Cristina se hizo la manicura por primera vez en octubre de 2023, y desde entonces no ha parado. Empezó a pintarse las uñas con una profesional porque tenía una boda y después ya se acostumbró a que sus manos lucieran más coloridas gracias a las distintas técnicas que le realizaba su manicurista en León. Con purpurina, acabado nacarado, con dibujos o estampados, las uñas de Cristina son, como las de tantas otras personas en la actualidad, un complemento de moda más en su día a día.
El aumento de la demanda de trabajos de manicura y pedicura ha provocado que cada vez sean más los locales destinados a este tipo de trabajos en León. Si se atiende únicamente al centro de la capital, solo en el último año se pueden contabilizar casi una decena de nuevas aperturas y, en prácticamente todas ellas, las agendas están completas o hay cola si no es necesaria la cita previa. Mucho más ahora que se acercan los eventos y también el verano, lo que invita a que haya más reclamo por este tipo de servicios. «Me veo las uñas bonitas, me motiva tenerlas así, y además tampoco me las muerdo. Reconozco que es un vicio», dice Cristina sobre su compromiso mensual con su salón de belleza.
La motivación de esta joven residente en la capital leonesa es la misma que la de muchas otras clientas que acuden ‘religiosamente’ a su ‘nails salon’ (salón de uñas) para arreglarse las manos. Y lo saben bien en Blin Blin Beauty Studio, un centro de estética ubicado en el número 8 de la calle Arquitecto Lázaro de Léon. Dirigido por Andrea, este local lleva un lustro realizando distintos tratamientos de belleza a la ciudadanía leonesa, prestando especial atención al cuidado de las uñas. En el centro han notado el aumento del interés del público por la manicura y la pedicura, lo que se ha trasladado en el incremento de locales. Más competencia que, en principio, no preocupa a la responsable: «Al principio no había tantos salones y se notaba más el volumen de trabajo, pero hay clientela para todos», explica. Con la agenda casi llena para la temporada estival, Blin Blin acoge a sus clientas fijas «que reservan la misma cita todos los meses porque ya tienen su horario», cuenta Andrea, y también a otras que lo necesitan según la ocasión. «El verano es temporada alta y no damos abasto, se llenan todos los locales», añade.
Además del interés por unas manos bonitas, el papel de las redes sociales ha sido fundamental para que las uñas formen ahora parte de los conjuntos que se visten a diario o en ocasiones especiales. Existen perfiles dedicados exclusivamente al ‘nail art’ y muchas creadoras de contenido muestran su manicura para inspirar a sus seguidoras. Seguidoras como Cristina que reconoce que utiliza el buscador de TikTok para encontrar inspiración para su manicura. Lo corrobora Andrea, de Blin Blin. «Si una ‘influencer’ se hace un tipo de uñas, al día siguiente ya vienen a pedirlo», cuenta. Ellas suelen innovar con distintas técnicas, nuevas decoraciones o brillos y abalorios. «Muestran la foto o el vídeo de Instagram directamente», explica Andrea.
Y, ¿qué supone esto para los bolsillos? El arreglo de las uñas ya es un gasto más añadido en los cálculos mensuales de muchas personas en León. Los precios varían desde las 12 euros que puede costar una manicura normal hasta los 30 euros de unas uñas de gel. Asimismo, la cantidad de complementos que se quieran añadir también irán incrementando el valor final.
Nuevas tendencias, distintos complementos y el mismo culto a la imagen. La moda evoluciona y el interior sigue siendo el mismo.
Formatos que pueden llegar a ser "caníbales"
¿Son los salones de uñas no solo una moda en lo estético sino también en lo financiero? El ‘boom’ de la manicura o del ‘nail art’ ha provocado su proliferación en la ciudad. David Abril, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de León y experto de comunicación y marketing en Intdea, reconoce que la apertura masiva de locales va en consonancia con la demanda, «no creo que nadie en su sano juicio haga la inversión sin retorno», reconoce, y también ha jugado a su favor la infraestructura: «Lo bueno es que con una persona o dos y un local pequeño, a priori este negocio no tiene ninguna barrera de entrada». Sin embargo, puede tratarse de un incremento de la oferta que en unos años se reduzca y en la que «solo queden los locales mejor posicionados o los que consigan fidelizar a sus clientes». Abril pone el ejemplo de los biotrajes o las clínicas dentales, que tuvieron mucho tirón y «a día de hoy, cinco años más tarde, no queda ninguno». Considera el presidente de AJE que negocios como estos en ciudades como León llegan a ser «caníbales», es decir, «que empieza a no haber tanto público como para que después haya mercado».
Por otro lado, destacaa el trabajo de las modas que están enfocadas al bienestar y a la belleza. En la conversación, David Abril hace referencia al fundador de Clínicas Dorsia, Manuel Fernández, quien reconoce que «la gente está dispuesta hasta a endeudarse o pedir microcréditos para hacerse cualquier cosa en el cuerpo», menciona. Lo que se aprovecha en este tipo de negocios. «Afortunadamente cada vez hay más demanda de psicología, por ejemplo, o más personas que se han dado cuenta de que hay que entrenar», dice el presidente de AJE, «y hay mucho más mercado que antes».