Un cuarto de siglo del atentado de Cortizo

León recuerda este martes al coronel del Ejército de Tierra asesinado por ETA mediante una bomba-lapa adosada a los bajos de su coche

Alfonso Martínez
21/12/2020
 Actualizado a 21/12/2020
El féretro con el cuerpo de Cortizo, a su llegada a la Catedral. | MAURICIO PEÑA
El féretro con el cuerpo de Cortizo, a su llegada a la Catedral. | MAURICIO PEÑA
Las agujas del reloj marcaban las 13:20 horas, los niños de San Ildefonso acababan de cantar el último número del sorteo de Navidad y en León la ilusión saltaba por los aires. Era el 22 de diciembre de 1995 y la banda terrorista ETA accionaba una bomba-lapa y reventaba el vehículo en el que viajaba junto a su hija el comandante del Ejército de Tierra Luciano Cortizo.

Él perdió la vida con 44 años de edad y ella –con 18– resultó gravemente herida en el abdomen, las piernas y los brazos, mientras la deflagración afectaba también (aunque de forma leve) a tres viandantes que en ese instante se encontraban justamente en el semáforo que regula la circulación entre Ramón y Cajal y las calles Renueva y Abadía.

Justo en ese punto se colocó el año pasado una placa en la que se recuerda el atentado y se destaca que León nunca olvidará a Cortizo, que era natural de A Rúa (Orense) pero servía desde hacía tiempo en el cuartel general del Mando de Artillería de Campaña, con base en Ferral del Bernesga. Llevaba más de dos décadas en el Ejército y era especialista en psicotecnia militar y en sistemas de dirección de tiro y localización de objetivos.

Este martes se cumplirá un cuarto de siglo de aquel atentado y la ciudad de León volverá a recordar a Cortizo como víctima del terrorismo. Será en el lugar en el que encontró la muerte por obra y desgracia de unos desalmados que por fortuna están entre rejas.

El general Vicente Torres Vázquez, jefe del Mando de Artillería de Campaña, y el alcalde de León, José Antonio Diez, presidirán este martes a las 11 horas el homenaje a Cortizo, a su hija Beatriz y a las otras tres personas heridas en el atentado. Será un sencillo y breve acto militar limitado por las circunstancias sanitarias y con el objetivo de mostrar el reconocimiento de la ciudad de León al militar asesinado mediante la colocación de una corona de laurel bajo la placa que recuerda el atentado de hace un cuarto de siglo.

No ha sido hasta este mismo año cuando se ha hecho justicia total con los responsables de la muerte de Cortizo. La dirigente de ETA María Soledad Iparraguirre, alias ‘Anboto’, fue condenada el pasado mes de julio en su primer juicio en España a 122 años de prisión por ordenar el asesinato del comandante destinado en la base de Ferral del Bernesga. Se cerraba así el círculo sobre los responsables del atentado, puesto que en el año 2018 la Audiencia Nacional había condenado a 110 años de prisión al etarra Sergio Polo Escobes, alias ‘Lur’, que fue quien recibió la orden de ‘Anboto’ y los materiales explosivos en la vivienda que ocupaba en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa). Siguiendo las directrices de la banda, el acusado confeccionó una bomba-lapa de fabricación casera y en los días previos al atentado se trasladó a León para ejecutarlo.

Cabe recordar que este atentado estuvo a punto de prescribir, pero la Audiencia Nacional solicitó en 2015 la entrega a España de ‘Anboto’ a raíz de la «revisión que periódicamente efectúan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de los atentados de ETA sin resolver».

La Guardia Civil, analizando el sumario abierto por la desarticulación del comando Álava en febrero de 1996, halló nuevas pistas sobre la muerte de Cortizo en varios registros. En una de las intervenciones, los agentes encontraron documentos, armas y material explosivo similar al utilizado en la explosión que causó la muerte del comandante en la capital leonesa.

Además, los agentes de la Ertzaintza encontraron una carta de ‘Anboto’, entonces jefa de los comandos legales (integrados por terroristas no fichados), en la que daba instrucciones a Sergio Polo para que atentase contra Cortizo. De la carta se desprende también que ella facilitó el material explosivo para ese crimen.
Esa revisión periódica de los atentados sin resolver permitió reabrir el caso del de Cortizo solo unos meses antes de que se cumpliesen 20 años del mismo y de que, por tanto, el delito prescribiese.
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