03/02/2018
 Actualizado a 12/09/2019
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Vamos a olvidarnos por un sábado de las noticias habituales. Vamos a olvidar por un momento los índices bursátiles, los datos de empleo, la corrupción. Tampoco es que vayamos a obviar la realidad, simplemente vamos a darle otro enfoque.

Decía Lorca que la poesía debía estar en las calles y en las plazas. Estoy de acuerdo con él. Debe salir y contagiarse, extenderse entre baldosas y adoquines, multiplicarse en el agua de las fuentes, cogerse de la mano de los enamorados, volar como un pájaro. Volar. Y posarse en tu sonrisa, colarse en las aceras, doblar las esquinas, infiltrarse en los paraguas, bailar bajo la lluvia, inundarnos de abrigo y esperanza. Empujarnos a respirar de verdad, a todo pulmón, a ti que me estás leyendo, a mí que te escribo mientras te imagino.

Este día a día de horas punta, fichajes y pitidos, deberes y horarios, conciliaciones difíciles, nos mantiene alejados de lo verdaderamente esencial. Cada último viernes de mes, haga frío o calor, a cielo raso y despejado o bajo una cortina diluviana o diluviante, entre la niebla o sintiendo la nieve sobre la piel, un grupo de amantes de la palabra se reúne en el Anfiteatro de la Plaza de San Marcos de León a partir de las 10 de la noche para compartir versos, experiencias, voz. Emoción a la intemperie. Sobre todo eso, emoción. Eso es Ágora. Una experiencia poética en sí misma que te abduce durante una hora y media en una burbuja delirante. La poesía no compite, se comparte. Ese es su lema, que tanta falta nos hace. Algunos sólo escuchan. Otros leen textos propios o ajenos.

Se reúnen al calor del poema jóvenes y no tan jóvenes, mujeres y hombres, niños incluso. Sin obligaciones. Libertad propia, pero ante todo ajena, dejando su sitio a la otredad. Una libertad que respeta. No hay protagonistas ni secundarios. No existen vencedores ni vencidos. La única gloria posible es sumergirse.

Esta cita, que ha subsistido a la intemperie más de cuatro años, nos sobrevivirá a nosotros, seguro. Porque es generosa y auténtica y en ella habita la poesía mucho más que en volúmenes y editoriales de reconocida reputación y prestigio.

Habrá quien tache de locos a sus participantes, pero qué sería de este tedioso mundo en que vivimos si no fuera por la generosidad de estos valientes rapsodas de plazas y jardines que van plantando versos allá por donde pisan.

Reserven un hueco en su agenda para el próximo mes. Desconecten sus móviles y alarmas. Ágora es vida. La Poesía lo es. No admitan sugerencias disuasorias. Eviten subterfugios.
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