Álvaro Laiz: "Me considero más un traductor que un fotógrafo"

El leonés se alzó con el máximo galardón en los Sony World Photography Awards 2019 por una serie de retratos que forman parte del proyecto ‘The Edge’, donde sigue los pasos de poblaciones paleosiberianas que hace 20.000 años cruzaron el estrecho de Bering para convertirse en los primeros pobladores de América

Joaquín Revuelta
02/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
El fotógrafo Álvaro Laiz en uno de sus viajes.
El fotógrafo Álvaro Laiz en uno de sus viajes.
El fotógrafo leonés Álvaro Laiz ha logrado un nuevo reconocimiento internacional al resultar ganador de los premios Sony World Photography Awards 2019 en la categoría de retratos por los que componen la serie ‘The Edge’, un proyecto fruto de una beca de National Geographic Explorer en el que ha seguido los pasos de las poblaciones paleosiberianas que hace 20.000 años cruzaron el estrecho de Bering para convertirse en los primeros pobladores de América.

Álvaro Laiz ha centrado su trabajo en el estudio de poblaciones remotas, como ya quedó demostrado en su anterior proyecto, ‘The Hunt’, que pudo visitarse a modo de exposición durante el verano de 2015 en la sede de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia y fruto del cual apareció una publicación que fue seleccionada por el British Journal of Photography como Mejor Libro de 2017. Preguntado qué le llevó a orientar su trayectoria como fotógrafo hacia este ámbito relacionado con la antropología, el leonés considera que tiene que ver con la evolución propia de los temas que ha ido tocando. «Desde hace años me han interesado mucho una serie de prácticas, el animismo, el chamanismo y demás, que están desapareciendo en el mundo o que están muy ligadas a cierto tipo de zonas aisladas. De ahí ha venido un poco el interés de primera mano en esa relación entre cultura y ser humano que resulta ser muy genuina, muy auténtica, muy pura en términos no tan románticos como prácticos», asegura Laiz, cuyo primer contacto con este tema tuvo lugar hace diez años con ‘Transmongolian’, donde pudo constatar la relación existente entre transgénero y animismo o chamanismo en zonas como Mongolia, Siberia o Centroamérica. «De ahí continué explorando esta idea en mi siguiente proyecto en Venezuela, ‘Wonderland’, al que siguió ‘The Hunt’, que me llevó a Bering y de ahí al pueblo Navajo», señala el fotógrafo e investigador leonés, que reconoce la existencia de una interconexión entre los proyectos que acomete. «Al final Mongolia tiene mucho que ver temáticamente con Venezuela, respecto al proyecto que desarrollé allí, porque ambos tienen que ver con transgéneros en zonas nómadas. Para explicar qué es un transgénero en una zona como el Orinoco tienes que necesariamente explicar cómo es esa zona y cómo es vivir allí, lo cual te lleva a la siguiente fase que es explicar quiénes son los warao, qué hacen allí, etc, y todo ello hace que toques una serie de palos que de forma muy natural te van llevando a ‘The Hunt’ y de ahí a Bering casi sin pensarlo». Todos los proyectos de Álvaro Laiz trascienden el propio ámbito de la fotografía profesional para adentrarse en terrenos más propios de la antropología. «Tampoco es intencional. Yo creo que tiene mucho que ver con el tipo de historia que estás contando y las herramientas que necesitas para poder transmitirla. Lo hemos hablado un montón de veces entre compañeros. El fotoperiodismo es un código dentro de un lenguaje que es la fotografía y ese código es muy apropiado para contar cierto tipo de historias pero también constriñe las historias que se pueden contar. Entonces creo que estamos viviendo un momento muy interesante de alfabetización en torno a la imagen y ceñirse únicamente a una serie de ritmos o códigos pues constriñen necesariamente el tipo de historias que se pueden contar». La meta son las fotografías y las publicaciones que el público puede apreciar y valorar, pero el viaje, la experiencia personal vivida, es un aspecto intransferible que no sé de qué manera le ha marcado en su caso tanto desde el punto de vista personal como profesional. «Me resulta imposible separar ambos aspectos, porque tiene mucho que ver con el viaje iniciático, con el viaje interior por así decirlo, porque al final el tipo de fotografía que realizas tiene mucho que ver también con cómo ves el mundo y tu manera de ver el mundo al final define cómo te relacionas con él», sostiene Laiz, cuyos laureados retratos que actualmente se exponen en la Sony World Photography Awards Exhibition 2019 de Somerset House (Londres) toman como inspiración las pinturas rupestres y en lo que el autor ha denominado ‘identidad liquida’. «Esto forma parte de un proyecto mucho más grande que desarrolla guiños en este caso a las pinturas rupestres pero también a otro tipo de imaginería más reciente como las fotografías de Curtis con cámara de larga exposición.Pero como te decía se trata de un proyecto mucho más amplio que incluye desde vídeo hasta análisis de investigación genética de poblaciones. Ha sido un poco una labor de desbroce. A la pregunta de cómo surgen estos retratos te diré que es la consecuencia de permanecer durante mucho tiempo en la zona y al final la filosofía acaba impregnando un poco. Muchas veces me considero más un traductor que un fotógrafo porque no hago el tipo de fotografía de calcar el instante sino que me interesa más la traducción de conceptos que veo en el día a día y que definen esa zona o que definen la filosofía de ese pueblo. En este caso los Chukchis tienen una filosofía muy peculiar sobre quiénes son y de dónde vienen. Ellos piensan que eres tú mismo pero también eres el fruto de la conjunción de todos tus ancestros, una especie de copia, de copia, de copia de tus antepasados. A mí esto me parece interesantísimo porque es exactamente el mismo discurso que defiende la genética de poblaciones y me pareció interesante poner en diálogo estas dos facetas de la vida, una un poco más poética, que sería la cultura popular, y otra mucho más científica y mucho más fría.Por un lado tenemos un retrato perfecto y literal de la persona que se ha hecho a través de este análisis genético y por otra parte tendríamos esta imagen de la persona o de las identidades que nos componen un poco más poética. Al final lo que hice con la fotografía es en lugar de congelar el tiempo descongelarlo», sugiere el artista leonés.Toda esa labor de investigación llevada a cabo por Álvaro Laiz se va a ver traducida en una publicación, como ya sucediera en el caso de ‘The Hunt’. «Yo comencé este trabajo gracias a una beca de National Geographic y una de las grandes ventajas que supone trabajar con ellos es que tienes a tu disposición un vivero de talento y de recursos gigantesco, entre otros Genographics, sobre el mapeo de las migraciones humanas y el genoma humano. Lo que me he encontrado es una literatura sobre este tema brutal, pero no hay imaginería al respecto. Una historia que ocurrió hace 20.000 años ya me dirás tú cómo la vamos a contar. Conviviendo en esta zona, donde a priori yo iba a hacer un tema un poco distinto, que estaba más relacionado con ‘El cazador’, descubrí que los Chukchis son una población muy desconocida para el gran público en cuanto que son una de las claves para entender cómo se pueblan las Américas, tienen relación con todos los pueblos latinoamericanos porque comparten un ancestro común. A mí esto me puso la cabeza del revés y me di cuenta que tenía ante mí un verdadero filón. Estamos mirando un poco hacia donde mira todo el mundo, a los osos polares, a las ballenas... pero nos estamos dejando aquí una historia que es épica, pues estamos hablando de las migraciones y también pone en contexto de alguna forma qué es el ser humano, quiénes somos y por qué estamos aquí, porque al final hablamos de que emigrar es tan consustancial al ser humano como el lenguaje», destaca el fotógrafo leonés, que sigue desarrollando este proyecto orientado esta vez hacia Estados Unidos siguiendo el vínculo de estos ancestros con el pueblo Navajo. «El proyecto tiene una serie de capítulos y el segundo lo estoy desarrollando gracias al Museo de la Universidad de Navarra con su programa ‘Tender puentes’ y estoy trabajando en la zona de Nuevo México, Arizona, Utah, Colorado. Los Navajo comparten este ancestro común por vía materna, lo que quiere decir que si nos retrotraemos lo suficiente en el tiempo nos encontraríamos con una mujer de la que provienen tanto los Chukchis como los Navajo y múltiples nacionalidades indígenas en este caso de América».

De cómo el paisaje influye en la estética de sus imágenes, Álvaro Laiz confiesa que casi siempre trabaja en color y la elección del blanco y negro para los retratos premiados, que constituyen la espina dorsal del proyecto, se debe «a que le daba una unicidad», si bien reconoce que el paisaje cambia por completo al pasar de la tundra de Chukotka, «una nada enorme», al Gran Cañón del Colorado, «donde los colores cambian y la propia filosofía de la gente varía, porque no es lo mismo sobrevivir en la tundra que hacerlo en las planicies americanas», reconoce Laiz, quien considera que aún es pronto para hablar de una posible exposición o publicación del proyecto. «Tengo una serie de ideas de cómo se va a mostrar, pero primero hay que terminar y luego ya veremos».
Archivado en
Lo más leído