Burbia ilumina la oscura noche de invierno con sus tradicionales danzas de fuego

Las antorchas de paja seca protagonizan un hipnótico baile para despedir el tramo más duro del año y dar la bienvenida a un nuevo ciclo de vida

Ical
05/02/2023
 Actualizado a 05/02/2023
| EDUARDO MARGARETO / ICAL
| EDUARDO MARGARETO / ICAL
Las fiestas vinculadas al fuego en las proximidades del 2 de febrero, Día de las Candelas, son numerosas en el noroeste peninsular. Una de esas costumbres milenarias, la fiesta tradicional de las fachizas, tiene lugar este fin de semana en Burbia, un pueblo enclavado en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses (Rbale). En esta pequeña localidad berciana, los vecinos queman estas grandes antorchas elaboradas con paja seca en una hipnótica danza de fuego que ilumina la oscuridad de la noche.

Cerca de un centenar de personas participan en la celebración tradicional de las fachizas en Burbia. Con una temperatura muy agradable entorno a los 12 grados, sobre las cinco de la tarde se congregaron cerca de la caborca (regato), donde sacaron la paja de centeno para comenzar a preparar las Fachizas.

Juan González es uno de los veteranos que enseña a los más jóvenes como confeccionar las fachizas, y confiesa emocionado que esta celebración es muy especial para él porque le lleva a tiempos de cuando era niño y lo vivía como una celebración misteriosa y espiritual.

A Sito Rellán, una de las personas que más ha luchado para que esta tradición no desaparezca, sin parar de confeccionar fachizas, dice que está tradición nunca dejó de celebrarse a no ser que coincidiese con un día muy lluvioso. Recuerda cuando era pequeño que entonces se celebraba después de cenar cuando se subía al monte y se quemaban las fachizas, y se movían prendidas en fuego haciendo círculos para espantar a los malos espíritus.



Los preparativos arrancan por la tarde, con una reunión en la que los lugareños aprovechan las últimas luces del día para trenzar las briznas e ir fabricando las fachizas de la manera tradicional. Con la puesta de sol, los jóvenes del pueblo son los encargados de subir los enormes haces hasta la colina de la Lagúa, donde encienden las hogueras que luego se utilizarán para encender las fachizas.

Cuando la noche ya ha extendido su oscuro velo sobre el pueblo, arranca la danza de fuego, compuesta por movimientos circulares que dibujan formas mágicas sobre el paisaje nocturno, en un ritual que se prolonga durante más de una hora. Con este espectáculo, predecesor de los actuales fuegos artificiales, los vecinos despiden el tramo más duro del invierno y dan la bienvenida a un nuevo ciclo de vida.

De orígenes paganos, esta ceremonia ancestral podría estar relacionada con las costumbres de los antiguos pobladores celtas o con figuras como Lug, el dios de la luz y el fuego de la cultura celtíbera, al que también adoraban los godos. Tras varias décadas de vacío, la asociación Acebo Burbia inició hace cerca de 20 años el camino para recuperar esta tradición que se abandonó debido a la falta de paja.

En estos esfuerzos, fue clave la ayuda de unos ‘teitadores’ de pallozas de la zona, que cedieron sus excedentes de paja para que los aldeanos pudiesen volver a fabricar sus fachizas. Parte de esta paja también se utiliza para elaborar los ‘bincallos’, las cuerdas con las que se atan las antorchas.
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