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Bicicletas para todo el año

27/09/2020
 Actualizado a 27/09/2020
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Debemos mucho a holandeses y chinos sobre el tráfico en las ciudades. A unos, enseñarnos cómo circular en bicicleta de manera predominante y a otros que lo hagan y no nos envenenemos todos de forma drástica. No creo que los holandeses o los chinos sean mejores o más listos, pero estamos tardando en admitir unánimemente que el futuro de las ciudades se mueve con esas dos ruedas. Y, aunque lo concedamos, no actuamos en consecuencia.

Alabar la bicicleta en sí misma, como medio de transporte individual y saludable denlo por hecho. Se conocen los beneficios personales pero son los sociales los que justifican la inversión pública. Si no se reconocen, se niega la evidencia. No hablo de un deporte: la bici y sus artilugios parientes se han convertido en la alternativa más directa y sencilla de viabilidad urbana. El centro de Pontevedra, ciudad de similar tamaño a la nuestra, se ha cerrado a los automóviles y ha acabado por convertirse en ejemplar. París acaba de implantar el plan ‘quince minutos’ en una urbe desmesurada, pretendiendo situar a esa distancia temporal cualquier servicio para fomentar el desplazamiento peatonal o ciclista y paliar el caos automovilístico y la contaminación, dos de los grandes aprietos de las urbes modernas. Dos ejemplos entre muchos. No deja de sorprender que la bicicleta de pedales y rueda hinchable y el automóvil se inventaran casi a la vez. Triunfó el invento más llamativo, pero, con el tiempo, el primero ha venido a contrarrestar los enormes problemas causados por el segundo.

No solo es una alternativa, es una obligación. Cuando ayuntamientos como el de León ponen en marcha carriles bici por fortuna no vienen a dar solución a la proliferación o atolladero de bicis, sino que buscan solucionar el de coches con una opción, casi la única factible en nuestros días. Creer que la abundancia de coches reclama más espacio para estos sería pensar que la de basura se soluciona con más contenedores. Es de agradecer que algunos de los gobiernos municipales de esta ciudad lo hayan entendido, pese a que su uso sea aún minoritario y a pesar de la terquedad en ordeñar Ordoño.

Se imputa a las bicis (y a los patines, etc.) el mal comportamiento de algunos usuarios, generalización injusta que podría hacerse con cualquier otra actividad: la casuística sobre coches seguro que es mayor y mucho más peligrosa. Algunos también recordarán las protestas de algunos conductores y ciudadanos cuando se peatonalizó la calle Ancha. Hoy día nadie niega el éxito de tales medidas.

Uno de los pocos cambios positivos provocados por la pandemia ha sido el aumento del uso de un vehículo que los españoles podemos adoptar en ciudades beneficiadas por climas benignos, perfiles llanos o un tamaño abarcable. Y también en las demás, según ejemplos europeos. Cuando vean a un ciclista en las calles, recuerden que está pedaleando por el futuro.
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