Ágora de la Armonía

El Ágora de la Poesía que cada último viernes de mes se celebra en la plaza de San Marcos ha sido galardonada con el premio de reconocimiento cultural Armonía de las Letras

Fulgencio Fernández
27/01/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La cubana Ana Ibis, una de las habituales de este Ágora de la poesía este sábado premiada.
La cubana Ana Ibis, una de las habituales de este Ágora de la poesía este sábado premiada.
El viernes, pese al frío de la noche leonesa, la plaza de San Marcos volvió a recibir —a las 22 horas y hasta la medianoche— a los participantes en el Ágora de la Poesía, el lugar donde «la poesía no compite, se comparte». Ni el frío, ni la nieve, ni nada, ha impedido que el último viernes esto ocurra, en invierno y en verano, desde hace más de cinco años.

Unas horas más tarde, este sábado, se reunía el Jurado que concede el premio de reconocimiento cultural Armonía de las Letras y ya en la noche dieron a conocer su fallo: «El jurado multidisciplinar, reunido para la ocasión, no lo tuvo nada fácil. Once finalistas. Más de dos horas de deliberación y… al final, por unanimidad, el premio de reconocimiento cultural del presente año se le otorgó a: Grupo Ágora de Poesía. La entrega del premio (una escultura de bronce del artista leonés Antolín y un diploma acreditativo del también ilustrador leonés Alejandro Cartujo) se realizará dentro del acto cultural que celebrará nuestra asociación durante el próximo mes de abril».

Ni se lo imaginaban unas horas antes las gentes del Ágora, que circulan por los caminos de la poesía compartida en libertad. Allí estaban los habituales y los nuevos, le tocaba moderar a Felisa —la poeta emigrante que le ha dedicado su libro precisamente a los emigrantes—, junto a Ramiro Pinto, que había de comodín por enfermedad del titular; y también hubo uno que recitó por primera vez, «algo que siempre ha ocurrido desde que comenzamos y que nos produce mucha satisfacción».

En este caso era Javier Garnica, el autor del libro sobre Botines. Fue emotiva una carta de la hija de Felisa a una amiga que se fue, un poema en francés; llenó el espacio de energía positiva la cubana Ana Ibis, esta vez con unpoema triste que hablaba de alzehimer; Felipe siguió repasando a los clásicos y le tocó el turno a Garcilaso; no podía faltar El Caminante y su sombrero, una teatralización a dos voces cargada de ironía y poesía...

En fin, estaban. Como estaba la poesía y la libertad, santo y seña, por eso Pinto se encargó de recordar que la «sugerencia» del ágora anterior sobre un tema sólo era una sugerencia, que nunca pasa sobre la libertad de recitar lo que a cada cual le apetezca.

Fue el último Ágora antes del premio, ¿a quién? pues a todos pues este espacio es un lugar donde no se compite sino que se comparte.
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