«Todos al centro del corro: luchadores, ex luchadores, árbitros, los de la base... en definitiva, la familia de la lucha». Eran las siete y tres minutos y todos salían con la cabeza agachada, serios pues sabían a qué iban convocados. La mesa quiso anunciarlo, tal vez lo hizo, pero al bueno de Antonio Barreñada se le quebró la voz al explicar que La Sobarriba no podía olvidar a un luchador que viniendo del Bierzo quiso nacer (para la lucha) en La Sobarriba: Jorge Iglesias Oricheta, que una mañana nos atravesó de dolor cuando se supo que con solo veinte años se había apagado una vida cargada de futuro, en lo académico, en lo deportivo, en la vida... porque es difícil ser mejor paisano que él lo fue en su corta vida.
La ovación fue la más cerrada de la tarde. Los aplausos los más sinceros. El silencio cargado de irrefrenable emoción cuando el padre de Jorge, Carlos Iglesias, trató de dar las gracias en nombre de la familia, con la ausencia obligada de una madre que no puede superar el dolor que provoca el recuerdo de estos actos.
Con el corazón encogido se fue sucediendo un corro cargado de homenajes a Jorge, de recuerdos compartidos, de cercanías o la simple admiración por un deportista que ya era ejemplar pero iba a ser, además, un gran campeón. Los pasos eran inconfundibles.
Gasi de Marne fue el más aplaudido de una tarde en la que se metió en la final con su lucha siempre vistosa
Después del minuto de dolor llegó la categoría en la que luchó Jorge Iglesias, medios. No era de su club pero recuerdo como uno de los luchadores más devastados por la noticia a Gasi. «Era un chaval, y qué bueno», repetía. No sé si lo de bueno era por chaval o por luchador, creo que por los dos.
Y le envió al cielo lo mejor que tiene, la lucha de los generosos, la de los que lo apuestan todo a la belleza y con ella fue superando a gente tan dura como Fer, como David Riaño, con un combate para enmarcar, hasta meterse en la final con Víctor Llamazares que, ojo, venía de derrotar a La Roca, que debería ser la noticia de la tarde pero me perdonara esa debilidad por Gasi, que ayer nos enseñó primero cómo se gana y después, en la final, cómo se pierde.
Pero mucho mérito tiene, cómo no, El Hombre Tranquilo de Valderrueda. Su batalla con Moisés fue de las que pagan el viaje. La Roca en Roca, Víctor en Tranquilo supo encontrar la décima de segundo en la que Moisés queda a la intemperie cuando acelera los remolinos de furia. Y supo esperar en la final a Gasi que, sin dar ninguna caída, las intentó todas, como toda la tarde. Felicidad para los dos, para Víctor porque sigue dando pasos al frente, allanando el salto que hay entre ligeros y medios, superando la lesión, volviendo a un camino que conoce. El de la victoria.
Víctor Llamazares venció por primera vez a La Roca y Adri se lo puso más difícil que nunca a Tomasuco
Todos sabían cuando empezó semipesados que el más motivado allí era Adri el de Villavente. El maestro y amigo de Jorge. El que aparece con él en la foto de los carteles... y lo dejó claro con una victoria contundente frente a Rodri. Lo que ocurre es que en la final de este peso siempre esta Uco, Tomasuco, que parece de otra galaxia. Pero la motivación de Adri —y su calidad— convirtió la final entre dos humanos... o dos extraterrestres. Acara de perro. Llegaron a empatar a caída y media, hubo una nula, pudo pasar de todo en la definitiva pero ya se sabe que lo que es imposible, lo hace posible Uco y cayó encima el de La Vecilla.
Pero el beso sincero del abuelo Justo a Adri al entregarle el premio le recordaba el orgullo de los suyos con lo hecho.
Antes del homenaje, en ligeros, habíamos visto otra victoria, la segunda consecutiva, de Jesús Martínez, no de cualquier manera, luchando; y no contra cualquiera, pues dejó primero en el camino a Javi Oblanca, después al renacido Ares y en la final se vio con el líder, Florián, que venía de dar un recital de cadriladas made in Flori. Y las intentó nuevamente en la final pero el de La Braña parecía tener muy aprendida la lección y a cada ataque respondió con un tranque... y dos seguidos hacen un nuevo corro para Jesús, que se está acostumbrando a ganar ¿Se acuerdan de Saturnino y su segunda juventud? Pues eso.
Ya solo quedaba pesados, con las armas clásicas sobre la hierba, más Liquete, que se permitió el lujo de darle una entera a Kamikaze Alvarado, porque es un lujo poner en problemas este año al luchador de Cistierna. Lujo que, por cierto, se permite con frecuencia un Caberín que se vacía, disfruta, le pone problemas y da la impresión de que piensa lo que le hubiera gustado vivir esta batalla hace unos años.
Volvió a ganar Pedro, que refrendó su superioridad en la final a un Unai que hasta ahí llega, pero Pedro asusta aunque siempre sonríe.
«¡Cómo para no sonreír!», bromea Gasi, que es tan bueno fuera como dentro sacando a vueltas.
La Sobarriba, la mejor tierra para bendecir líderes
La Sobarriba, hablando de lucha, siempre guarda sorpresas en el mandil. Allí la lucha tiene mucha historia y la historia siempre da tablas. Ayer, al margen del emotivo recuerdo de Jorge Iglesias, anunciaron la mejor forma de que el recuerdo del luchador vuelva a estar presente cada año, creando el Trofeo Jorge Iglesias a la Mejor Caída del Corro, cuyo primer ganador fue Adrián García, ‘Gasi’, que al margen de merecerlo casi siempre por su forma de luchar seguro que le hace ilusión pues estaba muy emocionado en el homenaje. También se recupera, esta vez de la mano de la Federación, el trofeo Chuchi a la nobleza. Esta vez quien seguro que se emocionó fue su hermano (de Chuchi), Leoncio, que a buen seguro lo estaba viendo por la televisión, como fiel aficionado que es.
Y para una tarde tan entrañable y diferente las luchadoras de la categoría femenina le regalaron a Jorge y a la Sobarriba el triunfo de las tres líderes: Bea Riaño, Luzma Carcedo y Edi García. Las tres miraron al cielo pero La Pantera Luzma estaba verdaderamente emocionada, ya desde la concentración para el homenaje, e hizo uno de los mejores combates de la temporada ante Priscila, en la final, a la que ayer no le dio ninguna oportunidad.
Bea, Luzma y Edi se anotan un corro en el que se creó el premio Jorge Iglesias a una caída que ganó Gasi
Tampoco se la había dado unos minutos antes Bea Riaño a Sandra. Tal vez dolida por haber caído en el pueblo de su madre 24 horas antes, tal vez para Jorge, pero vimos a la Bea de poderosa cadera que no pudo parar metiéndose debajo Sandra. La fórmula de Gradefes no fue ayer eficaz.
Y Edi volvió a mostrarse muy segura —lo que no le impide llevarse golpes de toda factura— en su camino hacia la tercera victoria en la tarde de una líder. Nada pudo hacer la cántabra Lucía (Dóriga), que siempre leplanta cara, para verse en la final nuevamente con Paola, el diamante en bruto del valle de Dueñas, que en cada corro deja detalles, que cada día sale ‘más plantada’ y decidida, pero es evidente que está iniciando su camino, para lo que no es mala cosa ir metiéndose en las finales, e incluso ganar.
Fin. Gasi recibía su trofeo. Adri miraba al cielo pensando lo cerca que lotuvo, Pelli pasó un mal rato... La Soba.