Altas capacidades: "Diamantes en bruto tirados a la basura"

Critican que no se aplican medidas y acaban en fracaso escolar

María Espinosa
08/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
altas-capacidades-71018.jpg
altas-capacidades-71018.jpg
124 son los estudiantes leoneses con altas capacidades. Este alumnado se encuentra desde Infantil, hasta Bachillerato, pero no siempre se detectan ni reciben la atención necesaria, según denuncian desde la Asociación Leonesa de Altas Capacidades (Alac).

La mayoría de los alumnos con altas capacidades se encuentran actualmente en la etapa de Educación Primaria en la que hay 77 niños. De estos escolares, 60 son niños y 17 niñas. En el caso de Educación Infantil solo hay un niño con altas capacidades. Cuando se pasa a la etapa de Secundaria disminuye el número y llegan hasta los 37, siendo 26 chicos y 11 chicas. Los alumnos de Bachillerato con altas capacidades son 9, cinco hombres y cuatro mujeres.

En la comunidad hay 638 niños detectados en el total de etapas educativas. En el caso del segundo ciclo de Educación Infantil solo León y Valladolid tienen niños detectados con altas capacidades, algo que no se repite en las enseñanzas de Primaria, Secundaria y Bachillerato. En Primaria, Castilla y León tiene 354 alumnos con altas capacidades, de ellos, 77 son de León, 92 son los que se detectaron en Valladolid, seguidos de Burgos con 53 y Zamora con 32. Cuando se alcanza la etapa de la Educación Secundaria Obligatoria, León encabeza la tercera posición entre las provincias, superada por los 43 de Burgos y los 62 en Valladolid, en total en la comunidad hay 230. El caso de Bachillerato sitúa de nuevo a León como segunda provincia con más alumnos detectados, 9 en total, siendo Valladolid la provincia que más alberga con 17; en tercer lugar estaría Palencia, que es la única que cuenta con un alumno con altas capacidades en FP Básica, seguida de Burgos con 7 alumnos en Bachillerato; en total en esta etapa, la comunidad cuenta con 50 alumnos con altas capacidades. Este alumnado representa el 0,2% de todos los estudiantes de Castilla y León y el 0,3% de España.

Sin embargo estos datos no siempre reflejan los niños reales que tienen altas capacidades. La Lomce considera las altas capacidades dentro de las necesidad de apoyo educativo, por ello, cada comunidad es la encargada de establecer los métodos para su detección.

Niños curiosos, niños molestos

Estos niños presentan unas determinadas características y por ello necesitan una atención específica en el aula que no siempre se lleva a cabo. Esto es lo que reclaman desde la Asociación Leonesa de Altas Capacidades (Alac). Sofía, Susana, Esther y Ana son madres de niños con altas capacidades, su lucha principal es tan sencilla como hacer «que se cumpla la normativa», algo que, creen, no siempre sucede o que se ponen excusas. Si la sociedad se vuelca para integrar a niños con discapacidad para que tengan éxito, ¿por qué no se atiende en todos los centros a los niños con altas capacidades como se debería? Desde la asociación lo achacan a «que se ve como algo elitista que exijamos adaptaciones específicas para nuestros hijos».

Para que un niño, en Castilla y León, sea considerado con altas capacidades , primero «tiene que tener un coeficiente intelectual (CI) que supere los 130, si está en 129 ya no se considera altas capacidades», explican desde Alac, y añaden que «no es igual en todas las comunidades, por ejemplo en Asturias el baremo está en 120». Una medida que no tiene en cuenta nada más que un número que se obtiene en una situación determinada. «Un niño realizó el test durante cinco horas, no quería, estaba cansando y salió 128. No entra en el baremo cuando es un niño con claros rasgos de altas capacidades», explican. En este sentido, desde Alac piden que «nuestros hijos sean más que un número».

«Estos niños tienen otro ritmo de aprendizaje, motivaciones diferentes, curiosidad y se cuestionan todo, esto muchas veces se interpreta como mal comportamiento», explica Susana. «A mi hijo antes de detectarle altas capacidades le dijeron que tenía déficit de atención porque molestaba en clase. Lo hacía porque se aburría, ya sabía lo que le estaban explicando y los ejercicios ya los había resuelto nada más mirarlos», cuenta una de las madres, Sofía.

«Hay una total desinformación sobre las altas capacidades, tanto en las familias como en los centros; los profesores muchas veces no quieren entender y aplicar lo que la normativa les dice sobre la atención a estos niños», lamenta Esther, una de las madres de Alac.

Uno de los datos más llamativos sobre estos niños es el porcentaje tan bajo de niñas con altas capacidades. «Se explica porque las niñas se adaptan con más facilidad y tienden a pasar desapercibidas. No es que las niñas no tengan altas capacidades, es que no se las detecta», en este sentido, ejemplifican diciendo que «si una niña ya sabe todo lo de clase y se aburre se queda quieta, generalmente, mientras que los niños empiezan a moverse o a dar guerra».

Por otra parte, una sociedad que valora de forma constante las proezas deportivas pero que no da valor a las intelectuales se ve reflejado en el aula. «Mi hijo no quiere que nadie sepa que tiene altas capacidades, el otro día me contaba que cuando salió a resolver un ejercicio en la pizarra contó mentalmente para que pareciese que se lo pensaba y luego escribió el resultado, que lo sabía según leyó el problema», cuenta Ana, cuyos hijos, con altas capacidades prefieren pasar desapercibidos en una sociedad que saben que les va a señalar o incluso a ver como una amenaza.

La normativa exige a los docentes y a los centros que los alumnos con Necesidades Educativas Especiales se detecten «lo antes posible». «Dan excusas, en infantil dicen que no se puede evaluar cuando existen pruebas para menores de 6 años estandarizadas; en primaria te dicen que esperes a que ‘se le pase’, al final muchos niños ni se evalúan ni se detectan», explican en Alac.

La «formación tanto del profesorado como de las familias», es fundamental para que estos niños, como cualquier otro, reciba lo que necesita en el aula, «aprender, retos y motivación». «Los padres tienen que saber qué pueden pedir, a lo que sus hijos tienen derecho, algo tan básico como subvenciones, las adaptaciones en el aula... etc.», reivindica Susana.

Tan sencillo como hacer cumplir una norma y tan complejo si los docentes o centros no lo cumplen. Si no se aplican las medidas que necesitan estos niños, es como «tener un diamante en bruto y tirarlo a la basura». No se aprovecha su potencial y, en vez de brillar, acaban sumándose a la lista de fracasos escolares.
Archivado en
Lo más leído