
En medios estaba todavía el título en juego, sigue estando aunque algo menos. La presencia de solo tres luchadoras le restaba posibilidades a Edi de recortar los siete puntos que le llevaba Luzma. Se miden en la final y Luzma se ganó dar un paso de gigante hacia el título. Le trabó Edi la mediana y la falseó con calidad para rematar después con uno de sus tradicionales golpes de cadera. Fulminante. La racial luchadora del Condado ya toca título, falta rematar.
En pesados no estaba ‘madre’ (Cecilia) con lo que la noticia ya estaba servida: habrá nueva ganadora de corro ya que ‘La Ciclón’ los había ganado todos cuando se fue de Erasmus.
El primer movimiento lo hizo la jovencísima Rebeca, que saltó a pesados buscando su primer día de gloria. Lista anduvo la rapaza —saldría a su abuelo Tines que era de los que veía crecer la hierba— pero además de andar lista hay que luchar... y luchó. Y mucho. Y bien.
Parecía ‘la casi niña’ la veterana y se fue abriendo paso hasta la final primero frente a Alicia, dejando en la retina una mediana muy bella; después la esperaba Paula en la semifinal y Paola en la final. Se curró cada caída, esperó el momento de atacar y no se descuidó, hasta el punto de llevarse el corro sin recibir ni media caída. Su sonrisa lo decía todo, la mirada hacía los suyos era todo un tratado de complicidad, la ovación cerrada la aceptación en la historia de este deporte de quien con 15 años ya abre las páginas de las campeonas.
Pocos segundos después sonaron las campanas del reloj de la Catedral, que por una vez además de avisar de la hora avisaba a la ciudad de que acababa de incorporar a una nueva ‘obispa’ al santoral de la lucha leonesa.
El berciano Jorge repite en la fiesta leonesa con Uco y Unai
En categoría masculina no había título en juego pero sí había tela que cortar. Y se cortó. También hubo ráfagas en todos los pesos con nombres propios que destacar, aunque no sean sorpresas pues de su lucha se puede esperar de todo.
El primer nombre es Jorge Iglesias, el callado luchador del Bierzo, Vega de Espinareda, decidió colarse en la fiesta más leonesa y derrotó en la final a David Riaño con más alternativas de las que mostraba el 2-0 final. Ya había ganado corros Jorge, siempre muestra su calidad y el futuro le sigue esperando con más tardes como esta en la que puso aires de fiesta en la comarca que lo adoptó, la Sobarriba, que ayer reiteró su condición de tierra de tradiciones y a este día de gran fiesta se sumó en medios Adri el de Villavente con evidente contundencia. Sumó otro corro a base de poder y dejando alguna de esas cadriladas que son postales, pero no solo eso. En la final con Chelín —por cierto, cada día mejor el de Puente, sólo le falta romper— estuvo Adri en el suelo, prácticamente vencido, y si ya era complicado levantarse de aquella posición de inferioridad más complicado es lo que hizo: levantarse, estabilizarse y sacar una cadrilada como si llevara diez minutos preparándola. Increíble, parecía pensar un Chelín que no querría recordar la grave lesión que sufrió en este mismo escenario el año antes de la pandemia. Pero no era el de Adri —por esperado— el segundo nombre de la tarde, como no lo sería después el de Tomasuco, por lo mismo. El segundo nombre propio fue, por derecho propio, el de Unai del Campo, El Potro, la sensación de esta recta final y uno de los responsables de que no se vaya la gente antes de pesados, que se queden allí esperando.
Ya en el Provincial estuvo impresionante, pero lo de este miércoles, a la sombra de la Catedral, fue mucho más que la raza que siempre le pone, la valentía que no se le supone —como en la mili— la tiene y esa capacidad de llegar a la grada. Lo de este miércoles fue sobre todo lucha, diferente en cada ronda. Sufrió mucho con la revelación que viene —Jorge, que le dio caída y media— y le tuvo que ir arrancando al chaval la victoria de media en media; tuvo después que sortear la veteranía con clase de Davizuco, la lucha a campo abierto de Rubo y al campeón, Pedro, en la final ¿Se le pueden poner más pruebas? Pues las fue sorteando, se cruza como nadie, traba a una pierna y si se le sueltan va a la otra, mete la cadera y no da un segundo de respiro... Y después lo celebra como quien sabe que ha hecho algo grande. Que lo había hecho.
También lo hizo Tomasuco, pero en su caso parece obligación. Para que la gente no se fuera de la plaza como si él no hubiera estado allí, por la cotidianidad y contundencia de sus victorias, cerró su combate en la final contra Liquete con un voleo con cruce de esos que te obliga a que cuando hables de este corro de San Froilán digas «tenías que habervisto el voleo que dio Tomasuco», para que lo viera Uco, claro.