César García Álvarez: "Académicamente mis hipótesis no han sido rebatidas"

El profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de León presenta la reedición con nuevas aportaciones de su libro de 2003 ‘El laberinto del alma’

Vicente García
11/05/2021
 Actualizado a 11/05/2021
El autor del libro, César García Álvarez, ante uno de los sepulcros de la Catedral. | VICENTE GARCÍA
El autor del libro, César García Álvarez, ante uno de los sepulcros de la Catedral. | VICENTE GARCÍA
Puede ser que la reedición de un libro no sea una novedad, aunque en este caso lo es. El libro de César García Álvarez ‘El laberinto del alma’, publicado por la Universidad de León en el año 2003, está totalmente agotado y se hacía imprescindible una nueva edición que ha corrido a cargo de Eolas y Menoslobos, con un contenido ampliado con nuevas ideas del autor y una fotografía de las enjutas mucho más cuidada.

César García Álvarez es un enamorado de la catedral leonesa, pues desde pequeño ha intentado conocer todos sus secretos. Tras licenciarse en Historia del Arte, con especial dedicación a la Edad Media y al Renacimiento, ha intentado dar a conocer parte de los secretos que encierra la Catedral de León en sus enjutas, que son los relieves esculpidos en los ángulos de las capillas absidiales del templo.

Conversando con él escuchamos sus ideas y sus teorías acerca de esas obras, de las que hay muy poca o casi ninguna documentación. Su obra de hace 17 años postulaba una hipótesis que trató de demostrar en las páginas de ese libro, hipótesis que todavía nadie ha rebatido académicamente, como él dice: «el libro ha tenido juicios privados, alguno publicado, muy positivos y algún que otro negativo, pero no ha dado lugar a un debate académico acerca de un conjunto que es excepcional, y académicamente mis hipótesis no ha sido rebatidas».César reconoce la importancia del conjunto de las enjutas de la catedral de León y vuelve a hablar de su excepcionalidad en el mundo del arte: «Independientemente de que mi hipótesis sea cierta o no, el conjunto es realmente insólito y excepcional. Que haya en la cabecera de un templo gótico 111 imágenes conservadas de 121 y que conformen un repertorio tan complejo, tan rico, tan abigarrado, tan variado, tan dispar, y sin embargo tan interesante, la verdad es que debería convertirse en otro de los campos de estudio de la inagotable Catedral». Una de sus principales hipótesis es la de que el conjunto tiene una estructuración y contenido predeterminados, frente a quienes proponen que las enjutas fueron aportadas por los canteros a su albur sin ninguna estructuración previa. Y lo defiende de este modo: «Un conjunto de imágenes colocadas en la cabecera de un templo gótico tienen que haber contado con un significado adecuado a la sacralidad de ese espacio y por tanto no se pueden haber dejado al azar, al albur o al libre capricho de los canteros. Mi idea es que todo el conjunto sí que tiene un significado coherente y que fue ideado por el obispo, por los propios arquitectos y canteros para poder transmitir una serie de conceptos e ideas propios de la cultura del siglo XIII sobre la muerte, el Apocalipsis, el Purgatorio, los pecados, los vicios, la cristología… Todo organizado como un juego, como un laberinto, en imágenes».Quienes recorrieran ese laberinto, que generalmente eran los canónigos iban descubriendo contenidos y significados para poder meditar sobre esos temas. Y eso conformaba un todo unitario cuyas claves son también unitarias para todos los niveles de las imágenes.

No son series ordenadas y eso es el mayor desafío al que se ha enfrentado el autor, quien después de haberlas contemplado durante mucho tiempo se dio cuenta de que formaban series desordenadas, pero coherentes. Había una serie que remitía al Apocalipsis, al día del Juicio, otra que se iniciaba en esa época como el concepto del Purgatorio. El bestiario es particularmente complejo, pues, como él dice: «cuando lo ordené me di cuenta de que representaba un bestiario completo de Cristo, otro del diablo, otro de virtudes, otro de vicios» y que tanto las formas vegetales como otro subciclo de las edades de la vida, otro ciclo que se podía relacionar con la fiesta del Asno y otros ciclos más formaban series coherentes, que se encontraban totalmente desordenadas, como si fuera un juego de la Oca en la piedra en esos momentos en los que tal vez estuviera naciendo este mismo juego.

Su idea pues es la de que el obispo, los constructores y alguna otra figura que desconocemos idearon un laberinto en el que además colocaron imágenes, conceptos e ideas que no tenían cabida en las portadas, mucho más ordenadas y más acordes con los conceptos de la teología dogmatica, pero que tenían una enorme importancia y jugaron con la idea del solsticio de invierno, la noche de Navidad, que es la noche del Apocalipsis, del Purgatorio y que es la noche en la cual celebraban sus propios ritos los constructores de catedrales, días solsticiales, de la fiesta del Asno, de los locos y demás.

Los constructores además introdujeron sus ideas también de soslayo, sobre todo el culto a Mitra y una de las enjutas que más indican este contenido es una que parece una escena de taberna pero si se ve detenidamente es un juramento de los constructores de carácter mitraico.

El libro es amplio y trata los temas que se han citado y además unas ideas y aportaciones sobre alquimia y sobre astrología que tenían mucha importancia en aquella época.

El tema de las enjutas no es exclusivo de la catedral leonesa. El autor comenta: «en la abadía de Westminster que he recorrido hay enjutas labradas por todo el templo pero prácticamente todas han quedado destruidas u ocultas por la tendencia de los ingleses de ubicar allí los monumentos funerarios de sus hombres ilustres». En la sillería de la iglesia de San Pedro de Poitiers también hay enjutas.

Son 473 páginas en las que el autor muestra el desarrollo de sus hipótesis y todos aquellos elementos e indicios que le han llevado a reafirmarse en ellas, con una revisión crítica de las mismas.

En la nueva edición se puede encontrar alguna enjuta más, como las existentes tras el Cristo de Valmaseda que en su tiempo no pudo ver y ahora ha logrado hacerlo con dificultad. Asimismo el nuevo volumen incluye una profundización sobre las enjutas.

Y sobre todo la nueva aportación de la relación de la geometría con el ciclo de enjutas, pues como dice el autor: «me permitió revelar los secretos geométricos de la catedral».

El autor espera que la reedición de su libro genere un interés mayor por una dimensión fundamental de la catedral leonesa, que la gente lo lea y cree debate.

La edición a cargo de Héctor Escobar, de la editorial Eolas y Miguel Mr Griffin de Menoslobos es excelente y el lenguaje en el que expone sus afirmaciones nos retrotrae a un pasado que es fácil entender e imaginar. Un libro imprescindible para quien desee conocer no solo los secretos de la Catedral de León, sino muchas ideas de la época en la que se construyó.
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