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Biología de las emociones

28/01/2020
 Actualizado a 28/01/2020
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La semana pasada tuve la suerte de asistir a una charla-coloquio organizada por Activos y felices sobre la Biología de las emociones y que impartió el doctor Antonio Serrano, psiquiatra del Hospital Universitario de León y Experto en medicina psicosomática y psicología de la salud. Se enmarca dentro de las actividades que esta Asociación sin ánimo de lucro organiza en torno a la alta sensibilidad, un rasgo neutro de la personalidad que, como ya he comentado en otros artículos, afecta directamente a un 20% de la población e indirectamente a todos, porque tanto unos como otros hemos de saber gestionarla, porque si lo somos hemos de tratar también con quien no lo son o si no somos PAS hemos de relacionarnos también con quienes sí lo son.

Y hubo varias cuestiones que me llamaron la atención, como que en el estado de tristeza la actividad neuronal es mayor que cuando estamos alegres. A la importancia de saber poner nombre a lo que nos sucede –las emociones no son ni buenas ni malas, solo son– porque si no es difícil apagar el estrés al no saber cómo combatirlo: es el problema de la alexitimia. O el hecho de que cada vez que recordamos cambiamos algo de ese recuerdo, aunque sea muy pequeño; algo que, nos comentaba el ponente, nos ayuda mucho a saber dudar de nosotros mismos. La cuestión de fondo es mantener el equilibrio entre las cinco o seis emociones básicas –miedo, alegría, tristeza, ira, asco, sorpresa…– para que ninguna nos domine pues pueden llegar a ser adictivas y hay que ponerles freno, ya que «una emoción no exime de la responsabilidad»: lo que hay hacer se hace y no nos debemos dejar llevar por la emoción del momento. Pueden visualizar esta charla en la página de Activos y felices en Facebook.

Después de un turno de preguntas y respuestas, dos voluntarios de la Alta sensibilidad de la Asociación nos informaron del ‘Ágora de la Alta sensibilidad’ y de los diferentes talleres que organizan, como el ‘Taller de tango y emociones’ pues «el pensamiento triste que se baila», como lo describió el poeta Enrique Santos, tiene un componente terapéutico importante por la «intensidad y profundidad de las emociones que despierta cuando se baila o se escucha su música o su poesía», como asegura el psiquiatra clínico y psicoanalista Federico Trossero, autor del libro ‘Tango terapia’. En la web de Activos y felices se recoge toda esta información.
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