Aprender a ser mujer-espejo

Irene Fidalgo es una joven escritora que acaba de publicar su primer libro de poemas, ‘Tiempo en calma’

Mercedes G. Rojo
23/03/2021
 Actualizado a 23/03/2021
Irene Fidalgo firmando su libro ‘Tiempo en calma’. | MOBT
Irene Fidalgo firmando su libro ‘Tiempo en calma’. | MOBT
«... ser una mujer-espejo para (...) que ciertos sentimientos no se queden ocultos mucho tiempo en el frío muro humano...» (Irene Fidalgo. Escritora)

El pasado domingo se celebraba a nivel internacional el Día de la Poesía, un día en el que numerosos lugares se llenan de versos y en los medios de comunicación, pero sobre todo a través de las redes fluye la misma inundándolo todo con ese mismo espíritu de renovación con el que llega la primavera. ¿Hay mejor  circunstancia para dedicarle la sección a alguien que llega a este mundo de la escritura con la misma fuerza vivificante con que cada año torna esta estación a nuestras vidas? Y por ello hoy traigo a esta página a Irene Fidalgo López (León, 1998), joven poeta leonesa que acaba de publicar su primer libro ‘Tiempo en calma’, de la mano de la también joven editorial Mariposa Ediciones.

Mi primer recuerdo poético de Irene me viene de un recital en el que participaba junto a poetas de diferentes edades y poso literario, en el Ateneo Varillas (en uno de esos hermanamientos de versos entre Asturias y León que una o dos veces al año se celebraban aquí o allá, en Langreo, antes de caernos el castigo pandémico que se está cebando especialmente en las actividades literarias), con una puesta poética en escena poco habitual para lo que estamos ahora mismo acostumbrados y que me llevó a tiempos anteriores, donde las performances trataban de hacernos llegar la poesía de una manera mucho más visceral y atrayente. Tampoco me dejaron indiferentes sus poemas que, a pesar de su juventud, prometían.

Irene Fidalgo lleva participando en algunos encuentros que tratan de visibilizar la presencia femenina en la literatura desde hace varios años. En el último de ellos (dedicado a Manuela López) se nos define en los siguientes términos: «Nací un enero de nieve en que se vislumbraban abigarrados transeúntes enfundados en sus bufandas de colores y casi se podía palpar el cansancio de los rostros de los enfermeros. En ese invierno de luces grises y sentimientos guardados bajo capas y capas de abrigo, el destino decidió que debía ser una mujer-espejo para asegurarse de que ciertos sentimientos no se quedasen ocultos mucho tiempo en el frío muro humano…». ¿Puede haber una descripción más poética de sí misma que ésta? A partir de ese nacimiento, pronto los versos interceptarían su vida pues, tal como decía en 2017, con motivo de su «presentación» oficial en un ‘Tres para tres’ con Antonio Merayo de maestro de ceremonias y otros dos compañeros y sus correspondientes introductores conformando la velada, «escribo desde los 7 años como forma de dar sentido a los pájaros de mi mente». Desde entonces lee libros de todos los poetas que caen en sus manos «porque de todo se aprende y disfruta», adquiriendo ese bagaje necesario para pasar por diferentes etapas siempre a la búsqueda de ese yo poético que va evolucionando poco a poco mientras sigue su camino inspirada por los grandes nombres que la han ido acompañando, cada uno aportando su granito de arena en su evolución sin restarle ápice alguno de personalidad y fuerza a su poesía. Reconoce haber desarrollado su poética «en la vaga y distorsionada línea que une la realidad y la ficción» durante su época universitaria, durante la que encontraron su admiración poetas «de lo inefable» como José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, Ángel Crespo, Juan Ramón Jiménez… y otros, a los que durante estos últimos años se ha sumado el sorpresivo descubrimiento de algunas escritoras menos conocidas pero no por ello menos interesantes como Alfonsa de la Torre, Manuela López o las Sinsombrero, en cuyas antologías-homenaje ha colaborado.

Graduada en Filología hispánica en la ULE, finalizando el máster en Educación que le permitirá acercarse al mundo de la enseñanza a través del cual contagiar a otros su pasión por la literatura, Irene Fidalgo es uno de esos ejemplos de jóvenes que –con la ilusión puesta en la escritura en la que encuentran una forma de expresión y la búsqueda de sí mismos y su crecimiento personal, apoyado en el legado dejado por tanta lecturas que la han acompañado durante el proceso– abre nuevos caminos a su pensamiento y a su modo de expresión, sin aposentarse, buscando y experimentando continuamente, porque solo ese es el camino para avanzar.

Miembro del joven colectivo #Plataforma, Irene Fidalgo escribe incansablemente, indaga entre la poesía y otras formas de expresión como los microrrelatos, o acercándose a otras formas de expresión más basadas en la reflexión sobre los personajes y su hecho poético, con un convencimiento claro: que su destino va unido a la literatura en sus distintas facetas. Y ahora, tras numerosas participaciones en antologías específicas y otras publicaciones colectivas, nos regala con su primer libro en solitario: ‘Tiempo en calma’, un poemario en el que, según nos cuenta, están presentes «el legado de Zoroastro, las resonancias de los koans del budismo zen, la quietud de los haikus japoneses y las reflexiones existencialistas, (un libro que) se centra en el fulgor desnudo de un instante, evocando la sensación de vacío y pertenencia al Todo universal: el pálpito verde del corazón de la naturaleza».

Todo eso y mucho más es nuestra joven poeta leonesa de hoy. Con el hálito de la celebración del Día de la Poesía aún flotando en el ambiente, les invito a acercarse a su obra y a descubrirla.
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