Bruno Marcos: "’Dakovika’ es una lucha contra el tiempo profanando el pasado"

Entre los diferentes escenarios de la nueva novela de Bruno Marcos, ‘Dakovika’, se reconocen muchos lugares de la ciudad de León que los insólitos personajes allanan, expolian o profanan

Jose Miguel López-Astilleros
20/05/2022
 Actualizado a 20/05/2022
El profesor, escritor y articulista Bruno Marcos. | ANGÉLICA ÁLVAREZ
El profesor, escritor y articulista Bruno Marcos. | ANGÉLICA ÁLVAREZ
La novela ‘Dakovika’ (Marciano Sonoro, 2022) de Bruno Marcos, que acaba de aparecer, narra la historia de un buscador de libros viejos que, siguiendo a una joven de la que se enamora, llega por los tejados a un palacio que lleva cerrado más de cien años y en el que siente detenerse el tiempo. Allí, el protagonista descubre la turbia industria que provee de versos al poeta laureado de la ciudad, lo cual le lleva a cometer un trágico crimen tras el que emprenden la huida.

‘Dakovika’ está ambientada en la actualidad pero en un mundo paralelo poblado de insólitos personajes que deambulan por una imaginaria «ciudad sin nombre». Entre los más de treinta escenarios diferentes por los que discurre la acción se reconocen muchos lugares de la ciudad de León.

Los tejados son el medio por el que se desplazan los traperos del tiempo en sus aventuras y por ellos allanan y expolian palacios y templos. Las cloacas, a partir de la segunda parte, son usadas en su escapada cuando los tejados han dejado de ser seguros. Son una red subterránea paralela a la de la ciudad de arriba con millares de ratas que les siguen a través de osarios medievales y corrientes pestilentes.

La novela, cuyas dos primeras partes publicó la editorial secreta Manual de Ultramarinos, aparece ahora completa en este volumen de Marciano Sonoro Ediciones, incorporando la tercera parte inédita, después de convertirse en una obra misteriosa y de culto.

– ¿Se puede decir que la geografía urbana de la «ciudad sin nombre» articula la trama de ‘Dakovika’ como un ‘deus ex machina’?
– La ciudad en esta novela es algo más que un escenario o un telón de fondo para la acción que desarrollan los personajes. Tanto es así que esta obra no podría darse sin una ciudad como la que aparece retratada, esta novela no existiría sin nuestra ciudad. Los lugares por los que van pasando los protagonistas van entregando pedazos de trama. El Rastro, la Catedral, la Basílica, las tiendas de libros viejos, las chamarilerías, el antiguo hotel Oliden, los tejados, las cloacas… cada espacio al que llegan los personajes aporta avances de la acción, resolviendo el curso narrativo.

– ¿En qué medida han sufrido los lugares por los que transitan los personajes un proceso de mitificación inversa? ¿En qué se ha basado este proceso?
– Las ciudades con historia ejercen una influencia importante sobre la vida, el presente está siempre afantasmado en ellas. Vivir en lugares históricos tiene algo de profanación y los monumentos, los edificios viejos o las ruinas se vengan de los jóvenes anunciándoles su caducidad. La ciudad histórica es toda ella un ‘Et in Arcadia ego’, un ‘Memento mori’, muestra que otros que ya no están también vivieron ahí y recuerda que somos mortales. Ese peso, que a veces se expresa además con la belleza artística del pasado, paraliza en cierto modo. Todos los lugares míticos, históricos y pretéritos de la novela que atraviesan los personajes son de una forma u otra profanados, profanados por la vida, y cada profanación podría constituir una nueva capa mítica.

– ¿Sería muy arriesgado argüir que la caracterización de los espacios de la novela es quien crea los personajes a imagen y semejanza de estos, o tal vez sucede al contrario?
– La novela narra la lucha privada de unos pocos personajes contra el paso del tiempo, una rebelión protagonizada por los —aparentemente— peor dotados para una empresa tan descomunal: traperos, librovejeros…, gente que es infeliz, que antes de que empiece el relato —no se cuenta por qué— está ya destruida y que vive buscando entre objetos pasados algo con valor. ‘Dakovika’ es una lucha contra el tiempo profanando el pasado. Los espacios y los personajes se crean mutuamente ya que los protagonistas hacen sus negocios con lo desechado, se visten con lo desechado, habitan lo desechado… Todo está fuera del presente, se trata para ellos de una carrera hacia atrás en el tiempo para detener los relojes que les coloca, inesperadamente, en el presente, un presente que recobran después de una huida desesperada que, finalmente, les pone mirando al futuro.

– ¿Qué peso ha tenido la realidad histórica de la ciudad en la transformación de estos lugares en imaginarios?
– En el aspecto físico la «ciudad sin nombre» tiene tres niveles. Los traperos del tiempo se mueven por los tejados en la primera parte y por las cloacas en la segunda, mientras que el suelo solo es para ellos en la tercera, cuando la destrucción ha dado la vuelta a la realidad. Los tejados suponen una experiencia paralela, a poco más de tres metros de altura la perspectiva empieza a cambiar, la llanura de tejas arponada de antenas y habitada por gatos y pájaros ofrece otra ciudad en la misma ciudad. Cuando estos ya no son seguros siguen por las cloacas, también paralelas al trazado de las calles, pobladas de ratas que les acompañan a lo largo de ríos de aguas putrefactas.

Cada lugar tiene una simbología que emana de la realidad histórica. El palacio de Siena-Pombal es el búnker contra el paso del tiempo que protege el amor, la Catedral es la presencia colosal de una belleza paralizante, la Chamarilería es el museo del tiempo y el refugio de lo viejo, el Rastro es el mercado donde los objetos muertos resucitan, la Basílica una tumba en la que cualquier acto de los vivos solo puede ser una profanación, el hotel Oliden simboliza la riqueza que sólo puede ser disfrutada por los desdichados cuando está abandonada, la farmacia Merino la antesala al mundo onírico, el teatro Emperador una ruina donde se escenifica la desesperación más atroz…
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