Ganarse la vida uno mismo, quedarse en el pueblo y ayudar a que otros lo pasen bien. Los objetivos profesionales, también vitales, de Rubén Cerezal no pueden ser más nobles. Tampoco más necesarios. Recién cumplidos los 25 años, este joven de Corcos es ya uno de los grandes promotores de eventos en la provincia de León y este sábado organiza en Guardo (Palencia) un festival que está llamado a convertirse en referencia nacional de la música electrónica: Mina Magna.
Hasta llegar al lavadero de carbón en el que este sábado cientos de jóvenes bailarán a ritmo de techno en el Mina Magna, Rubén ha tenido que curtirse durante tiempo en el mundo de la noche. Su historia, la de la compañía RC Project que dirige, comienza en su querido Corcos. No podía ser de otra manera. En las fiestas que esta pequeña localidad del municipio de Cebanico celebra cada 11 de agosto, bajo el amparo de los deseos que se piden a las puntuales lluvias de estrellas de los cielos de verano, se comenzó a gestar su vocación por el ocio nocturno. «Tenía 16 o 17 años cuando empecé a llevar la fiesta de Corcos. No sabía lo que era facturar. No sabía absolutamente nada, ni era consciente del trabajo que lleva organizar una fiesta», relata el emprendedor a este periódico.
Rubén, el señor de la noche de Corcos, apostó fuerte por algo «que nunca había imaginado de pequeño». Tuvo que dejar otros empleos por cuenta ajena, renunciar a una plaza en el Ejército y asumir distintos sacrificios personales para sacar adelante su proyecto. RC Project es hoy una empresa que gestiona decenas de fiestas en pueblos de León, que está detrás de festivales como Winterpueblos o Mina Magna, que representa numerosas orquestas, que tiene su propia discoteca móvil, que pone en marcha eventos con hinchables, barras, ‘foodtrucks’… Un negocio, en definitiva, que ha salido adelante.
Cristian Varela, DJ Pepo o K-Style serán algunos de los artistas que se darán cita este sábado en Guardo
Poco a poco, este joven residente entre Almanza y Corcos fue enganchándose a la «adrenalina» de organizar eventos, «a los nervios de que todo salga bien». «Fue una decisión un poco difícil porque es arriesgarse mucho. Me tuve que lanzar a la piscina, pero es la mejor decisión que he tomado en mi vida», resume Rubén.
Compra de entradas en taquilla
Este fin de semana, con la segunda edición del Mina Magna, la trayectoria emprendedora de Rubén alcanza un nuevo hito. La estética del festival se centra en la minería, forma de vida venida a menos en una Montaña oriental leonesa en la que Guardo, más allá de las invisibles fronteras provinciales, ejerce como una de sus cabeceras comarcales. Un antiguo lavadero de carbón ha sido habilitado como escenario y como una enorme explanada para que desfilen referentes de la música techno como Cristian Varela, DJ Pepo, Lorenzo Raganzini, Carlos Pérez o K-Style. La nómina de artistas que compartirán su sesión este fin de semana, entre las seis de la tarde del sábado y las siete de la mañana del domingo, supera la veintena. Todos ellos, los centenares de asistentes que ya han comprado su entrada y los que lo harán en taquilla forman parte de un evento que ha salido adelante trabajándolo con pico y barrera, a base de ganas y de echarle un par de…
Acaba de cumplir 25 años y su empresa ya gestiona decenas de fiestas, orquestas y eventos de todo tipo
Para esta nueva edición del festival, Rubén se ha asociado con «dos djs reputados y promotores consolidados» del panorama musical cántabro que están detrás del festival Summer y de la discoteca Zul Saltacaballo. «Mina Magna es un sueño. A día de hoy no es un negocio, lo hago porque me gusta y para intentar formar un festival que algún día se consolide como de los grandes. Es un objetivo personal y que quiero compartir con la gente que me ha apoyado desde el principio en mis proyectos», valora el organizador de eventos.
Un gran luchador como referente
Compartir sus éxitos con los suyos es algo en lo que insiste este joven leonés, agradecido a quienes le han ayudado a dar sus primeros pasos en el sector del ocio nocturno. No obstante, recién celebrado el cuarto de siglo, el mayor de esos ‘gracias’ lo reserva para su padre, fallecido a finales del pasado año. Daniel, el de Corcos, es el espejo en el que Rubén se sigue mirando: en el reflejo y recuerdo nítido de un luchador, en el corro y en todo lo demás, que nunca perdió la sonrisa frente a los reiterados reveses con los que la vida le castigó.
«Si soy como soy es por todo lo que he vivido», asegura Rubén recordando una vez más a ese «buen referente para sacar las cosas adelante» que era Daniel. Este fin de semana, a ritmo de música electrónica, las cuencas del carbón vuelven de alguna manera a la vida y, con ellas, las lecciones de perseverancia y sacrificio de un padre a su hijo. Una verdadera mina. La enseñanza más magna.