Cultural, nos lo merecemos

Por Jesús Coca

22/05/2017
 Actualizado a 14/09/2019
Iván González lanza una bandera a los aficionados desplazados al Mini Estadi. | SERGIO ROS (PHOTODEPORTE)
Iván González lanza una bandera a los aficionados desplazados al Mini Estadi. | SERGIO ROS (PHOTODEPORTE)
No recuerdo la primera vez que vi a la Cultural, pero sí la primera temporada en la que mi padre, socio de toda la vida, me sacó el carnet y me empezó a llevar al campo, con 10 añitos, en aquella temporada 1994-95 en la que bajamos a Tercera y subimos ganando todos los partidos de la fase de ascenso. Del cemento del antiguo Amilivia, a aquellos años en el Área llegando en los buses y poniéndote mil capas en invierno para soportar el frío, y después el lujo que supuso el Reino de León. 21 años sin estar nunca tan cerca de ver lo que ahora acariciamos. El ascenso a una Segunda A que, todos los menores de 50 años de esta ciudad, no han podido ver nunca con un cierto grado de conocimiento.

Recuerdo la liguilla con Las Palmas, recién subidos, con las esquinas de la tribuna llena de canarios gritando su ‘pío, pío’. Por supuesto aquella con Barça B, Madrid B y Cádiz, en el que ante la entidad de los rivales lo principal era disfrutar, y vaya si se hizo. O la de Puente Castro, cuando aquel gol casi con el partido acabado de Meca ante el Córdoba nos hizo creer que esta vez sí, si bien pronto nos quitó la ilusión el Cartagonova ganándonos los dos partidos seguidos. Cómo no la del estreno del Reino, pues aún me veo corriendo escaleras abajo por la tribuna este celebrando el gol de Espadas en el 88 al Xerez, pero también sintiéndome incrédulo cuando el mismo Toledo al que habíamos ganado 0-4 nos ganaba con gol de Carpintero y al caer también en Andalucía nos quedábamos fuera pese a sacar 12 puntos. O la de Motril, también con alegrón inicial en aquel 0-1 que coincidía con Rosa cantando en Eurovisión (en mi bar quitaron tres minutos el partido para ponerla), pero que también se torció hasta el punto de que tras las dos derrotas con el Getafe, la pañolada fue tremenda tras el 1-4 de los andaluces en el Reino. O el empate en casa con el Lanzarote, con todo de cara para volver a un ‘playoff’. O la de Sabadell, la primera trabajando tras muchas de aficionado, en la que tras muchos años de sequía nos quitaron a las primeras de cambio la ilusión que habíamos cogido.

Pero lo peor no fue perder liguillas. Pensábamos que sí, pero ni mucho menos. Porque lo siguiente que viene a la memoria es aquella rueda de prensa con las lágrimas de Santi Santos, aquel día del descenso administrativo en que pensábamos que se nos acababa el invento, aquellas temporadas en Tercera, escuchando por la radio los partidos en Lerma, Almazán o Cuéllar, escribiendo en el techo del estadio del Huracán, jugando contra la Ponferradina B el derbi mientras el A vivía los mejores momentos de su historia, o disfrutando en las gradas de San Gregorio de la vuelta a la categoría de Bronce.

Son recuerdos del culturalismo. Son parte de un pasado que no se borrará, pero que quedará eclipsado por lo vivido en el Mini Estadi, sobre todo si se consigue rematar la faena y se logra que el próximo domingo sea un día para la historia. Sería hacer justicia con este equipo. Pero, sobre todo, con su gente. Por los que llevan décadas sufriendo sin dejar de lado nunca al equipo, ni en las buenas ni en las malas. Por los que se incorporaron durante el camino o incluso ahora, aprovechando esta gran temporada, porque ¿quién no fue nuevo en algún momento?. Por los que nos dejaron antes de poder vivir esto. Por todos, porque nos lo merecemos, ¡vamos Cultural, remátalo¡
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