Calixto Bieito zarandea la ópera de París

El escenógrafo mirandés vuelve a la Bastilla con una controvertida versión de ‘Simon Boccanegra’ que este jueves puede verse en directo en los cines Van Gogh

Javier Heras
12/12/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Ludovic Tézier es el protagonista de la ópera ‘Simon Boccanegra’. | AGATHE POUPENEY
Ludovic Tézier es el protagonista de la ópera ‘Simon Boccanegra’. | AGATHE POUPENEY
La Bastilla tenía una cuenta pendiente con ‘Simon Boccanegra’ después de la decepcionante producción del neerlandés Johan Simons, de 2006. El director de la Ópera de París, Stéphane Lissner, podría haber jugado sobre seguro. En su lugar, acudió a Calixto Bieito. «Parece hecha para ti; explora la complejidad humana», le dijo. El enfant terrible de Miranda de Ebro (1963) suele ir ligado al escándalo, como atestiguan su ‘Trovatore’ de 2003, lleno de torturas y violaciones, o su ‘Macbeth’ (Salzburgo, 2011), que incluía asesinatos de niños. Pero también lleva décadas asombrando con esa ‘Carmen’ con toro de Osborne, su osada ‘Forza del destino’ o el reciente ‘Die Soldaten’ en el Real. No importa que algunos lo abucheen: Bieito, responsable del Teatro de Basilea (ciudad donde reside), ya se ha comprometido con la Bastilla a la ‘Tetralogía’ de Wagner en 2020.

«Boccanegra no es un título que agrade a las masas como ‘La traviata’», explica el regista. «Es oscura, íntima, compleja, triste». A Bieito le recuerda al cine negro, y así ha planteado su enfoque, sobrio, minimalista, con un único elemento central: un gigantesco barco giratorio. Representa la libertad del mar, el ansia de redención frente a «los traumas que nos transmiten nuestros padres».

Cuando se estrenó en 1857 en La Fenice, espantó por su tono oscuro, el dominio de las voces masculinas graves y su denso argumento sin apenas espacio para el amor (sí para la lealtad). Nos sitúa en Génova, en el convulso siglo XIV, donde un Dux implacable pero magnánimo, de pasado corsario, gobierna con justicia... y muere envenenado. El libreto de Francesco M. Piave se basaba en el gaditano Antonio García Gutiérrez, el mismo que había inspirado ‘Il trovatore’. La trama resulta muy confusa: se enfrentan nobles y plebeyos, genoveses y venecianos… Pero nada de eso importa: lo que le interesaba al compositor, como siempre, eran las relaciones humanas. Por un lado, el conflicto entre la familia y el deber, como en 'Luisa Miller' o 'Rigoletto'. Por otro, el cariz político, pero aquí sin el patriotismo de sus inicios, sino con un «pesimismo cada vez más profundo», como señala Alex Ross.

El genio de Busseto (1813-1901) nunca había creado un protagonista tan colosal, símbolo de la concordia. Tampoco había mostrado tal maestría en la orquestación, que pinta un color único desde el prólogo, en el que los violines se mecen como las olas del mar, hasta la despedida, en la cual el sonido imita la brisa. También sabe describir la agitación de las revueltas, retratar la psicología de los personajes (cristalina para Amelia, nerviosa para el vil Paolo) y lograr un desarrollo continuo y fluido, sin números separados, en la línea que inauguró ‘Macbeth’ y que desembocaría en ‘Otello’. Por encima de las arias marca de la casa, se recuerdan escenas completas, de una fuerza dramática que pocas veces alcanzaría.

Tanta fe le tenía Verdi a esta ópera que, tras el fracaso en Venecia, se apresuró a cambiarla. Por ejemplo, corrigió el dúo romántico, que trasladó al jardín para que no todo se desarrollara en interiores. Pero siguió sin funcionar y pasó al olvido. Hasta 1881. Tras una década sin componer, el viejo músico hizo caso a su editor, Ricordi, y empezó a colaborar con Arrigo Boito. El creador de ‘Mefistófeles’ resucitó ‘Boccanegra’. Sus retoques y añadidos (toda la escena del Consejo) insuflaron vida a los personajes: Paolo, antes un villano cualquiera, se afila como un demonio, al estilo de Yago en la posterior ‘Otello’. Y el protagonista se engrandece gracias a su alegato por la paz, que incluye una cita de Petrarca: «Venecia y Génova son hijas de la misma madre, Italia». Se reestrenó en La Scala en 1881 con el éxito que merecía.

‘Simon Boccanegra’ podrá verse en directo desde París en Cines Van Gogh el jueves 13 de diciembre a las 19.30. El reparto es impecable: el verdiano Ludovic Tézier, habitual secundario, empieza a destacar como Onegin, Macbeth o, aquí, el Dux, con su elegancia, bello timbre y verosimilitud. Lo mismo puede decirse del bajo Mika Kares y la valiente soprano Maria Agresta.
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