Amelia, una aplicada alumna a los 98 años

Apenas pudo ir a la escuela cuando era niña, pero hace más de dos décadas que acude al aula itinerante que el Cepa Concha Casado desarrolla en la casa de cultura de Pinilla

Cristina Centeno
21/12/2022
 Actualizado a 21/12/2022
Ana Sandoval es la profesora encargada de este aula itinerante de Pinilla que cuenta con diez alumnas, todas mujeres. | REPORTAJE GRÁFICO: JESÚS F. SALVADORES
Ana Sandoval es la profesora encargada de este aula itinerante de Pinilla que cuenta con diez alumnas, todas mujeres. | REPORTAJE GRÁFICO: JESÚS F. SALVADORES
«Si paras, te anquilosas». Con esa filosofía de vida ha llegado Amelia Crespo Crespo a los 98 años. A punto de alcanzar el centenario, esta vecina de Pinilla rezuma vitalidad y no se cansa de aprender. Apenas pudo ir a la escuela cuando era niña, pero hace más de dos décadas que volvió al ‘cole’. Es la alumna más mayor del aula itinerante que el Centro de Educación para Personas Adultas (Cepa) Concha Casado mantiene en la Casa de Cultura del barrio que divide León y San Andrés del Rabanedo.

Los lunes y los miércoles, Amelia prepara la cartera para ir a clase, en la que no faltan su estuche lleno de colores, sus cuadernos y su vieja cuartilla con las tablas de multiplicar, una fiel «amiga» en la que se apoya para hacer las cuentas de Matemáticas. Vive en un tercero sin ascensor a poca distancia del que se ha convertido en su centro educativo, pero eso no la impide subir y bajar las veces que sean necesarias. «No puedo estar quieta, qué hago con estar quieta», dice antes de comenzar la clase y mientras enseña algunos de sus muchos dibujos. Tiene más de 40 cuadernos llenos en casa, «más los que he dado y he tirado», y aprovecha hasta el calendario para pintar sus ramos de flores, que van siempre con una dedicatoria si son para regalar. Los hace en clase pero también en su domicilio: «Tengo una casa que es una bendición, me siento ahí y veo toda la calle y me pongo a dibujar», cuenta.Nació en septiembre de 1924 en Villanueva del Árbol, pero por circunstancias de la vida dejó la escuela cuando era muy pequeña para dedicarse a las labores del campo. Luego llegó a Pinilla y tuvo que «luchar mucho» por sacar a sus seis hijos adelante, pero ahora mira atrás orgullosa de su historia. «Fue muy muy duro, pero todos han ido a la escuela hasta los 14 años y los nietos tienen carrera», presume. La familia ha crecido y suma 16 nietos y trece biznietos, algunos en León y otros «esparcidos» por España, en Madrid o en Sevilla.

Con escasos recursos económicos y muchos quehaceres familiares, no pudo estudiar cuando era joven, pero eso no evitó que aprendiera a escribir y hacer cuentas «yo sola en mi casa».

Hace dos décadas que retomó su vida estudiantil coincidiendo con la llegada del aula itinerante del Cepa Concha Casado a la casa de cultura de Pinilla y está encantada. «Hace 20 años cuando abrieron la escuela fui yo la que me apunté, con más mujeres, algunas ya se han muerto y otras no vienen», recuerda. Ahora «soy la más vieja», pero mientras pueda seguirá participando porque «me mantiene activa».

En la actualidad comparte aula con otras nueve mujeres. Una pequeña gran familia que encabeza Ana Sandoval Cerón como profesora. Las clases son «nuestra terapia», asegura detallando que se trata de un grupo «muy peculiar» que «no tiene nada que ver con otros que tengo en horario de mañana» en las instalaciones del Cepa Concha Casado, donde priman adultos que buscan conseguir el título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO).

El contenido de las clases se ha adaptado a la edad de las estudiantes. Tienen cinco horas a la semana repartidas en dos tardes y tocan varias materias. «Hacemos un rato de Matemáticas, luego las gusta leer, hacer dictados y cosas de educación cognitiva, desde pirámides a crucigramas, vamos variando para no hacer lo mismo durante las dos horas y media», explica Ana. Ella también ha tenido que cambiar el chip para adaptar el currículo a sus alumnas, que no tienen por objetivo conseguir el ‘Graduado’ para hacer una carrera o ascender en el trabajo. «Todas ellas se quieren superar, sin un fin concreto pero por satisfacción personal», asegura. En este aula de la casa de cultura de Pinilla también aprovechan para ponerse al día y debatir sobre asuntos de actualidad intercambiando opiniones «muy dispares». Todo para mantener la mente activa y seguir cumpliendo años como Amelia, que a sus 98 años «escribe súper bien, le encanta hacer dictados y lee muy muy bien», celebra su profesora apoyada por el resto de compañeras, que pese a ser más jóvenes creen que la veterana es de las mejores de la clase en lectura. Pese a los achaques de salud que asegura haber tenido en la última temporada y que «me han dejado baldada», sigue «tirando para adelante», algo que ha hecho toda la vida.

Sobre su aprendizaje con Ana cuenta que «ella nos enseña de todo», aunque «he tenido un bajón y ahora no retengo mucho». Eso no impide que su intención sea seguir aprendiendo porque «yo lo que no quiero es estar ‘guarando’ en casa y viendo la tele todo el día, hay que moverse, al cuerpo hay que darle caña porque si no...», reflexiona. Su materia favorita en este singular colegio son las Matemáticas, pero reconoce que «la mejor asignatura es la vida». Por la suya da «gracias a Dios» después de haber superado momentos difíciles y seguir siendo una aplicada alumna con 98 años.
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