La Ponferradina, pendiente del desarrollo de la Ley del Deporte

El club berciano es uno de los 39 de LaLiga que se ha mostrado en contra del nuevo texto, que amenaza con parar la competición

J. A.
25/10/2022
 Actualizado a 25/10/2022
José Fernández Nieto, presidente de la Sociedad Deportiva Ponferradina. | SDP
José Fernández Nieto, presidente de la Sociedad Deportiva Ponferradina. | SDP
Tan lejano como parecen quedar siempre al aficionado al fútbol en general las reiteradas polémicas entre la Real Federación Española de Fútbol y LaLiga parece quedar ahora la polémica surgida por la posible aprobación de la nueva Ley del Deporte, que debe sustituir a la de 1990 y que a priori no generaba mucha preocupación ya que parecía que PSOE y PP habían aceptado las enmiendas propuestas por la patronal, pero a última hora se echaron atrás generando un conflicto que, en lo que afecta directamente al aficionado, amenaza con parar la competición en Primera y Segunda División ante la amenaza de LaLiga de no ir a la huelga con los 39 clubes que se han mostrado en contra de la nueva ley, es decir, todos los de las dos primeras categorías salvo Real Madrid, Barcelona y Athletic.

Está pendiente por tanto de lo que ocurra la Sociedad Deportiva Ponferradina, que como el resto de clubes está llamada a acudir a una Asamblea General Extraordinaria pasado mañana en la que se puede decidir el futuro del fútbol de élite nacional.

Pero, ¿a qué se debe el revuelo formado, el cartel de ‘Ley del Deporte para todos’ en las retransmisiones y esa amenaza de huelga? Tres son los puntos clave y poco tienen que ver con el deporte en sí, sino con política y dinero.

El miedo a la Superliga

El punto principal pasa por la creación de la conocida como Superliga, que tiene a Real Madrid y Barcelona como dos de sus principales promotores. Ahora mismo organizar o competir en «un torneo sin autorización» está considerado como una infracción muy grave, que puede llevar incluso a dejar sin licencia al club que lo haga. En el nuevo texto se retira esa capacidad de la Federación y LaLiga de vetar al club que pueda participar en una competición no reconocida por UEFA o FIFA, en este caso una Superliga que la patronal considera que destruiría el fútbol nacional. Así, de aprobarse el texto, el fútbol nacional se vería desprotegido jurídicamente en caso de que saliera adelante el proyecto.

El dinero de CVC

Otra de las enmiendas que se han retirado y que son motivo de discordia pasa por la inseguridad jurídica que genera a la hora de que LaLiga alcance acuerdos como el que tiene con el fondo CVC, que hay que recordar que le ha permitido ingresar 2.100 millones de euros para 38 clubes a cambio de ceder durante 50 años en torno al 10% de sus derechos audiviosuales, es decir, un préstamo. Que los derechos comerciales sigan perteneciendo a la patronal tal y como hace desde 2015 a través de un Decreto Ley es el objetivo de LaLiga, que busca igualmente encontrar soporte jurídico en su acuerdo con CVC sabiendo que tanto Real Madrid como Barcelona (Athletic y Oviedo tampoco se adscribieron al mismo) están en contra del mismo.

La relación con la Federación

El último de los problemas clave pasa por la relación, permanentemente tensa, entre Real Federación Española de Fútbol y LaLiga. Así, otra de las enmiendas presentadas y rechazadas en última instancia pasaba por mantener el artículo en el que el Consejo Superior de Deportes necesitaba de un informe favorable previo de LaLiga para realizar cualquier modificación normativa en los estatutos de la RFEF que pudieran afectarle.

En definitiva, un desencuentro político que vuelve a tener como protagonistas a los hombres fuertes del fútbol nacional (Javier Tebas, Florentino Pérez, Luis Rubiales...) y sus desencuentros e intención de presionar, en este caso, a los que hacen las leyes a su favor. Nada nuevo bajo el sol en este país (en Inglaterra se gestiona el nuevo estatuto de propietarios de clubes de la Premier especificando la imposibilidad de crear ningún nuevo torneo), en una situación que, como las anteriores, apunta a solventarse sobre la bocina generando nuevos conflictos futuros de los que seguro habrá tiempo para hablar.
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