El Hogar del Transeúnte aumenta su ocupación hasta las 664 personas, un 28% más que en 2023

Tres de cada diez son caras nuevas, entre las que destacan los jóvenes, las mujeres y las personas que padecen problemas de salud mental

L.N.C.
18/01/2024
 Actualizado a 18/01/2024
Fachada del Hogar del Transeúnte de León | L.N.C.
Fachada del Hogar del Transeúnte de León | L.N.C.

El Hogar Municipal del Transeúnte (HMT), gestionado por el Ayuntamiento de León, atendió en su albergue a 664 personas sin hogar en 2023 frente a las 516 de 2022, lo que supone un incremento del 28%. De ellas, según apuntó ayer su responsable, Luz Lozano, tres de cada diez nunca habían pisado las instalaciones de la calle Panaderos.

Jóvenes, mujeres y personas con problemas de salud mental son las nuevas caras del sinhogarismo que deja tras de sí el balance del año pasado. «El incremento de usuarios con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años, al igual que de aquellos con una enfermedad psíquica de base, resulta alarmante», lamentó Lozano sin olvidar que «ellas siguen llamando a nuestra puerta». «Aquí les informamos de las cinco plazas que se ofrecen en otro centro cercano, una cifra que se queda cortísimo», apostilló.

No obstante, el perfil mayoritario de sintecho atendido en el HMT es el de un hombre español y de mediana edad. «El 15%, aproximadamente, son extranjeros», detalló Lozano indicando algunos de sus países de origen. «Colombia, Venezuela, Perú, Marruecos, Reino unido, Bulgaria, Portugal, Italia, Francia, Ghana, Mali, Cabo Verde, Túnez, Rumanía y Senegal... Son personas que acuden a nosotros tras perder el trabajo, caer en el pozo de las adicciones o sufrir las consecuencias del desarraigo familiar», añadió la responsable del centro.

«Procuramos acoger a cada persona en su realidad y darle opciones en función de sus necesidades e historia de vida», puso de relieve Luz Lozano sin olvidar tampoco que «el apoyo emocional y la escucha son fundamentales en un Hogar Municipal del Transeúnte en el que la hospitalidad está grabada a fuego».

«Intentamos hacerles recuperar en lo posible esa dignidad perdida», señaló agradeciendo a sus compañeros, así como a la trabajadora social municipal, su labor del mismo modo que celebra el trabajo en equipo con las fuerzas y cuerpos de seguridad. «Ellos, al margen de poner orden, nos derivan muchas de las personas que se encuentran en una situación de calle».

El centro, cuyo objetivo primordial es «prestar una atención integral a las personas sintecho y en exclusión social, facilitándoles de esta manera un hogar donde incrementar su calidad de vida y favorecer su inserción socio-laboral», registró así más de 650 usuarios que sumaron 4.783 pernoctaciones (frente a las 3.528 de 2022). «Hasta 410, con un total de 2.305 estancias generadas, hicieron uso del servicio de acogida diurna».

Ocupación total por el frío

Cuando se anuncian temperaturas bajo cero y fuertes heladas, la entrada al Hogar Municipal del Transeúnte se flexibiliza para conseguir que nadie sufra las consecuencias de la climatología. «Los días de frío intenso pueden acceder cuando lo solicitan a alguna de sus 21 camas, sin ningún tipo de espera», precisó Lozano tras subrayar que «no se deja a nadie en la calle». Eso sí, según confesó, «ahora mismo la ocupación es del cien por cien y no hay ninguna plaza disponible». En este sentido, la responsable aseguró que «si colgamos el cartel de completo, les derivamos a otras entidades donde puedan resolver su situación, aunque no siempre es posible conseguir la cobertura para todos».

Y es que la realidad evidencia que, a todas luces, el número de albergues para dar cobijo a las personas que duermen al aire libre, bajo el cielo abierto, es insuficiente. «Faltan centros, sobre todo de baja exigencia, para aquellas que padecen un trastorno mental o una politoxicomanía».

«Nosotros acogemos de inicio a todas las personas que llaman a la puerta, mientras cumplan las normas y entren sin adicción explícita. Pero, cuando no son capaces de convivir con el resto en armonía, quedan abocados a la calle y muchos acaban en el Hospital por cortos periodos de tiempo», recordó Lozano. No en vano, la esperanza de vida de los sintecho es bastante inferior a la del resto de la población, concretamente 25 años menos, ya que el hecho de vivir al raso les agrava enfermedades crónicas y dificulta su acceso a los recursos sanitarios.

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