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De listas y listos

24/06/2023
 Actualizado a 24/06/2023
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La definición de coherencia en el diccionario no deja lugar a dudas: dícese de la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. Eso sí, no sé a qué espera la RAE para actualizar dicha descripción y añadir que es una actitud en desuso y muy poco habitual en el contexto político en nuestro país.

Quizás es que sea muy exigente, pero siempre he pensado que la coherencia en nuestros políticos debería ser una cualidad obligada y no considerarla como un valor añadido. Pero visto lo visto, cada vez es más difícil encontrar representantes públicos que se caractericen por ser coherentes con sus principios. A lo mejor el origen del problema es precisamente que carecen de principios o, en el mejor de los casos, dichos principios son muy laxos. Una pena que tenga tantos seguidores acérrimos Groucho Marx quien proclamara eso de ‘estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros’.

El comodín que utilizan los incoherentes para justificar su actitud es que la política es cabalgar entre contradicciones y por eso cambian de criterio constantemente. Una burda excusa para evitar reconocer que están mintiendo. La incoherencia y la mentira son compañeras de viaje, aunque algunos se empeñen en que pase desapercibida esta relación indisoluble. La última oda en este sentido podría llevar el título ‘De listas y listos’.

El bochornoso espectáculo que nos están dando unos y otros en relación a si las listas más votadas deberían gobernar en minoría llega a unos límites insuperables de incoherencia. Según los intereses particulares y dependiendo del territorio, unos defienden a muerte esta teoría, mientras que sus compañeros de partido, que no han sido los más votados, se pasan por el forro dicha opción. En ambos casos el único objetivo es llegar al poder, pero ya ven, la manera de conseguirlo se adapta a las necesidades de cada uno. Todo esto me lleva a pensar que en realidad al poder no llegan los cabezas de las listas que han conseguido más votos, sino los listos en cuyas cabezas hay espacio para todo menos para la coherencia.

Si no son capaces de llegar a un acuerdo global dentro de cada partido político y posteriormente entre diferentes partidos para acordar una postura común basada en la coherencia, uno puedo entender el callejón sin salida en el que nos encontramos. Lo más sangrante es que en vez de adoptar un perfil bajo y así intentar ocultar las vergüenzas, se atreven a pedir públicamente unos a otros lo que no exigen dentro de sus propias agrupaciones. Y esto no cambiará mientras los listos sean ellos y los tontos nosotros.
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