Los actos comenzaron en la mañana con la candanga por los bares de Riaño. Después, al oscurecer, llegó el momento del gran desfile. La Mojiganga recorrió el pueblo para terminar quemando La Choza, la gran hoguera. Los zamarrones saltaron y corrieron con sus cencerros alrededor del viejo hasta el momento mágico: cuando, rodilla en tierra, adoraron al fuego con el sonido ancestral de los turullos -cuernos de vaca sonoros- de fondo.
El festejo concluyó con al invitación de chocolate con 'frixuelos' a todo el público. Un manjar elaborado en casa por las mujeres de Riaño.
