La ganaron los pueblos... de la ciudad

La I edición del Ciudad Vs Pueblos de bolos se saldó con la victoria de los jugadores de los clubes de la ciudad... pero llegados de los pueblos

Fulgencio Fernández
24/11/2019
 Actualizado a 24/11/2019
Un instante del campeonato. | SAÚL ARÉN
Un instante del campeonato. | SAÚL ARÉN
Un concurso de bolos es mucho más que una competición deportiva, que lo es. Es la historia de esta tierra mirando a una bolera y recordando aquellos jugadores de antes y los de ahora, ¿qué si fueron mejores unos u otros? No hay respuesta. Lo que sí sabemos es que allí estaba mirando en su silla de ruedas José Alonso, de Trobajo, ganadero, ferroviario, trabajador de Antibióticos y buen jugador de bolos, que revive su vida viendo cómo juegan otros. Allí estaba Pepín Villa, alcalde ahora pero hijo de Felipe Villa, el de Valdecastillo, también buen jugador.

Y la saga de los Tornero, padre e hijo, Pedro y David, todos de prestigio y falta su hermano; Holguín el de Valdepiélago es tan conocido como pescador y cazador como por jugador de bolos; Beni es para todos el fontanero de Nocedo de Curueño pero este sábado recibió la primera ovación cerrada al derrotar «en la primera vuelta» a Miguel Ángel, El Ciclón de Genicera, que sufre la maldición de los campeones, que solo son noticia cuando los derrotan. Su habitual pareja, Fernando el de Grandoso, sufre la misma maldición pero ayer arrancó un aplauso que no se le podía negar, en la segunda vuelta, cuando echó «los cuatro ahorcaos», que no es la primera vez. Al micro el maestro Caballero, que lleva en la cabeza y en las notas que toma la historia de este deporte, que es mucho más. Si lo sabrá él que es de Boñar.

¿De qué hablo? Del singular trofeo que se disputaba en el Polígono X. La I edición del Ciudad contra Pueblos. Una competición nueva, siguiendo el modelo Ribera contra Montaña de lucha leonesa (allí estaba la Junta Directiva de la lucha), para darle más vitalidad y visibilidad a los bolos.

Tino Laso fue el último en quedarse en la bolerra y el veterano Honorino Díez el que más rivales derrotó ¿Qué solo he citado nombres y pueblos? Cierto. Pero es que los bolos son los bolos, las gentes que han tenido que sumarse a la España vaciada matan la nostalgia a la orilla de las boleras y quienes realmente se enfrentaban eran los clubes de la ciudad (Nocedo, San Francisco, Crucero, Egido, La Chopera, Polígono X) contra los que aguantan en el medio rural: Santa Bárbara de Ciñera, El Soto de Boñar, Peñacorada de Cistierna, El Ferral...

Pero cuando vas preguntando todos son o han llegado del pueblo: y así los capitalinos son... Tino Laso, de Villamorisca; Javier Argüello de Palacio de Torío; Turi de Villaverde de Arcayos; Luis Álvarez de Barrillos y de la familia de los Molineros de Carbajosa; Jacinto de Velilla de la Reina; Carlos Morán de La Magdalena...

En definitiva, decía Honorino, somos los pueblos de la ciudad contra los pueblos de los pueblos. Y ganaron... los pueblos de la ciudad.
Eran los favoritos claros, pero los rurales les metieron el miedo en el cuerpo en la primera vuelta, ganando 8-7 en el computo total con algunas sorpresas destacables... Pero en la segunda vuelta ya se enfadaron los capitalinos y el resultado global al final de la misma era 16-14 para ellos.

Y vamos a por la buena, la tercera, que vale doble la victoria. Se parte de mucha igualdad pero los capitalinos comienzan a hacer buenos los pronósticos y van mandando trenes de regreso a sus pueblos. La ventaja final, la verdad, (50-30) no hace justicia a la igualdad que sí hubo.

El último en quedarse en la bolera, el que le da la victoria a su equipo, es Tino Laso, capitalino del Club de Nocedo como equipo y también leonés de pueblo, el sino de la tarde, pues donde aprendió los secretos de este deporte fue en Villamorisca.

La última alegría de la tarde, para él y para todos, fue para uno de los más veteranos, del Torío aunque capitalino, de Palacio: Honorino Díez, que se llevó el trofeo del que más rivales batió. Mientras escribo... comen los pinchos, les ha gustado, pero saben los boleros que les salió un poco largo.
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