Alfonso VI cumple su deseo

Sus restos ya descansan de manera definitiva en Sahagún junto a los de sus cuatro esposas, en el convento de las Benedictinas donde han pasado sus huesos a los nuevos sarcófagos, obra del artista leonés Amancio González

Teresa Giganto
22/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Solo siete personas estuvieron presentes en el traslado de los restos de Alfonso VI y sus esposas al nuevo sarcófago, obra de Amancio González. | L.N.C.
Solo siete personas estuvieron presentes en el traslado de los restos de Alfonso VI y sus esposas al nuevo sarcófago, obra de Amancio González. | L.N.C.
Un cronista anónimo de Sahagún estuvo presente cuando el monarca leonés Alfonso VI murió. Contaba entonces que lo hizo con 62 años de edad y 44 de reinado. Hay que remontarse para enmarcar esta historia al siglo XI, momento desde el que sus restos llevan cambiando de ubicación hasta ahora, que han tomado sepultura definitiva y que descansan desde ayer en un sarcófago obra del artista Amancio González en el Monasterio de las Benedictinas de Sahagún, lugar donde él trasladó su corte y donde deseó quedarse para siempre.

Fue hijo de Sancha, padre de Urraca y hermano de Sancho, contra el que cuenta la historia que batalló durante tiempo por la legitimidad del trono. Los avatares de la historia le llevaron a morir en Toledo, ciudad a la que siempre estuvo vinculado, pero cumpliéndose su deseo, su cadáver fue conducido entonces (en 1109) a la localidad facundina. Allí fueron depositados en un sepulcro de piedra, a los pies de la iglesia del monasterio de San Benito. Cuentan que su sepulcro se sustentaba sobre leones de alabastro y que este era un arca grande de mármol blanco con una tapa de pizarra cubierta por un tapiz de seda. Pero este enclave cuenta que fue destruido en el incendio que se registró en el Solo hubo siete testigos del traslado de los restos, entre ellos un notario que así lo certificó monasterio en 1810. Eso sí, salvaron sus restos y también los de varias de sus esposas. Siguieron cambiando de ubicación una y otra vez, padecieron la desamortización del monasterio y las cajas de todos esos restos fueron a parar a manos de un pariente de un religioso, que las ocultó, hasta que en el año 1902 fueron hallados. Entonces volvieron a descansar los restos de Alfonso VI, conocido como ‘El Bravo’, en Sahagún. Muchas voces se han alzado en los últimos años para que el sarcófago en el que descansase el monarca leonés fuese acorde a la importancia histórica de su reinado y de ahí que en mayo Amancio González se pusiese manos a la obra. Un sarcófago para el rey Alfonso VI y otro para sus esposas, Inés, Constanza y Berta. También hay en él espacio para los restos de Zayda, hija de un emir musulmán y reconvertida al cristianismo con el nombre de Isabel, concubina esta de ‘El Bravo’.

Tanto han cambiado de ubicación los restos que el esqueleto del rey no está completo, pero aquí acabó su viaje y así se ha cumplido su deseo con el enterramiento definitivo en la iglesia de la Santa Cruz de Sahagún, junto al Convento. Allí se llevó ayer a cabo un acto íntimo en el que pocos fueron los testigos. Por un lado, representantes del Obispado de León, Paulino González Terrón y Máximo Gómez Rascón, de otro la abadesa y la priora del Convento, María Anunciación Ríos y Pilar López, y también representantes del Ayuntamiento, Paula Conde Huerta y Alejandro Mariano García. Junto a ellos estuvo también la figura de un notario para dar fe del traslado de los restos. Está por determinar la inauguración oficial del mausoleo, pendiente de ser rematado. Cuando así sea se prevé un acto ‘de sangre azul’ para que Alfonso VI y que los ojos de los actuales monarcas así lo vean de modo que la Casa Real recibirá la invitación para tal evento.
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