Algunos puentes históricos en la cuenca del Torío

Continuamos con otros puentes y pontones que servían a las rutas que tomaba la trashumancia en busca de los pastos veraniegos

Luis Solera Selvi
20/08/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Puente de Villanueva de Pontedo sobre el río Torío. | L.SOLERA
Puente de Villanueva de Pontedo sobre el río Torío. | L.SOLERA
Definidos los variados periplos que toma la Cañada Real Leonesa Oriental así como algunos de los puentes históricos por los que salvaban estos rebaños los cauces de aquella zona, especialmente los ríos Yuso, Cea o Valderaduey, vamos a continuar con la caza y captura de otros puentes y pontones que servían a las rutas que tomaba la trashumancia en busca de los pastos veraniegos al NW de la provincia de León, a través de la ancestral Cañada Real Leonesa Occidental.

Esta cañada que utilizaba el antiguo Honrado Concejo de la Mesta tenía su origen en la Extremadura, donde se hacían las invernadas del ganado y su itinerario trashumante en busca de las altas y frescas praderías norteñas  se hacía a través de las provincias de Badajoz, Cáceres, Toledo, Ávila, Valladolid y, por último, León, variando en muchas ocasiones la ruta fija que marcaba la propia Cañada Real  y utilizando otras vías pecuarias alternativas, como podías ser coladas, cuerdas o veredas.

En sentido contrario y con la llegada de los primeros vientos fríos, algunos amagos de caída de nieves y la acentuada lentitud en la salida del alba, generalmente en el mes de noviembre, los miles de cabezas de ganado, especialmente de merinas mezcladas con pequeños rebaños de cabras retintas, empezaban a moverse por los diferentes collados, portillos y barrancas en busca del sur para las invernadas en las provincias extremeñas, siempre bajo la autoridad y control de los mayorales y con la compañía de decenas de pastores, hateros con la impedimenta, acémilas y jaurías de mastines que acotaban los rebaños y marcaban el camino para evitar los habituales descarríos de algunas ovejas.

La Cañada Real Leonesa Occidental definida como tal se inicia al norte de la capital leonesa, en la zona de Lorenzana, donde tiempo atrás, aún mantenía su anchura reglamentaria de 80 varas castellana (aproximadamente 67 metros) pero lo cierto es que hasta este punto, los ganados descendían de las montañas por caminos más angostos, como eran los cordeles o coladas que discurrían cerca de los cauces de los ríos, ya fuera el Bernesga, el Torio, el Curueño o el Porma.

De entre estas rutas ganaderas me quiero centrar en la del río Torio pues además de sus puentes, nos depara paisajes abruptos y cañones preciosos en un itinerario muy semejante al que lleva la actual carretera provincial LE-315. ¿Te gusta conducir...?, preguntaba un anuncio de coches no hace muchos años. Efectivamente, este lobo cazador de puentes disfruta, disfruta mucho buscando puentes y pontones pero también lleva en sus venas un cierto espíritu con olor a asfalto, producto de los miles de kilómetros rodando por variopintas carreteras peninsulares con su camión, en permanente lucha con la soledad a la que vencía hablándole a la cabina en soliloquios profundos, o sea, los habituales entre lobos y camiones, pero siempre con atención a la ruta, al paisaje o entre otros variados monumentos, a los puentes que hacían su camino libre y cómodo. En resumen, correr esta vieja carretera cuyo origen se pierde en tiempos de la romanización es una gozada y hay que disfrutarla. En eso estamos.Puentes y pontones del Torío.La actual carretera LE-315 que desde la raya con Asturias y el Puerto de Piedrafita va serpenteando junto al río Torio con acentuadas curvas, contracurvas, pronunciados cambios de rasante y fuertes pendientes era un viejo camino carretero de tierra y con múltiples pontones de madera muy efímeros ante las embestidas de las crecidas de este río. Cobra forma de calzada a mediados del siglo XIX ensanchando -cuando era posible- la vía, disponiendo de firme a base de piedra menuda y grava,  incorporando guardarruedas y quitamiedos de piedra en gran parte de su recorrido y sustituyendo los viejos puentes de madera por otros más firmes y sólidos a base de sillería de piedra caliza. Prácticamente, desde Villanueva de Pontedo y en ruta descendente, nos encontraremos con varios puentes, unos de origen medieval aunque reformados y otros construidos siguiendo los patrones estandarizados que marcaban las ordenanzas del Ministerio de Fomento de la época. Como el curso del río va muy encajonado suelen ser obras de un sólo vano, generalmente abierto o de medio punto, con bóvedas de hormigón y chapados en buena sillería de piedra. Mantienen el ancho normal de la propia calzada, aproximadamente de 6 metros y disponen de fuertes e historiados pretiles de hormigón armado. Estas obras civiles conjugan bien con el paisaje, su entorno carreteril y el río sobre el que se elevan y lo más importante, aún dan servicio a los tráficos de vehículos que por allí circulan tras más de un siglo de existencia por lo que ya podemos decir que son estructuras históricas. La ruta trashumante seguía estos derroteros y solía permanecer unos días en el amplio valle junto a Vegacervera, donde estaban los descansaderos y majadeaban los rebaños de merinas junto a su viejo puente, ahora un poco tuerto al faltarle un ojo.Además de los puentes de Villanueva de Pontedo, Getino o Felmin, existen otros tres muy interesantes en el tramo conocido como Hoces de Vegacervera. El río Torio se ensancha en la zona de Matallana de Torío donde los puentes se multiplican ya que dispone de tres,  uno muy reciente que es el que da servicio a la carretera provincial, otro decimonónico que ahora es peatonal y un tercero en el antiguo camino real cuyo origen es medieval.El levantado mediado el siglo XIX es una construcción soberbia. Dispone de tres ojos, dos de ellos amplios, con arcos escarzanos y un tercero, de igual forma pero más pequeño, que hace las veces de alcantarilla. Estas estructuras de época se construían con hormigones en masa en su interior y se consolidaban con chapados a base de sillería o mampostería perfecta, bien dispuesta y con multitud de detalles ornamentales que embellecían el puente. En cubierta destacan los fuertes pretiles de piedra en talla primorosa y un par de balcones en cada lado para asomarse al río o como refugio de viandantes ante el cruce de carros o ganados. Rehabilitado recientemente y acotado en las entradas con bolardos para impedir el paso de vehículos, sigue dando servicio para paseantes, bicicleteros o motoristas. En su estilo y época, es uno de los puentes más bellos del territorio leonés.
A unos 200 metros aguas arriba del anterior, nos encontramos con un vetusto puente de origen medieval, abandonado y semiderruido pero que todavía se esfuerza por conservar sus dos amplios arcos de medio punto y una cubierta muy deteriorada pero que exhibe restos de enlosado verdaderamente antiguo, donde se aprecia el desgaste centenario de la piedra en la huella o rodadas de los carros que lo transitaron durante siglos.

Ha perdido sillería de muros, defensas, tajamares y pretiles pero lucha por mantener su compostura. Causa verdadero sonrojo contemplar su abandono cuando realmente es una obra civil susceptible de rehabilitación en tanto que mantenga las bóvedas, la pila central y sus estribos. Al tratarse de un puente cuyo origen puede ser milenario y pese a que ha tenido rehabilitaciones en siglos posteriores, cuesta creer que la Administración, sea la nacional, autonómica o local, no propone cuanto antes, su rescate. No dispone el catálogo de puentes de León de muchas estructuras semejantes a la de este viejo puente de Matallana de Torio.

Por último, destacar el puente de Pardavé, también sobre el río Torio pero ya en la carretera provincial LE-311 a la altura del PK 22. Interesante obra de origen medieval con tres arcos y construido en mampostería aunque todavía quedan retazos de buena sillería en algunos puntos y meritorio trabajo en bóvedas. Es tan sólido que aún sigue en forma dando servicio a coches y camiones que se dirigen a este pueblo.  

Nos quedamos aquí y en la próxima entrega podremos ver los puentes de otra vía ganadera que intentaba llegar a los descansaderos y pastos extremeños aprovechando la ruta que abre el propio cauce del río Curueño. Salud y buena ruta a lectores y curiosos.

Enlace al blog Cazando Puentes.
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