todo gracias a la portentosa exhibición del central leonés Juan Castro, con quien no son sólo sus ocho tantos, la mayoría de ellos ‘inventados’ por él mismo, sino sobre todo su recital de asistencias, la mayoría para dejar solos a los pivotes y que entre Alberto Martín y Santista lleven nueve goles.
Un pequeño parcial es oro dada la gigantesca igualdad de un choque donde, por extraño que parezca, ninguno de los dos equipos ha conseguido ganar de más de tres goles, llegando a tener dos el Ademar en la primera parte (con el 11-13 por última vez) y yéndose con el 24-21 en el arranque de la segunda a esa máxima diferencia que sólo volvería a alcanzar con el bocinazo final.
Ningún equipo llegó a vencer de más de 3. El Ademar ganó por última vez con el 24-25, pero justo ahí estuvo 7 minutos sin marcar
Pero no nos adelantemos. Porque precisamente a partir de ese marcador llegó uno de los momentos claves del partido. Primero, porque el Ademar se rehízo de ese instante complicado de la mejor manera, con un parcial de 0-4 que le puso por delante de nuevo (24-25).
Y después, porque esa acabó siendo la última vez que se colocaría por delante en el marcador la escuadra de Dani Gordo, que en un día donde destacó en ataque tuvo ahí su único gran apagón, con siete largos minutos sin marcar que sin embargo sólo aprovecharon los locales para ponerse uno arriba (26-25).
Milosavljevic fue baja en un Ademar donde salieron los tres porteros sin aportación de ninguno
Con esa igualdad y un continuo intercambio de goles se llegó al tramo final, donde tras enzarzarse Alberto y Korchi (el partido fue muy caliente y hubo tángana al acabar) los dos acababan viendo la roja, y Cadarso de penalti ponía 33-31 a La Rioja.
Sin embargo, reaccionaba Ademar con un gol de Zapico y un robo de balón de esos que en ese momento eran oro, que permitía que Santista marcara y devolviera un empate que se mantenía hasta el citado 34-34.
Era el instante de la verdad, pero Ademar no volvió a marcar ni un solo gol. Tras hacerlo con un lanzamiento exterior Palomino, quizá la jugada más clave fue la siguiente, en la que Castro dejó absolutamente solo a Santista, pero el brasileño se jugó una ‘frivolité’, un intento de ‘rosca’ que ni mucho menos tocaba en ese momento, y que Palasics le leía y le sacaba.
Con 34-34 Palomino marcó, Santista solo se jugó una ‘rosca’ que falló, Cadarso marcó y una falta en ataque de Carlos dejó ya sentenciado al Ademar
Acabó siendo un golpe muy duro. Porque como la defensa nada te daba (de nuevo horroso partido de Popovic, que ha sido otra de las grandes decepciones de la primera vuelta), el Logroño marcaba por medio de David Cadarso y una falta en ataque de Carlos en la precipitada acción siguiente, pues había que meter dos goles en un minuto tras el tiempo muerto para sacarun punto, sepultaba definitivamente las opciones de un Ademar que acababa cayendo por esos tres goles (37-34) que eran la máxima diferencia de todo el choque.
En tres minutos, el panorama cambiaba de poder irte a un punto de Europa al parón, pues Valladolid empató en casa, a irte a cinco y dejarte muy cuesta arriba ese objetivo. Un jarro de agua fría en un día donde se demostró que, por bien que estén y buenos que sean, sólo con Castro y Carlos no es suficiente.