Al fin, el fin (de los empates) con el Sinfín

Paseo, casi militar, para el Ademar frente a un colista que aguantó la primera mitad y se hundió en el inicio de la segunda

15/10/2023
 Actualizado a 15/10/2023

Sinfín

34

Ademar

43

Carlos Álvarez mostró la raza que tiene y se fue de Santander con siete goles en su casillero particular, algunos de bella. | ASOBAL
Carlos Álvarez mostró la raza que tiene y se fue de Santander con siete goles en su casillero particular, algunos de bella. | ASOBAL
ademar

Había fiesta en la Albericia  de Santander, un histórico pabellón del balonmano español para recibir a otro histórico: El Ademar, venido a algo menos, si quieres, pero con ganas de empezar a ir a más, allí. No parecía que fuera la cancha del colista, el Sinfín, con una excelente entrada, charangas, tambores... fiesta.  

Al Ademar lo podías presentar como quieras. No conocía la victoria. Vale. Había puntuado en cuatro de los cinco partidos jugados, también vale. Y si hay que hablar de récords seguro que tiene uno, no sé dónde se miran esas cosas pero  no parece fácil que nadie haya empatado cuatro de cinco partidos, en balonmano. Pues lo hicieron los de Dani Gordo aunque, al margen de mirar botellas medio llenas o medio vacías, si alguien sabía que quien estaba en la Albericia es el Ademar de siempre es Rubén Garabaya, entrenador local.
Las charangas no cesaban. Era el momento de las orquestas, la cántabra y la leonesa, que comenzaron con un duelo igualado... hasta el 2-2. Nunca estuvo por delante el Sinfín y estos dos empates iniciales (1-1 y 2-2) fueron toda su cosecha.

Una roja a Omar Sheriff y unos excelentes minutos del portero ademarista Kiliam apagaron al Sinfín

De ahí en adelante comenzó a irse el Ademar, de 4 goles, de 5, que dejaron en tres los cántabros al descanso y tuvieron varias ocasiones de ponerse a solo dos. La primera vez que el Ademar se puso a cinco, con un bello gol de Juan Castro, la cámara le sorprendió guiñando un ojo cómplice de ‘fiesta’, pero los cántabros dijeron que aún no era el fin, espoleados en un cambio de portero y unos minutos espectaculares de Israel Martínez. Allí se había decidido que tenían razón las charangas y fiesta de ataque, el pabellón sufría por verse por debajo pero disfrutaba, casi salían a gol por jugada... incluso dos veces que el Ademar marcó para irse ellos se acercaron en un saque relámpago y dejaron abiertas las puertas de la esperanza.

Las cántabros bajaron los brazos en defensa y los ademaristas se dieron un festín de goles de todo tipo

Y del relámpago... al apagón. 
Por cierto, también el Ademar cambió de portero y un desconocido Saeid le dejó el puesto a otra de las estrellas de la tarde, Kiliam, que aunque al final el prorcentaje se quedó en un 28% de paradas (por aquello de demasiados minutos de la basura en los que cada cual quería marcar) en el tiempo que aún era de verdad el ademarista se acercó al 40% de efectividad bajo palos. El apagón definitivo llegó al salir de vestuarios, con tan solo 3 goles de diferencia que se convirtieron en 8 en los 5 primeros minutos, en 10 pocos minutos después y por ahí se quedaron cuando ya las orquestas comenzaron con las piezas del jolgorio, la conga, el pasito p’alante mi vida, pasito p’atrás mi amor...

Al Ademar le iba la marcha. A la sexta iba la vencida, a la sexta llegaba el fin (de los empates), al fin, con el Sinfín. Es lo que tiene tener este nombre. El recital de va y viene se convirtió en fiesta triple para los goleadores ademaristas. Tres de ellos anotaron siete goles cada uno: Carlos Álvarez, Milosajevic y Adrián Casqueiro; Alberto Martín estuvo ahí al lado, se quedó en seis; Juan Castro, que marcó sobre todo cuando había cierta igualdad se fue hasta los cinco... Y todo el mundo aprovechó para dejarse ver, Rodrigo que no se fue a la cantidad sí dejó uno de calidad, la que tiene. En fin.

Tres ademaristas anotaron 7 goles cada uno en la fiesta del ataque: Carlos Álvarez, Milosajevic y Casqueiro

Que ya metidos en tópicos y en formas de ver el partido, a eso de que no brillaron las defensas habrá que ponerle el icono de la cara de la felicidad porque el Ademar superó los cuarenta goles, que siempre es de celebrar; el icono de qué se le va a hacer, porque recibió más de treinta, que nunca es de celebrar. Pero, sobre todo, abandonar la senda de entras en las historias frikis del libro Guinnes por ser capaces de empatar como ningún otro en el mundo. Al fin, el fin, con el Sinfín. Salud

 

Lo más leído