El baloncesto portugués habla leonés

El técnico Félix Alonso se mete en semifinales de la máxima categoría conOvarense, donde recaló a mitad de temporada / Su viaje para superar los cuartos fue una odisea

Jesús Coca Aguilera
07/05/2015
 Actualizado a 05/09/2019
Félix Alonso dirige a Ovarense durante un encuentro de la presente temoprada. | L.N.C.
Félix Alonso dirige a Ovarense durante un encuentro de la presente temoprada. | L.N.C.
Tras muchas temporadas dedicado al mundo de los banquillos, hace cuatro años el leonés Félix Alonso decidió dar un cambio radical a su vida. Atrás quedaba su etapa como primer técnico en Los Barrios o los años como segundo entrenador en Melilla. Su vinculación con el mundo de la canasta se mantenía pero cambiaba de perspectiva y pasaba a ser agente de jugadores.

Pero el ‘gusanillo’ tira mucho y, a principios de esta temporada, volvía a sus orígenes. Le llegaba una oferta de Portugal, del Sampaense, y le convencía para regresar a los banquillos. Con las perspectivas de reengancharse y que le sirviera de trampolín, se iba a un club muy modesto, que había perdido mucho potencial y en el que parecía obligado a sufrir para salvarse.

Pero, a mitad de temporada, todo cambió. Ovarense, uno de los históricos de la máxima categoría portuguesa, echaba a su entrenador y le hacía una oferta para que cogiera el equipo. La decisión era difícil. «Sampaense me había dado la oportunidad de volver al ruedo, me dolía mucho, pensaba que era como dejarles tirados, pero era algo que no podía rechazar. El presidente se portó genial conmigo y decidí aceptar... y la verdad es que no me he arrepentido en absoluto».

«Sólo nos dejaban subir a mí, al gerente y a dos jugadores al avión, nos dejaron en tierra y mandaron nuestras maletas» Y menos ahora. Porque, tras acabar la liga yendo de menos a más, su equipo ha mostrado su mejor versión en la primera ronda de los ‘playoffs’ por el título y el entrenador leonés ya está en semifinales de la FBP. Tras quedar cuarto en liga, se cargó al quinto, el Lusitania, por la vía rápida: 3-0.

Aunque, para llegar a las Azores y cerrar la eliminatoria, tuvo que pasar una auténtica odisea. «Fue un disparate. Salíamos desde Lisboa y cuando llegamos había un equipo de la Tercera portuguesa que también iba en el avión para jugar en las Azores y al llegar nos dicen que ocho de sus jugadores no han podido subir al avión. Y yo para mí pensando, mira, vaya pánfilos que seguro que no han reservado o no tenían confirmados los billetes».

Pero el tiempo le mostraría que estaba muy equivocado. «Los equipos de baloncesto tienen la costumbre de esperar hasta el final para embarcarporque luego pasan muchas horas sentadosen el avión. El caso es que, con el tiempo justo, al ir a entrar al avión a los dos jugadores de delante mío les dicen con grandes gestos: ‘No, no no, no pueden subir. Dejen pasar, dejen, que pase el siguiente. Quitense».

Era el comienzo de unas horas de locura. «Sólo nos dejaban subir a mí, al genente y a dos jugadores. Nadie nos daba explicaciones. Y claro, yo dije que no subía sin mi equipo. Al final cogimos avión para el día siguiente, el mismo del partido, para ir a una isla y desde ahí a la nuestra».

Pero entonces llegó el siguiente problema. ¿Dónde pasar la noche? «En la compañía nos dijeron que como éramos portugueses que nos buscáramos la vida y, al ser puente en Portugal, llamamos a 25 o 30 hoteles y en ninguno teníamos sitio. Al final alguien dijo que conocía una especie de finca en la que se alojaba gente a unos 40 kilómetros y para allí nos dirigimos».

«No había sitio en ningún hotel, nos fuimos a una finca a 40 kilómetros con gente vestida como de otra época» Rumbo a la aventura... con menos peso del que llegaron. Porque, aunque ellos se quedaron en tierra, la compañía mandó parte de las maletas a las Azores. «Tardaron dos horas y media en salir y, cuando lo hicieron, vimos que seis de ellas, entre ellas la mía, las habían enviado con el avión».

Pero, por fin en esa residencia, pudieron alojarse. Aunque la estampa allí también era curiosa: «Empezamos a ver salir gente vestida de otra época de ella de ella, algo muy raro... pero no quedaba otra, así que para allí entramos, dormimos 4 horas y otra vez al aeropuerto, a coger el avión y por la tarde a jugar».

Al final llegaron... y ganaron. Las semis ya estaban conseguidas.El gran favorito, el Benfica, espera ahora en ellas. Ahí, la tarea es ya mucho más difícil...

De Sampaense, al que dejó en media tabla y acabó bajando, al equipo más veterano de la liga


Cuando dejó Sampaense, su balance era de tres victorias y seis derrotas. Le valía eso para estar de la mitad de la tabla hacia abajo... pero tras irse las cosas fueron considerablemente a peor. De hecho, terminó descendiendo tras ganar tan sólo dos partidos más en los 13 que disputaron tras la marcha del leonés.

Puso rumbo al Ovarense, donde se encontró al equipo más veterano de la liga. «Llevan muchos años jugando juntos, tiene bastante estabilidad y no les gusta hacer grandes cambios. Hay dos tíos de 35 años, otro que cumple 37, uno de 33...»,  cuenta Félix Alonso, que no obstante dice que «imponemos un ritmo rápido al juego, solían jugar mucho 5 contra 5 pero yo les hago correr»; y dice que «es un club muy profesional, suelen ir de media unas 1.000 personas a un pabellón que es espectacular».
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